Dante en la Divina Comedia puso al sumo sacerdote Caifás -aquel que tanto abogó con arteras maniobras por el suplicio de Jesús- en la fosa del infierno que les corresponde a los hipócritas, donde se encuentran crucificados y son pisoteados por los otros condenados que, para mayor castigo de estos fingidores, visten capas de plomo.

La alocución de Santos en las Naciones Unidas, engreída como todo lo suyo, sobre la reclamación palestina es de la más acendrada estirpe de los caifases y aporta a la tradición –traición- nacional que enriquecieron anteriores presidentes como Turbay, el Judas de Latinoamérica por aquello de su apoyo a Inglaterra contra Argentina en el asunto de las Malvinas. Es un arte mayor de la rancia oligarquía colombiana colocarse siempre en contra de la lucha de las naciones subyugadas, siempre a favor de los dictados del imperialismo gringo y haciéndolo con un estilo malicioso, con besito incluido, para que no le cojan los dedos al cerrar la puerta. Lo cual demuestra, entre otras cosas, que estos que posan en Bogotá de grandes estadistas no pasan de ser majaderos mandaderos de sus amos del Norte.

Mientras la inmensa mayoría del mundo apoya decididamente la iniciativa de un Estado Palestino en las fronteras anteriores a la guerra de 1967, que ha presentado la Autoridad Palestina ante las Naciones Unidas, el presidente Santos gasta abundantemente del erario de todos los colombianos para desplazarse con boato a Nueva York a repetir las desgastadas astucias de los gobiernos de Estados Unidos e Israel como si fueran genialidades que se le hubieran ocurrido hablando con sus funcionarios un buen día en La Casa de Nariño. Para eso pudiera haber mandado por correo un rollo de cinta para “adherirse” a todo lo que le venga en gana a Obama, ah, y a Netanyahu.

Cómo pueden Santos y sus cortesanos –ese bazar que comienza en los puestos de los antiguos partidos uribistas, pasa por los liberales y continua en los verdes, los progresistas de Petro y los signatarios del seudo partido de Angelino- ignorar que el Estado de Israel ha construido un muro de segregación contra los palestinos, que derriba con maquinas las casas palestinas para erigir colonias judías. Cómo pueden ignorar el continuado genocidio, el campo de concentración, el gueto –qué ironía- en Gaza donde se trata de reducir por hambre calculada y por una miseria científica a medio millón de personas. Cómo pueden ignorar que la Organización de las Naciones Unidas creó el Estado de Israel sin negociación alguna con los palestinos. Para ahora repetir que hasta tanto no haya acuerdo con el Gobierno de Israel –que no busca pacto sino rendición y expulsión- no habrá patria para el pueblo Palestino. Se requiere demasiada hipocresía, demasiados ropajes talares al estilo del sumo sacerdote Caifás que fuera taimadamente del templo a Pilatos y de Pilatos a Herodes y de Herodes nuevamente a Pilatos hasta que consiguió la víctima que tanto anhelaba.

Y no es una confusión momentánea de nuestros gobernantes, un desvanecimiento de la realidad. Tanto saben lo que hacen –lo que les mandan- que se han negado a reconocer a Palestina cuando toda América Latina –y la mayor parte del mundo- ya lo han hecho. Pero se consuelan en su hipocresía diciendo que ven con buenos ojos la lucha del pueblo palestino. Ah, pero que no les digan que la apoyen con su voto.

A todas esas nauseabundas maniobras, qué dice el Doctor Angelino que posa de eminencia social. Pero bueno, hasta tonto es preguntárselo:

Angelino, que hace de policía bueno –el malo lo hace cualquier funcionario de segunda o estadística con los cuales hacer una gran pataleta para encubrir su identidad con la política neo liberal- para convencer al pueblo que acepte el sistema porque después de las patadas que le dan, son buenas las pasadas de mano por el lomo que le hace el vicepresidente como si fuera un perro que se amaestra, y que todo siga igual y todos tan contentos. Naturalmente ni una palabra sobre Palestina.

Es que en eso de ser seguidor del Sumo sacerdote del Templo, Angelino es alumno aventajado. Su hipocresía es de antología, de enmarcar. Cómo así que el funcionario –por que el vice-presidente es en la teoría y los hechos un funcionario- del Gobierno de Santos, que ha aprobado el engendro del Plan de Desarrollo –con aumento de impuestos incluido-, la ley de sostenibilidad fiscal –para colocar los “derechos” de las multinacionales por encima de los derechos de los colombianos-, el recorte de las regalías –para poner esos recursos al servicio del capital financiero internacional-, la entrega de los recursos naturales a las multinacionales, pretenda hacerse pasar dizque por defensor de oficio del pueblo ante los males que producen las decisiones aprobada y que él secundó y secunda. Él hace parte de una conspiración para engañar a los colombianos, es uno de los planes B para desviar los esfuerzos populares.

Como dice la sabiduría popular: ahí vas, Caifás.

Pero ahora viene Abbas, el presidente palestino, a Bogotá, a instar al Gobierno de Santos a que no use el cargo de Colombia en el Consejo de Seguridad contra ese hermoso y digno pueblo. Metidos entre los palos Santos, Garzón y su cáfila, ¿a qué nueva santurronería hipócrita recurrirán para mantener su infinita obsecuencia ante Washington pretextando, no obstante, cariño a Palestina?

Confiemos en que pese a las maniobras del imperialismo norteamericano, del Gobierno de Israel y de sus acólitos –entre los cuales para vergüenza nacional se encuentra nuestro país-, triunfe la iniciativa Palestina.

 

Moir