Decenas, centenas y  hasta contar miles  de personas cubrían la carretera panamericana, caminaban detrás de las huellas de sus ancestros en medio del monocultivo de caña y de las industrias que se imponen en sus territorios. 11 de mayo del 2012.

 
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En medio del calor de la gente sonaba la flauta, la guitarra y los tambores, la música de chirimía cada vez más alentaba la resistencia. El himno del pueblo Nasa no dejaba de sonar y en cada estrofa los caminantes por la vida agitaban el paso. Cada paso llevaba voces de vida. “Queremos seguir cultivando los frutos de nuestra madre tierra” gritaba la gente humilde, sencilla y trabajadora.
 
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La guardia con sus bastones acordonaban la marcha; ellos que son los cuidadores del territorio demostraron en cada kilómetro su ejemplo de organización.
 
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No hubo cabida para la tristeza, la gente caminó, danzó, resistió y demostró que sí es posible construir otra Colombia desde las bases. Una vez más los de piel canela demostraron que el pueblo no retrocede y  que son la esperanza en medio de un país que cada vez más se desangra por la codicia de unos pocos.
 
Tejido de Comunicación – ACIN
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