El país discute lo que pasa en el norte del Cauca. Es un territorio donde chocan varios proyectos e intereses. No es pequeña la tragedia y no es de ahora.

 
El país discute lo que pasa en el norte del Cauca. Es indudable que es un territorio donde el estado no tiene soberanía y escasa legitimidad, por no decir que ninguna, chocan varios proyectos e intereses y estos choques son violentos y producen sufrimiento, mutilaciones, muertes. No es pequeña la tragedia y no es de ahora, se ha ido cocinando en el fuego lento de las exclusiones y las mutuas desconfianzas por décadas.
 
El movimiento indígena del norte del cauca, desde sus cabildos, bajo el liderazgo de sus autoridades y agrupados en la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte (ACIN) parte del CRIC, le dijeron al país que ya se les “había rebosado la copa” y que no permitirían la presencia de ningún actor armado, ni oficial ni ilegal, lo dijeron con todas las letras y a pleno pulmón y están en ello. Lo hemos visto por la televisión y ahora hay una situación tensa y hay que pensar en mecanismos para que este conflicto no se escale y coloque más sangre .
 
El estado enfrenta a las FARC, en medio de las comunidades. Las FARC ataca al estado, escudándose en muchas ocasiones en las comunidades. El tema no es fácil y esto ha ocasionado sufrimiento, no de ayer ni de antier, sino de hace décadas. Este es el punto que está en cuestión y sobre el que los indígenas Nasa han colocado un rotundo mensaje: “Esta guerra no es nuestra y no la compartimos, váyanse de nuestro territorio, FARC y Ejercito”. Es un mensaje claro y por supuesto muy polémico y difícil de enfrentar para el estado nacional, pero no es un tema que no pueda tener alternativas. Las hay y hay que pensarlas y construirlas, entre los Nasa, los gobiernos locales y departamental, el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y la pluralidad política y social comprometida con que este conflicto no se escale.
 
El peor camino es atrincherarse en la soberanía del estado y la imposibilidad de pensar alternativas. Las hay. Por ejemplo: sacar los puestos policiales y militares que están dentro de la población es una alternativa viable. Lo que ha pasado en los últimos años es que las FARC los ataca, acaba con la vida de civiles, destruye las casas y esto es reiterado, allí esta el punto que se viene discutiendo, y eso es posible de hacer, que la fuerza pública y la policía se ubiquen lejos de la población, ¿por que no? Y que el control de los poblados esté bajo responsabilidad de la guardia indígena, ¿por que no? Es perfectamente posible si se analiza y se acuerda.
 
Es complicada la formulación de cero presencia de la fuerza publica, pero sí se pueden encontrar fórmulas. Pero el asunto de fondo es que las FARC han demostrado capacidad de moverse y permanecer en el territorio, donde no llegaron ni ayer ni antier, nacieron hace medio siglo allí, se han nutrido de las comunidades campesinas y de los indígenas, claro que si. Pacho Chino, jefe del VI frente, es indígena y lleva en las FARC treinta años. Y las FARC trata todos los días de someter a las comunidades indígenas a su voluntad, y estos resisten. Lo que hay es que respetar a las organizaciones indígenas y sus autoridades, para encontrar puntos de mutuo entendimiento. Para arrancar, no hay que pedirles que estén de acuerdo con la política de seguridad y de tratamiento del conflicto, punto duro en que los indígenas Nasa, han dicho que no están de acuerdo, pero esto no es impedimento para avanzar en acuerdos y concertaciones.
 
De fondo, lo que hay en este conflicto es el reto de ser consecuentes con la formulación de que este es un estado pluri-étnico y multicultural, como lo establece la constitución nacional, hoy las autoridades indígenas, le están diciendo a la nación que ellos tienen graves problemas y que hay que buscar soluciones desde “la diversidad étnica y cultural de la nación colombiana”, como lo estable la legalidad.
 
El reto para el presidente Juan Manuel Santos no es pequeño. Es hora de la tranquilidad y de buscar una concertación con la ACIN y el CRIC. El conflicto en el Cauca está en pleno desarrollo y se puede encontrar un punto de acuerdo, satisfactorio para los indígenas y para el estado, sin arrogancias ni discursos que se asientan exclusivamente en legalidades que no van acompañadas de una legitimidad por recuperar, en un territorio que desconfía del estado nacional y sus intenciones, con muchas y buenas razones.
 
El sargento García lloró en tierras del Cauca, el Ejército –que sale dignificado por su comportamiento- se siente humillado. No son temas menores, pero igualmente hay que colocar en la balanza de los argumentos y del esfuerzo de comprensión que los Nasa llevan años llorando, sufriendo y sintiéndose humillados en su territorio.
 
*Luis Eduardo Celis es coordinador de Incidencia Política de la Corporación Arco Iris.