“En Colombia la ignorancia campea porque a la gente no se le enseña, contextualmente, cómo funcionan las cosas. Desde la niñez se adquieren saberes sueltos, inútiles, lo que determina una forma de pensar limitada, que sólo sirve para mirar su realidad y crea una incapacidad marcada para exigir”.

 

–esta afirmación de uno de los neurofisiólogos más importante del mundo, el colombiano Rodolfo Llinás, es la misma que los indígenas pregonamos y en nuestras palabras cuando hablamos de etnoeducación.

Entendemos la educación propia como la formación de individuos desde las expectativas de cada comunidad, signado ello bajo los principios que rigen al movimiento indígena (Unidad, Tierra, Cultura y Autonomía). Nos urge educar a los nuestros no para que se pongan al servicio de intereses corporativos sino para que se sumen al sentir y pensar que en boca de los mayores es transmitido de unos a otros, en esa medida consideramos y en palabras del rector del considerado mejor colegio del país, que contra todo pronóstico es estrato tres: “mejorar la cobertura no consiste en transformar una escuela de un piso en una de cuatro, sino en sumar procesos humanísticos de alta calidad”. En las escuelas, colegios y universidades no se forman humanos sino obreros.

Se ha convertido así la educación en una máquina eficiente cuya consigna es graduar en serie cantidades masivas de doctores y bachilleres para impresionarnos con cifras e independiente de la calidad, “por cada niño que repita el año el Estado debe reinvertir el valor del subsidio, 930 mil pesos. Se trataría de reducir la reprobación a su mínima expresión para ahorrar recursos, con independencia del resultado académico de los estudiantes y de la
deplorable calidad educativa que resulta de la promoción automática” http://www.elespectador.com/columna-239078-institucionalizacion-de-vagancia-dijo una columnista de El espectador a propósito del tema. Ahora y por lo visto, la estrategia de masificar antes que cualificar no salió bien
librada luego de los recientes resultados de las pruebas PISA que en su última medición entre 65 países (ocho de ellos latinoamericanos) rajó a nuestra nación  al ubicarla en un patético puesto 52 en el ranking educativo mundial que mide la calidad de la educación.

A toda costa y contra nuestra decisión nos pretenden someter a esa educación que vuelve dóciles a los humanos y mudos a la hora de exigir respeto. Desde Bogotá nos imponen docentes, coordinadores, pensums académicos. Primero le dieron la responsabilidad de la educación a los curas que pretendieron evangelizarnos, luego a las familias tradicionales del Cauca que nos quisieron someter (recordemos que el exgobernador Chaux fue llamado a juicio por parapolítica), ahora quieren privatizarla según lo afirmó el presidente Santos, todo ello contra la voluntad de los pueblos indígenas decididos a asumir en primera persona la formación de nuestra gente. Queremos, podemos y necesitamos formar hombres y mujeres no para que se sumen a la planta de personal de las multinacionales sino para que, justamente, hagan respetar sus derechos.

Desde el cabildo Indígena de Cerro Tijeras nos preguntamos, ¿hacia dónde nos quieren llevar con la educación que recibimos?, sabemos que si logramos entender el porqué de las cosas veremos que no hay razón alguna para acatar mandatos velados bajo oscuros intereses. Seguimos protegiendo la educación propia porque está inspirada por los espíritus y la naturaleza, formamos individuos dignos, soberanos, honestos y con sentido de pertenencia y del colectivo. Así, invitamos a los y las colombianas a que antes de pensar ¿qué voy a estudiar? se cuestionen primero sobre, ¿quién es el titiritero que mueve los hilos?, ¿a qué juegan con nosotros? Piensa…actúa…

CABILDO INDÍGENA CERRO TIJERAS