"Me niego a hacer parte de un ejército que, desde que se estableció, ha estado comprometido en dominar otra nación", asegura Noam Gur.Sus padres prestaron servicio militar y resultaron heridos en la primera guerra entre Israel y Líbano. Su hermana mayor trabajó con la policía fronteriza del país judío.

Noem Gur, una joven israelí de 18 años, oriunda de Nahariya, al norte de Israel, también estaba destinada como todos los jóvenes de la nación a prestar el servicio militar obligatorio. Pero se opuso y al hacer público su rechazo ha llamado la atención mundial. Hoy completa una semana en la cárcel, donde cumple una pena de diez días por negarse a ingresar a las Fuerzas de Defensa de su país.

“Me niego a hacer parte de un ejército que, desde que se estableció, ha estado comprometido en dominar otra nación, en saquear y aterrorizar a la población civil que está bajo su control”, dijo Noem en una entrevista con la periodista Jillian Kestler-D’Amours, para el portal The Electronic Intifada. El rechazo de esta joven a ser parte de un “ejército de ocupación” viene, según ella, desde que tenía 15 años y se interesó en estudiar la Nakba (catástrofe) de 1948, que consistió en el desplazamiento más de 700 mil árabes después de que las fuerzas británicas que dominaban Palestina le entregaran ese territorio a los judíos. “Luego, empecé a leer testimonios de palestinos y excombatientes de Cisjordania. Empecé a tener amigos palestinos, y a hacer parte de las protestas en Cisjordania y a ver lo que allí pasaba con mis propios ojos. Desde los 16 años decidí que no iría al ejército”.

Gur se convirtió en uno más entre los miles de israelíes que se oponen a la ocupación del territorio palestino por parte de sus fuerzas armadas. En su testimonio oficial presentado en el centro de reclusión de Ramat Gan, manifestó su negativa a contribuir con la “ocupación israelí”, una violación al derecho internacional humanitario que se implementa desde 1948 y que Israel “continúa ejerciendo hasta hoy, mientras se niega a actuar de acuerdo a la resolución 194 de la ONU, que permite a los refugiados retornar o encontrar una justa solución para su problema de desplazamiento”.

La decisión de Gur de hacer pública su negativa a prestar el servicio militar a que no quiere permanecer callada como tantos otros jóvenes que evaden el Ejército. “Solo mostraos nuestro criticismo en pequeños círculos. El mundo no lo sabe. Los palestinos no lo saben. No sé si voy a cambiar algo, pero al menos puedo intentarlo”, manifestó Gur. Lo que sí está logrando es sembrar una duda en muchos jóvenes israelíes que hoy encuentren su testimonio en las noticias y las redes sociales, generando así un potencial criticismo hacia el Ejército y la política exterior israelí que ya no proviene sólo de la Comunidad Internacional, sino de los jóvenes que por mandato del Estado deben prestar sus servicios en las Fuerzas Armadas.

La negativa de Gur se da en tiempos de alta tensión entre Israel y Palestina. Días antes de que entrará a la cárcel, al menos a un centenar de activistas pro-palestinos les fue negado el acceso al país judío, porque llegaban para apoyar la campaña Bienvenidos a Palestina 2012, que pretende impulsar el reconocimiento de Palestina como Estado de pleno derecho en la ONU.

Además, el día del prisionero (17 de abril), 2.300 reclusos palestinos rechazaron la comida y entre 1.200 y 1.600 han iniciado una huelga de hambre que hoy se mantiene vigente, presionando por su liberación y denunciando sistemáticas violaciones a los derechos humanos.

Por si fuera poco, para aumentar la coyuntura alrededor del caso de Gur, hoy la Autoridad Nacional Palestina (ANP) entregó al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, una carta con las “condiciones” para reanudar el estancado diálogo de paz. En la misiva, el presidente de la ANP, Mahmúd Abás, insta a Netanyahu a "aceptar la solución de dos Estados en las fronteras de 1967 (año de la intifada en que Israel invadió más territorios de los árabes) con cambios menores de tierra en igual tamaño y valor acordados en común" y a cesar la construcción en los asentamientos judíos en Cisjordania y Jerusalén Este. También exige que "libere a todos los presos, en particular los encarcelados antes de 1994", y que revoque todas las decisiones adoptadas desde 2000 (inicio de la Segunda Intifada) "que minan los acuerdos firmados entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)".

De no cumplirse estas cuatro condiciones, los palestinos "buscarán la implementación completa de la legislación internacional en lo referente a los poderes y responsabilidades de Israel como potencia ocupante". Abás reitera en el documento su "pleno compromiso con la política de tolerancia cero con la violencia" y amenaza veladamente con desmantelar una ANP que "ha perdido su razón de ser", al carecer de "autoridad y jurisdicción significativa en las esferas política, económica, social, territorial y de seguridad".

Son frecuentes las condenas de la comunidad internacional en contra de la ocupación israelí en Cisjordaia. La ONU ha hecho llamados a detener la construcción de asentamientos israelíes en territorios ocupados. Asimismo, el gobierno estadounidense, fiel aliado de Israel, también ha llamado al gobierno de Netanyahu a detener dichas edificaciones. Israel ha hecho caso omiso de estos llamados y sigue adelante con su política de asentamientos a pesar de la presión internacional. Pero si hay algo que puede herir el orgullo nacional del gobierno israelí y generar aún más presión para lograr cambios en la política exterior y las acciones militares del estado hebreo, es que los jóvenes del país empiecen a negarse a engrosar las filas de lo que Gur llama el “ejército de ocupación”. Si la protesta de la joven activista alcanzará esos efectos es algo que está por verse.

El espectador