Nuestros Mayores y Mayoras -Indígenas, Campesinos y Afros- en los años 70 lucharon por nuestra Madre Tierra. La defendieron, la recuperaron, y con el principio de la Unidad se movilizaron para hacer valer su autonomía y cada una de sus Culturas. Ahora se acerca el Primero de Mayo, un día donde todos y todas estamos llamados a vivificar esa herencia uniendo esfuerzos para defender nuestra Dignidad.

 

Nos referimos a una Dignidad que implique poder acceder a una educación realmente pública, sin inversionistas privados; que implique además poder concebir la salud como un derecho fundamental; que no permita que sea limitado el presupuesto para la inversión social; que pueda defender la Soberanía de nuestro país para que no sigan entregando nuestros recursos naturales a las multinacionales; y que implique tener fortaleza y sabiduría para no permitir que nos sigan desplazando, silenciando y señalando de terroristas. Ser concientes de que todos estos ámbitos de la vida social están siendo vulnerados gracias a la firma de los Tratados de Libre Comercio con EEUU y la UE, ante lo cual debemos actuar con dignidad y conciencia para no permitir que continúen con estos acuerdos comerciales que son la muerte para la vida toda.

En Colombia, como en cualquier parte del mundo donde los derechos sociales y humanos son altamente vulnerados, los que se atreven a defender la vida son señalados, silenciados y desparecidos. Como ocurrió con Sandra Viviana Cuellar, una joven caleña con una actitud solidaria y un gran compromiso con la justicia ambiental y social. Injustamente la desaparecieron y hasta ahora no se sabe sobre su paradero. Asimismo, al maestro ambientalista Mario Mejía, las fuerzas militares colombianas lo amenazaron y le allanaron su casa en la ciudad de Cali. El maestro trabaja con campesinos por la soberanía alimentaria y por el cuidado del agua. Es así como continúa la criminalización en condiciones de impunidad en contra de los que no permiten que se concedan licencias a las multinacionales y que se oponen al saqueo del territorio nacional.

Sumado a esto cabe señalar que la política de “seguridad democrática” del gobierno de Álvaro Uribe Vélez quedó implementada en el territorio del Norte del Cauca como en otros: hasta el momento se incrementaron los batallones de alta montaña con el supuesto de acabar con los grupos insurgentes y el narcotráfico, sin embargo, el resultado esperado con el Plan Colombia no tuvo éxito alguno; no se desmovilizaron los paramilitares, actualmente existen las Bacrin (Las Águilas Negras, Los Rastrojos), no acabaron las guerrillas y contrario a esto lo que incrementaron fueron las masacres, los asesinatos selectivos, el desplazamiento forzado y la violación a los derechos humanos. Bajo este contexto se quiere continuar con la firma del TLC, con la carta de presentación de nuestros muertos y desplazados.

Los niños asesinados en un campamento de la guerrilla en el Resguardo de Tacueyó, el día 26 de marzo del 2011, fueron presentados por el gobierno ante la opinión pública como un golpe duro a las FARC. No obstante, lo que no se informó en los medios masivos de comunicación fue cómo llegaron estos niños al campamento y cómo siempre la población termina de títere en una guerra que no le pertenece. Los niños habían sido reclutados por las FARC y las fuerzas armadas del gobierno los asesinaron. Estos hechos sucedidos son una muestra de cómo la guerra es una estrategia más del gobierno colombiano y de los entes armados legales e ilegales, una estrategia basada en la promoción de la guerra y el terror como negocios sucios que les generan poderes ilegítimos.

Se hace pertinente entender que la guerra que tanto afecta nuestros territorios responde a acuerdos internacionales como el Plan Colombia. Que el gobierno vía la comunicación masiva pretende hacernos creer que los únicos problemas para conseguir la paz en el país son la guerrilla y el narcotráfico, sin embargo, sabemos que esas ideas emitidas son irresponsables y que además no reflejan nuestras realidades, que son formas de distraer a la gente y hacernos pensar en una paz utópica, porque la paz no se construye con proyectos que sólo buscan enceguecer a las comunidades haciéndolas pensar en cualquier otra cosa menos en la realidad y en la raíz de los problemas. 

No debemos permitir que el dolor, la resistencia pacífica, los muertos, las palabras de autonomía y la cultura sean cooptadas por el gobierno nacional y sus proyectos para convertirlas en negocio; no podemos caer en el pensamiento reduccionista que convierte lo humano en simples cifras basadas en estadísticas y en diagnósticos mientras continúan acabando con la vida de todas las formas posibles. Debemos izar las banderas de la Dignidad y alzar nuestras voces de desacuerdo con estas políticas de privatización de la vida.

Vimos cómo durante este año 2011, a nivel nacional la gente con dignidad salió a las calles a defender el Páramo Saturbán, a defender la producción láctea nacional, a defender la educación pública y a decir que no estamos de acuerdo con las firmas de los TLC, ni con la ejecución del terror para el capital y los ríos de dinero a cambio de silencios o palabras vacías. Debemos continuar con estas formas de expresión que son la voz viva de nuestras comunidades y procesos, no permitamos que nos callen y salgamos a la calle a luchar por una vida con Dignidad!

Tejido de Comunicación de la ACIN