La Gran Colombia Gold intentaba, de esa manera, obligar a los mineros a reconocerle la propiedad sobre unas minas que, aunque la multinacional alega le pertenecen, los mineros arguyen -son de ellos- porque las explotan desde hace ya muchos meses.

 

Los mineros artesanales de Marmato hicieron respetar su derecho al Trabajo

 

Hace menos de un mes, el 25 de Noviembre, ante el intento de la multinacional canadiense Gran Colombia Gold, de cerrar las minas El Esfuerzo y Carrizales en Marmato, Caldas, más de cuatrocientos mineros artesanales se levantaron en resistencia civil y, ante la agresión de que eran objeto, se pusieron en movimiento y en pocas horas, en la carretera de acceso y en la vía a las veredas del norte del municipio, atravesaron palos, piedras, llantas y, ellos mismos, con algunos de sus familiares, se pararon con firmeza para expresar su ira ante los procedimientos de una empresa extranjera que, sin mediar orden de desalojo de autoridad alguna, pretendía intimidarlos para obligarlos a dejar sus sitios de trabajo.

 

La Gran Colombia Gold intentaba, de esa manera, obligar a los mineros a reconocerle la propiedad sobre unas minas que, aunque la multinacional alega le pertenecen, los mineros arguyen -son de ellos- porque las explotan desde hace ya muchos meses.

 

Una vez levantadas las barricadas que reafirmaban su decisión de hacer respetar su derecho al trabajo, los hombres del socavón, exigieron una mesa de negociación con la Gran Colombia Gold. Querían plantear ante ellos y ante las autoridades del municipio, los argumentos y las razones que los llevaban a actuar, de la manera como lo estaban haciendo, y llegar a un acuerdo que les permitiera seguir trabajando en paz.

 

Ese día no fue posible alcanzar un acuerdo. Las personas designadas por la compañía, para representarla en la mesa de negociación, no disponían de autorización para llegar a un pacto con los representantes de los mineros artesanales. Hubo que esperar a que vinieran, desde Bogotá, voces autorizadas para adelantar las negociaciones. Eso obligó a que se dispusiera una olla comunitaria y los mineros pasaran la noche vigilando la barricada levantada. Lo hicieron en medio del invierno feroz que azota la región.

 

Al comenzar la tarde del día siguiente, llegaron los voceros acreditados por la compañía y se reanudaron las negociaciones. Durante varias horas se adelantaron los diálogos con la presencia de representantes de la alcaldía y el gobierno departamental. Ante la situación y las barricadas, el alcalde decidió declarar ley seca y el secretario de gobierno del departamento, pedir la intervención de la fuerza pública. Pero, aunque pretendieron intimidar a los mineros con el argumento de que si no levantaban las barricadas no habría negociación y sí cárcel para los manifestantes, estos no se dejaron amedrentar y se sostuvieron en su posición.

 

Los puntos centrales del acuerdo se resumen en que la compañía acepta que los mineros continúen trabajando las minas de El Esfuerzo y Carrizales; la compañía y los mineros crean una mesa para adelantar conversaciones sobre los diversos aspectos que afectan las relaciones entre las partes; la compañía se reserva el derecho de adelantar acciones legales sobre esas dos minas, es decir, presentar amparos administrativos, y los mineros se reservan igual el suyo de contestarlos. La mesa que se crea se reunirá periódicamente y los puntos en los que no haya acuerdo tendrán que dirimirse -como en un Estado Social de Derecho- ante las autoridades respectivas.

 

Una vez alcanzado el acuerdo, los mineros levantaron la barricada, retornaron al trabajo en sus minas y, dejaron claro, a autoridades y compañía, que los mineros artesanales de Marmato están dispuestos a hacer respetar sus derechos, defender sus sitios de trabajo y su municipio de las pretensiones de la compañía de adelantar una explotación a cielo abierto.

 

A la administración departamental que comienza el próximo primero de enero, le cabe una gran responsabilidad frente a esta realidad. Marmato es, sin duda, un terruño que llevamos en el corazón y estamos dispuestos a defender millares de caldenses. Ojalá, los negocios de los grandes monopolios y sus calanchines en el gobierno, no primen sobre la tradición, los usos, las costumbres y la historia de los marmateños.

 

Fueron muchas las voces de solidaridad que recibieron los mineros artesanales de Marmato. Quienes creemos que el Cerro del Burro debe seguir siendo de los marmateños y de sus descendientes, comprendemos que manifestaciones como la desarrollada en esos dos días se seguirán presentando y que serán inevitables hasta que se resuelva, ojalá por medio de una Ley, que no habrá minería a cielo abierto.

 

Oscar Gutiérrez Reyes

Manizales, Diciembre 19 de 2011

Publicado por el periódico El Andino de Manizales