Fueron disparos de fusiles los que violentaron la cálida mañana. Disparos de fusiles que callaron la guitarra. Y silenciaron una voz que durante varias décadas fue parte de nuestra propia voz. Como la de Mercedes, como la de Benedetti o como la de Neruda. Como Atahualpa o Ali Primera. O como la de Víctor Jara. No sabíamos si Facundo era más filósofo que poeta o más cantor que filosofo.
Notas de Juan Cendales
¡Ay, qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
A las cinco de la mañana
Fueron disparos de fusiles los que violentaron la cálida mañana. Disparos de fusiles que callaron la guitarra. Y silenciaron una voz que durante varias décadas fue parte de nuestra propia voz. Como la de Mercedes, como la de Benedetti o como la de Neruda. Como Atahualpa o Ali Primera. O como la de Víctor Jara. No sabíamos si Facundo era más filósofo que poeta o más cantor que filosofo. Pero sus canciones nos acompañaron en más de una inacabable tertulia, de aquellas de sonámbulos soñadores y de enamorados de las madrugadas. Cuando habían fuerzas para tales malabares.
Ya llevábamos algún tiempo sin que nos despertara la noticia del fusilamiento en nocturnidad y alevosía de algún amigo querido, de algún camarada entrañable. O de gente como Facundo a quien sin haberle nunca estrechado la mano le sentíamos tan cercano. Somos una generación que nos estremecimos con el ajusticiamiento de Víctor Jara, cuando apenas empezábamos a aprendernos sus canciones. Treinta y ocho años después fusilan alevemente otra guitarra. Disparos que recuerdan al mundo que los escuadrones de la muerte siguen vigilantes en América latina. Llevan más de cincuenta años disparando en las noches y en las madrugadas. Emboscando la libertad. Tirando desde helicópteros artillados al rio de la plata cuerpos destrozados por las torturas de trabajadores y estudiantes. Bombardeando la Moneda, torturando a quienes son hoy presidentes de sus países en Uruguay y Brasil. Masacrando indígenas en etnocidio parecido al de la conquista. Fusilando inocentes por miles en Colombia, matando a las mujeres de Juárez, bombardeando Granada, dando golpes de estado en Honduras y manteniendo caréceles de horror como la de Guantánamo.
Julis Fucik el gran poeta checo torturado en las prisiones de los invasores alemanes nos decía en esa magistral obra escrita con sangre en los calabozos fascistas…… “hombres estad alerta!
Los disparos de esas amargas cinco de la mañana que acabaron con Facundo Cabral y con alguna parte de cada uno de nosotros son una alerta de que el fascismo, los escuadrones de la muerte y el terror siguen acechando por toda América latina.
Estad alertas.
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