El presidente Juan Manuel Santos anunció el pasado 10 de marzo una reforma estructural a la educación superior. De sus palabras se extrae que apunta a favorecer de manera directa al capital financiero y a las multinacionales de la educación superior, así como a marchitar la situación financiera de las universidades públicas. Esta política es lo más grave que le podría suceder a la educación superior en Colombia en toda su historia.

La modificación propuesta en la naturaleza de las Instituciones de Educación Superior, respecto a su transformación en entidades con ánimo de lucro, es una exigencia de las multinacionales de la enseñanza superior y del capital financiero. Así quedó consignado en el capítulo de comercio transfronterizo de servicios del Tratado de Libre Comercio entre Colombia y Estados Unidos, en donde Colombia se comprometió a crear una “forma de tipo especifico de entidad jurídica para los servicios de enseñanza superior”. Dicha reforma les permite, a la luz de la legislación comercial, que este tipo de instituciones puedan distribuir dividendos y realizar inversiones en otros sectores de la sociedad, para no hablar de las implicaciones en lo referente a los costos de matrícula y demás servicios universitarios.

Esta propuesta que se presenta como novedosa tiene su origen en el tratado de libre comercio, firmado entre Estados Unidos, México y Canadá, el TLCAN o NAFTA, que implicó la entrada de las multinacionales de la educación superior y de las universidades corporativas: Apollo Global Incorporated y la Laureate Education Inc, entre otras. Esta ultima que ha comprado universidades en más de 20 países y que ya se alza como una de las dueñas del “mercado” universitario en Mexico, avanza a pasos avasallantes en Brasil, país que como lo señaló Santos, será el ejemplo a seguir y en donde solamente la Laureate Education Inc. se ha hecho al control de 9 Instituciones de Educación Superior. Con esto se abre la compuerta para que juventud colombiana sea formada por las multinacionales ligadas a la producción como las de Motorola, Disney, Malboro, Coca Cola, General Motors, Lufthansa, Shell, American Express, Microsoft. Este tipo de instituciones ya tienen sus primeras semillas con la universidad de Sanitas y con la Chevrolet para taxistas.

Tampoco sorprende que se condicionen los recursos para las universidades públicas sobre la base del cumplimiento de “indicadores de gestión”. Esta propuesta no sólo no va a resolver la crisis financiera de las universidades públicas, que como lo ha afirmado el Sistema de Universidades Estatales, SUE, es superior a medio billón de pesos, sino que además vulnera la autonomía, la calidad y la democracia universitarias. Estos indicadores conllevan al aumento en cobertura sobre la base de los mismos o de menos recursos por estudiante, incrementos destinados a su vez, solamente, a ciertas universidades, programas y metodologías de enseñanza, en resumen: los nuevos recursos serán para los programas acordes a las necesidades de los “sectores locomotoras” de la mal llamada prosperidad democrática, o en palabras de Santos “en nuestro gobierno, la educación de nuestros niños y jóvenes corresponde a los rieles de las cinco locomotoras que nos llevarán hacia la Prosperidad Democrática”.

La reforma propuesta permite que las multinacionales de la educación superior y las universidades corporativas se entronicen en la educación superior, subsidiando la demanda de educación privada por medio del Icetex, pero además con base en lo acordado en el TLC, será claro que dichas instituciones también podrán hacerse a subsidios directos por parte del Estado y aupados con exenciones tributarias. La reforma educativa de Santos es en suma la consolidación de la confianza inversionista de Uribe, esta vez en el sector educativo.

La mejor manera para hacer de la educación superior un negocio privado es comenzar por desmantelar su carácter público, su financiación proviene del presupuesto nacional aportado por la población, es por esto que debe estar a su servicio. Los altos costos de matrícula de las universidades privadas son producto del marchitamiento premeditado de las universidades públicas y de la permisividad oficial hacia los mercaderes de la educación. Estas condiciones oprobiosas se profundizarán a menos que los sectores demócratas de la sociedad opongan la unidad y la movilización a la más retardataria de las propuestas educativas en la historia del país. Que cuente el país con que los estudiantes unidos con los demás estamentos universitarios derrotaremos ésta iniciativa mediante la lucha de masas y persistiremos en el propósito de concretar una educación de carácter científico, al servicio del desarrollo de la nación y del progreso del pueblo colombiano. Derrotar la política de Santos en educación superior es la tarea principal de estudiantes, profesores, trabajadores y todos los que defiendan la educación pública.

 

 

Moir