En el siglo I Juvenal acuñó la frase, pan y circo, explicando la costumbre de los emperadores romanos de regalarle al pueblo, trigo y entradas al circo, para mantenerlo fuera de la política.

 

Así ocultaban sus canalladas Julio César y Aureliano son recordados entre otras cosas por regalar a los más pobres, trigo y entradas a los juegos del circo romano (carreras y luchas de gladiadores), evitando que se ocuparan de los temas importantes de la sociedad romana, como pasa hoy, cuando ya no existen los juegos del circo, pero ahora existen otras formas más efectivas de mantener al pueblo atento de cosas banales, sin importancia, intrascendentes, mientras los gobernantes atentan contra los intereses del pueblo.

Es exactamente lo que pasa en nuestro país, donde los medios de comunicación mantienen la atención del pueblo en otro lado, mientras el gobierno, antes de Uribe Vélez y ahora de Santos asesta en su contra los más duros golpes, arrebatándole sus derechos, con el agravante que no hay pan para regalar, por el contrario la sociedad se ve enfrentada a una carestía permanente en el precio de los alimentos, sobre todo los alimentos de los pobres, que pagan más por ellos que los de otros estratos.

Un ejemplo ilustra esta situación. Las empresas de chocolates viendo que muchas personas no tienen el dinero suficiente para comprar una libra de chocolate, empezaron a venderlo por pastillas, no para beneficiarlos, sino para beneficiarse. Una pastilla de apenas 25 gr vale $350, mientras la libra completa vale $4.400, con pastillas de 31 gr. Así al pobre le sale más caro comprar al detal, por no tener como comprar la libra. Eso por poner un ejemplo.

El pobre que no cuenta con recursos, debe pagar más por sus alimentos, haciendo indispensable buscar una formula colectiva que abarate los alimentos de los menos favorecidos, incluyendo no comprar en Carrefour, Colsubsidio y el Éxito.

En cuanto al circo, pues son varias sus principales formas, para mantener al pueblo entretenido, pensando idioteces, como la televisión basura, donde se muestran  modelos a seguir, como los capos del narcotráfico; los sicarios; los policías, jueces, militares, funcionarios y políticos corruptos; reality show; las prepagos; y otras formas de comportamiento que han ido escalando posiciones en la vida nacional, el fútbol, en el que los jóvenes se matan por su equipo, cuando muchos de estos son propiedad de delincuentes, que ponen y quitan jugadores, árbitros y hasta resultados, y ahora las actuaciones circenses de algunos políticos, empezando por la vergonzosa conducta de la Comisión de Investigaciones y Acusaciones de la Cámara de Representantes de frente al caso del ex presidente Álvaro Uribe Vélez, pero también de casi todos los sujetos procesales intervinientes en la fallida versión libre, donde se rompieron todas las normas procesales penales, todo por dar un spectáculo que llena a gran parte de la sociedad, esa mal educada, ignorante, fácilmente manipulable.

Si algún profesor de derecho procesal penal quiere enseñar a sus alumnos lo que no se debe hacer en una diligencia judicial, no es sino presentarles la suspendida versión libre de Uribe Vélez, suspensión que ahora intenta poner a su servicio, mostrándose como la víctima, cuando él y su gobierno, son los victimarios de muchos colombianos de bien. A eso se suma la “disputa” entre el vicepresidente, Angelino Garzón y el ministro del interior y justicia, Germán Vargas Lleras por si hay o no indulto, como si pertenecieran a dos gobiernos diferentes. Quien no se podía quedar sin aportar para la entretención nacional es el malevo Procurador General, que en el proceso de Iván Moreno decretó la declaración del ex candidato presidencial, ahora candidato a la alcaldía de Bogotá Gustavo Petro, quien sin ser testigo de nada, rindió una declaración llena de inexactitudes, refutada por la defensa de manera desafortunada. Todo por hacer espectáculo circense y ganar adeptos. Todo vale.

Claro los Nule hace rato están vestidos de bufones, acompañados por la Fiscalía General de la Nación, que en lugar de buscar su condena, parece busca más bien exculparlos, conducta que también ha asumido respecto de un personaje siniestro, Víctor Carranza acusado por varios jefes paramilitares de ser su par, quien por estos días está siendo muy nombrado por estar exponiendo su esmeralda más grande, la más cara del mundo. Y así otros muchos episodios nacionales, que ocupan la atención de la mayoría del pueblo colombiano, mientras el gobierno de Santos, amigo de Carranza, hace de las suyas en el Congreso, donde ha pasado cuatro reformas constitucionales, para completar en el año de los 20 años de la Constitución Política de 1991, 33 reformas, una de las cuales, la regla fiscal, sepulta el Estado Social de Derecho, como lo sostuvo de manera argumentada y seria el ex magistrado José Gregorio Hernández en su columna del periódico La Patria.

Pero además logró la aprobación de más de cuarenta y cinco leyes en un año, unas inmensamente atentatorias contra los intereses del pueblo, todo cobijado con la aprobación de la ley de víctimas, que se perfila como una nueva desilusión para las víctimas, tal como lo denunció la bancada del Polo Democrático Alternativo. Bajo su manto aprobó la ley de seguridad ciudadana, que se puede comparar con el Estatuto de Seguridad del gobierno de Turbay Ayala a principios de la década de 1980, norma que permitió la tortura y el control social de manera férrea, como será usada esta norma, empezando por la penalización de la protesta social, en una país donde cada día hay más cosas por las que protestar, como la entrega de gran parte del país a las multinacionales de la minería para que se lleven nuestros recursos naturales no renovables, sin importar lo que afecten nuestro medio ambiente, sin que las autoridades competentes hagan nada, claro además de centralizar las regalías.

Por todo esto debemos recordar lo dicho por Noam Chomsky: “mientras el grueso de la población se mantenga pasiva, entregada al consumismo y apática, los poderosos del mundo podrán seguir haciendo lo que les plazca, y a los que sobrevivan a eso no les quedará sino contemplar un resultado catastrófico”. El pueblo colombiano no puede seguir sumido en ese marasmo que sufrimos, y quienes estamos llamados a luchar por un país decente, con justicia social, debemos asumir el reto, sin importar los riesgos, ya que no nos perdonaran las generaciones futuras nuestra complicidad con lo que pasa, o nuestra incapacidad para enfrentar lo que sucede. No nos está permitido ser timoratos, cobardes, habladores no más. Debemos pasar a la práctica, la teoría no es suficiente. Usted ¿de que lado está?

 

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