Los grandes mataderos de ganado y la industria avícola de Estados Unidos han relajado los estándares de sanidad con que se administran.

 
Esto tiene que ver con una gran concentración económica de la industria alimenticia que tiene suficiente capacidad de cabildeo en el congreso norteamericano, como para debilitar a los entes que los regulan: el Departamento de Agricultura (USDA) y la Administración de Comida y Droga (FDA), cuando no los capturan directamente. La enfermedad de las vacas locas, los frecuentes brotes de enfermedades y muertes asociados al consumo de carnes contaminadas con E. coli 0157:H7 y variedades de Salmonella, resistentes ambas a los antibióticos, no han podido ser prevenidos ni conjurados porque los reguladores no cuentan con el poder legislativo que les permita clausurar las instalaciones comprometidas con deplorables condiciones higiénicas.
 
Otro elemento que explica la contaminación de la carne de res está asociado con una alimentación basada en los concentrados del maíz, los cuales cuentan con enormes subsidios federales que lo abaratan sustancialmente. Como el ganado es una especie herbívora, el cambio de alimentación da lugar a un medio propicio para la proliferación del E. coli. Si se los alimentara aunque fuera parcialmente con pasto, la incidencia de esta bacteria se reduciría considerablemente. Los mataderos no hacen la limpieza necesaria de los excrementos del ganado que procesan en línea, lo cual termina por contaminar con frecuencia la carne así procesada, en especial la carne molida para hamburguesa.
 
Algo similar ocurre con la industria avícola, que también registra frecuente envenenamiento de los consumidores con variantes de la Salmonella: los animales se amontonan en jaulas muy estrechas, los que mueren no son recogidos antes de que se descompongan, dada la gran magnitud de la cadena de procesamiento, lo que hace que el envenenamiento sea frecuente.
 
La dieta de la clase media baja y de los pobres en Estados Unidos es desastrosa y basada en comida chatarra: hamburguesas, papas fritas y gaseosas edulcoradas, cervezas, postres baratos a base de maíz y carnes combinadas con soya. Un tercio de la población y la mitad de las minorías étnicas son obesas y la mayoría terminará con diabetes, convirtiendo a esta enfermedad en una verdadera epidemia.
 
Todos estos hechos vienen registrados en un documental producido en 2008 que se llama Comida S.A. que cuenta la historia de un niño de dos años que murió en Minnesota hace una década, a causa de envenenamiento con E. coli 0157:H7. Su madre hizo la denuncia pero la planta que produjo la carne contaminada nunca fue castigada. Ante la sordera de las instituciones regulatorias, la madre de Kevin se tornó en activista de la causa por la sanidad de la dieta norteamericana. Un proyecto de ley que lleva el nombre de Kevin’s Law, en honor del niño muerto, le presta dientes a la USDA y a la FDA para que puedan defender a los consumidores de las grandes corporaciones pero a la fecha no ha sido aprobado por el Congreso de Estados Unidos.
 
Con el TLC entre Colombia y Estados Unidos ad portas, y con unos estándares fitosanitarios ‘estrictos’ que le imponen a las importaciones de alimentos hacia ese país, es muy importante que las autoridades sanitarias colombianas nos sepan defender de las bacterias mortales que vienen contenidas en sus exportaciones de carne y promover además una dieta sana para la población.
 
Por: Salomón Kalmanovitz