Manipulando la opinión se sembró la idea de que Estados Unidos se portaba mal con Colombia porque no aprobaba el TLC. Luego del intenso debate entre 2004 y 2006, cuando se evidenció que el país es perdedor neto en ese Acuerdo, se intenta inculcar que la negativa del Tío Sam es un acto de desaire con su “aliado”.

 

Desde enero, en el discurso del Estado de la Unión, Obama definió una ofensiva de las exportaciones norteamericanas dentro de la estrategia de recuperación. Una más, sumada a la guerra, a la emisión monetaria y a campañas estatales como buy american, que intenta acelerar la dinámica económica. En coro con él, Santos y Angelino no se han avergonzado impulsando el TLC en Washington, cuantificando las pérdidas que, por no aprobarlo, tienen las empresas estadounidenses.

La creciente desigualdad entre las dos naciones no fue subsanada por la negociación, antes bien se agrandó al admitir, entre algunas de las más notorias iniquidades, los cuantiosos subsidios agrícolas del Norte; el aguacero de manufacturas de segunda y sobrantes; la prolongación del periodo de las patentes sobre medicamentos y la sobreprotección a la inversión gringa. En 2012 esto será aún más grave que en 2007. Por ejemplo, los volúmenes de bienes agropecuarios permitidos sin arancel para 2007, se incrementarán para 2012 debido a que el ritmo de crecimiento anual de las cantidades y el de la rebaja de los aranceles se cuenta desde la fecha de negociación y no cuando se pone en marcha. Así, para 2012, las importaciones libres de arroz no serán las 79 mil toneladas iniciales sino más de 90 mil; las de maíz no serán dos millones sino 55 mil más; la carne de cerdo ingresará en cualquier cantidad sin arancel y, si se suma el capítulo lácteo con otros TLC, el diluvio de derivados, incluyendo lactosuero, está cantado. Al balance comercial negativo ayudará la tendencia de revaluación del peso que se remarcará y que ya ahogó la exportación de flores.

El control de precios a medicamentos y los derechos sociales quedarán atrás y las ventajas concedidas por la Confianza Inversionista, como contratos de seguridad jurídica; zonas francas; eliminación del impuesto a utilidades remitidas desde filiales a casas matrices; insignificantes regalías mineras y petroleras y otras más; se adicionarán a las leoninas cláusulas negociadas para las inversiones, como la solución de controversias inversionista-Estado en tribunales internacionales.

El TLC en 2012 será peor que en 2007. La economía nacional está más debilitada y nuevos proyectos, como el Plan Nacional de Desarrollo (2011-2015) o el de universidades- empresa, facilitan su cruda aplicación. Una criatura de Uribe y Santos, el primero hizo la obra negra y el segundo los acabados, la historia no los absolverá.

Aurelio Suárez