Los Wiwas, Koguis, Arhuacos y Kankuamos como cuidadores y defensores de la Sierra Nevada de Santa Marta al Norte de Colombia, tienen todo un proceso de lucha y resistencia milenaria.

Ellos al igual que otros pueblos indígenas, con la llegada de los españoles debieron abandonar el valle y refugiarse en las montañas. Allí se vieron obligados a destruir una parte de su propia Madre para poder pervivir como pueblos.

En los años 50 continua la invasión, disfrazada en esta ocasión de rojo y azul de los partidos politiqueros tradicionales. Los liberales y conservadores se peleaban la gente, como cualquier mercancía que se pudiese negociar. Sin duda una estrategia muy bien pensada por el Estado y los terratenientes para sembrar división y muertes entre pobres.

Llega a la sierra, la mal llamada bonanza marimbera y el negocio de la coca en la década de los 70. Algunos ricos llegaron a establecer estos cultivos dentro del territorio, sus habitantes se convirtieron en raspachines (personas que cogen la coca de la mata) y dependientes del dinero. Situación que fue deteriorando el uso tradicional del poporo y de las hojas de hayo (hojas de coca) junto a otras costumbres de las comunidades.

Sumado a esto, se acrecienta la guerra en los 90. La disputa del territorio entre los grupos armados legales e ilegales deja alrededor de cuatrocientos muertos y centenares de familias indígenas desplazadas.

Pero hoy también les quiere arrebatar y desplazar de la sierra, lugar que en gran proporción está pedido en concesión para la explotación minera, una de las locomotoras del actual gobierno.

Además, bajo el pretexto de resolver suministro de agua para varios municipios de la región, se construyó la represa “El Cercado” sobre el rio Ranchería en pleno territorio Wiwa. Dicen sus habitantes que se teme que en épocas de invierno se salga de su cause. Al mismo tiempo el pueblo Aruhaco resiste a la construcción de otra hidroeléctrica en la comunidad Los Besotes sobre el río Guatapuri, en la cabecera de Valledupar.

Puerto Brisa es otro megaproyecto que se construirá para unificar los puertos de carbón que harán más fácil el camino para robarse el mineral negro de este territorio.

Tayrona estero, la voz de los guardianes de la Sierra

En medio de esta estrategia arrasadora perviven los pueblos indígenas de la sierra. SERANKUA el padre de los indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta dejó el territorio para que allí vivieran sus hijos y a cada uno le dio una misión de ser guardián en la sierra. Y NIANKUA la madre, bautizó dando un nombre a cada uno de los lugares del territorio.

La Sierra Nevada fue denominada el corazón del mundo y es ella quien abriga a los pueblos indígenas Koguis, Arhuacos, Wiwas y Kamkuamos, que son nuestros hermanos mayores.

Entre los árboles verdes se esconden los ríos Guatapuri, Chiscuinlla, Pontón y Candela que juntos le dan fuerza al rio Cesar. Sus aguas cristalinas bañan la comunidad de Atànquez, resguardo indígena Kamkuamo, al sur de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el departamento del Cesar.

Atánquez por su ubicación geográfica es también el sitio de encuentro de los cuatro pueblos indígenas asentados en la sierra. Su ejemplo de unidad se demuestra en el Consejo Territorial de Cabildos. Este consejo es la máxima autoridad y esta conformada por los cuatro cabildos gobernadores elegidos por cada comunidad. Además las comunidades que conforman cada pueblo obedecen a las normas de los cabildos menores de sus localidades. En su ejercicio de gobierno propio promueven la identidad, la unidad y la autonomía.

Dentro de este proceso de organización y resistencia, se dieron cuenta que era necesario tener una emisora que unificara los cuatro pueblos en una sola voz. Fue así como juntos presentaron una propuesta al Ministerio de Comunicaciones.

De esta manera se convierte un sueño en realidad, llega la emisora en el 2005 para los pueblos serranos. Pero también llegan las dificultades, no se contaba con recursos para la construcción de los estudios. Con plata prestada, la cual hasta el momento deben edificar la sede.

Desde muy temprano Tayrona estéreo despierta con el sonido tradicional de gaitas, chicotes y décimas, a los cuatro pueblos de la sierra. La espiritualidad y las costumbres culturales indígenas se reflejan en su programación radial.

Además cuentan con un equipo humano de doce personas, que manejan una programación radial de 12 horas. Ninguno de ellos tiene una formación académica en comunicación social, ellos han aprendido haciendo en la misma radio. Su compromiso es grande, no reciben bonificación económica por su trabajo comunicativo, sin embargo llegan a las comunidades para abrirle el micrófono al niño, a la niña, al joven, al mayor o mayora.

Dos computadores y dos grabadoras digitales, son los instrumentos con lo que cuentan para realizar sus producciones radiofónicas. Pero esto no es impedimento para desarrollar programas sobre salud, educación, territorio, mujer y jóvenes. En estos espacios se busca analizar las realidades que afronta el corazón del mundo.

Además combinan los vallenatos, las rancheras, las baladas y la canción social con microprogramas y los mensajes de reflexión, para llegar a los oídos de sus hermanos menores.

Pero Tayrona Estéreo, al igual que otras emisora indígenas, muchas veces no cuentan con recursos para pagar los gastos de energía, los daños eléctricos ó del transmisor.

Sin duda durante los seis años de estar al aire han logrado fortalecer sus costumbres culturales, además rescatar los sonidos de los chicotes, las decimas y las gaitas que antes solo resonaban en los oídos de los mayores. Trabajo que también se ha logrado hacer con grupos de vallenato que le cantan a su región.

El constante trabajo de Tayrona Estéreo se convierte en la compañía de los guardianes de la sierra. Intentan desde la radio fortalecer las conciencias para que sean muchas más las personas que junten sus manos para sostener las cuatro patas de la mesa con la que asemejan a su sierra.

Por eso insisten en que su proceso de comunicación es la conexión con la naturaleza que les ofrece su sierra. Tienen claro que si algún día la emisora desaparece no desaparecerá su pensamiento y sus costumbres. Por tanto persisten en fortalecer el cacho, la rama tirada en el camino, la tarabita, las fogoniadas y el trinar de las aves.

También echan mano de la comunicación silenciosa, de la sabiduría y los consejos de sus Mamos, para que guíen cada puntada del mochilón donde recogen la memoria viva de sus pueblos, para convertirlas en palabras para la resistencia.

 

Tejido de Comunicación – ACIN

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