En el 2003 conocí a un ciudadano estadounidense que tenía en su computador los mapas de todos los ríos del Tolima. Una cartografía especializada en recursos hídricos que, según él, se trataba de un hobby. Por supuesto que no era un hobby:

esos mapas especializados en agua de alguna manera sintetizaban lo que se vendría en el futuro en el mundo: el control de las tierras fértiles y los recursos hídricos mundiales por parte de los países desarrollados.

El martes 3 de enero, EL TIEMPO publicó un análisis titulado ‘Continentes en venta’, donde nos alertaron sobre esa nueva forma de colonialismo que se está dando en el mundo. Decía que en Argentina se acaba de aprobar una ley en donde se limita al 15 por ciento la tenencia de suelo argentino por parte de países extranjeros. Y decía también que en Colombia no existe ninguna ley que les ponga coto a esas inversiones sobre nuestro territorio. Y esto es algo realmente preocupante.

El análisis decía textualmente: “(…) grandes extensiones de tierra que forman parte de los ríos que nacen en el macizo Colombiano han sido compradas apresuradamente por extranjeros en Putumayo, Huila, Caquetá, Nariño y el piedemonte de la cordillera Oriental”. Entonces, claro, recordé aquellos mapas en aquel computador y supe que aquel hobby tenía un objetivo específico, como ya lo había vaticinado Gabo en El otoño del patriarca, cuando el dictador vendió el mar y se lo llevaron.

En una cantina de San Vicente de Chucurí, el dueño y dependiente no me quiso vender una cerveza hasta estar seguro de que yo no pertenecía al grupo de extranjeros avistadores de pájaros que estaban comprando, con su ‘nadadito de perro’, las cimas de las montañas. “Hoy llegan a mirar pajaritos y mañana la montaña será de ellos… y los pájaros y el agua”, dijo.

Me impresionó la conciencia territorial de aquel hombre, de unos 35, en contraste con la poca conciencia que tienen nuestros gobernantes al respecto. Me parece de carácter urgente que se legisle en concordancia con la ley que se acaba de aprobar en Argentina. Por encima de intereses personales o de la empresa privada, primero habría que garantizar nuestro territorio en el tiempo para las generaciones venideras. No todo se puede vender por un puñado de dólares. No. Nuestro territorio es de todos los colombianos, nos pertenece, y es obligación del Estado mantener esa soberanía para siempre -a menos que nos lo arrebaten a la fuerza-.

Primero habría que tener un censo de cuánto territorio nacional pertenece a países y compañías extranjeras; y si ese territorio sobrepasa el 15 por ciento, comenzar a negociar hasta dejarlo en ese tope máximo. Después, habría que legislar al respecto: limitar a ese porcentaje la tenencia de suelo colombiano por parte de extranjeros; por último, proteger el cauce de los ríos: al menos un kilómetro a lado y lado deberá ser de propiedad de la Nación.

Aunque lo parezca, no sería un acto xenófobo. Sería un acto de autoconservación, de integridad nacional, que garantizaría nuestra permanencia.

Porque el agua ya es uno de los grandes capitales de este futuro. Y Colombia es rica en agua. Si una compañía extranjera (o un país) compra la tierra a lado y lado de los ríos desde el nacimiento hasta la desembocadura, ¿a quién le pertenece ese río? No importa que nuestra Constitución diga que los ríos son de todos, pues no habría ni siquiera la servidumbre necesaria para llegar a ellos.

Los países desarrollados se aprovechan de la corrupción de los países pobres para apropiarse de esos recursos naturales. Pero podríamos abrir los ojos por primera vez y decir: “No vendemos la tierra: vendemos sus productos y vendemos agua. Y todo es carísimo”. No veo lejano el día en que un barril de agua y un bulto de papa estén cotizados en la bolsa de Wall Street.

Esa ley es urgente.

 

http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/cristianvalencia/se-vende-pais-barato_10946674-4