Semillas originarias y campesinas en resistencia. Las organizaciones campesinas y pueblos originarios que conforman la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC), Vía Campesina (VC) Chile, llegaron hasta el Palacio de La Moneda para entregar una carta al Presidente de la República, Sebastián Piñera y hacerle entrega de un pronunciamiento público en defensa de las Semillas nativas.

Recientemente, entre gallos y medianoche, el Parlamento chileno aprobó por mayoría el Convenio Unión internacional Para la Obtención de Vegetales (UPOV) 91, que en estos momentos se encuentra paralizado para que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre el tema, después de escuchar a los interesados en una audiencia pública. Frente a este panorama, conscientes que el Convenio UPOV 91 significa en la práctica vulnerar los conocimientos ancestrales y poner en riesgo la biodiversidad del territorio, las organizaciones campesinas y pueblos originarios, expresan su rechazo y demandan del Estado chileno, la protección a las semillas originarias y con ello el legitimo derecho a un alimentación sana.

La CLOC-VC-Chile que agrupa a la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI), la Confederación Ranquil, Asamblea Mapuche de Izquierda, Coordinadora de Estudiantes por la Agroecología (CEPA) y Marcha Mundial de Mujeres (MMM), representados por Florencia Aróstica, presidenta de Anamuri y Osvaldo Zúñiga, presidente la Confederación Ranquil, señalaron que el proyecto de ley, viene a privatizar los recursos genéticos y la biodiversidad nativa de Chile, ilegalizando con ello, prácticas que han estado en vigencia desde los inicios de la agricultura, como es seleccionar, mejorar, obtener, guardad, multiplicar e intercambiar semillas libremente en cada cosecha.

El UPOV 91 es parte de un paquete contenido en los Tratados de Libre Comercio (TLC) que Chile firmó en el 2004. Dicho Convenio, otorga la propiedad sobre variedades de semillas, sin exigir pruebas de mejoramiento y con ello, crea las condiciones para la introducción y expansión de los cultivos transgénicos, que cómo ya ha sido denunciado por estudios científicos, provoca graves daños a la salud de los seres humanos. En estricto rigor, se han creado las bases para entregar todo nuestro patrimonio de semillas a transnacionales como Monsanto, una empresa que tiene el monopolio en todo el planeta.

Quién controle el monopolio, podrá definir qué tipo de semillas se usaran en el país, quiénes podrán tener el derecho del control de comercialización, importación o exportación del material de propagación. Del mismo modo, solo bastara la orden de un juez, para decomisar y/o embargar cultivos y cosechas de quienes sean acusados de no cumplir con la ley. Como si esto fuera poco, una vez publicada la ley, tiene efecto retroactivo a través del Arto. 6 y sus disposiciones transitorias, de este modo cualquier campesino/a, o productor/a, que hubiese adquirido de forma “legal” una variedad de semilla, quedará a partir de la publicación de la Ley, sujeto a ser acusado/a de “porte, tenencia y transporte ilegal” de semillas.

Toda la pirotecnia que se utiliza para fundamentar los “beneficios” del Convenio UPOV 91, se basa en la introducción de tecnologías que no guardan relación directa con la Ley, aduciendo que se intenta crear las condiciones para la introducción de los llamados farmocultivos, que de convertirse en una realidad, no solo tiene efectos graves en la salud pública, sino también afectan la producción de alimentos y las exportaciones agrícolas. Es decir, entre sumas y restas, el pueblo o como dicen ahora los postmodernos “el ciudadano de a pie” o el mundo campesino y las comunidades, siempre salen perdiendo.

El Convenio UPOV 91 fue aprobado por 13 votos a favor, 5 en contra y 6 abstenciones. Alguien podría pensar que los parlamentarios no están al tanto de este grave atentado a nuestro patrimonio ancestral? a la violación de nuestro más elemental derecho al alimento? Y aun suponiendo que su ingenuidad no tiene límites ¿qué los lleva a abstenerse, como fue el caso de los señores Escalona, Letelier, Walker y Zaldívar, entre otros? Otro dato, hay que señalar al margen, que la abstención es lo mismo que votar a favor.

Este es el paisito en el que nos toca vivir, con parlamentarios que usan su escaño para figurar en los medios, sonreír a los empresarios y acatar las órdenes de un poder que ya no reside en “nuestra tan civilizada democracia a la chilena”. La Soberanía es un concepto que ya no se asocia con el territorio, con nuestras tradiciones, con nuestra diversidad cultural.

Por eso, campesinos/as y mapuche entregando papeletas con información de un Convenio que nadie tiene idea que ha sido aprobado, resulta casi una fotografía de postal turística. Ni siquiera los encargados del orden (carabineros) tenían muy claro que hacer frente al despliegue de carteles y de semillas que circundaban hoy el frontis del Palacio de La Moneda, sin embargo, ellos preocupados de la seguridad, atemorizaban a los/as manifestantes, con la llegada de violentos escolares que a esas horas se encadenaban en un Ministerio, exigiendo una educación gratuita, laica y de calidad para todos/as.

Las Semillas se declaran en resistencia y en lucha, los y las campesinas, junto a los pueblos originarios se han pronunciado una vez más “no aceptamos que privaticen la semillas, porque ellas son un producto social, cultural, histórico y en permanente evolución. Las Semillas son patrimonio de los pueblos y se han puesto históricamente al servicio de todos los chilenos, no permitiremos que hoy se conviertan en lucro de grandes monopolios nacionales o transnacionales. A resistir el despojo y continuar la lucha por la biodiversidad y la soberanía nacional”.

 

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