Cuando una comunidad vive un suceso, los medios masivos de comunicación son los hilos conectores entre dicho evento y la población que está por fuera de él. Los medios deciden si se vuelve noticia o pasa desapercibido; además son los medios quienes determinan la forma cómo debe llegar al público. Se dice que en este país reina la “libertad de prensa”, sin embargo, para nadie es desconocido  que la objetividad, característica inherente a la libertad informativa, en Colombia está regida por poderes económicos y políticos que negocian a su antojo nuestra libertad. Para resumir, toda noticia llega a los oídos de la gente, con intenciones definidas.

 
Otro elemento de la comunicación que se debe evaluar para entender la significación de una noticia, son las características que rigen a los informados, en este caso, los colombianos. El Alzhéimer, padecimiento casi nacional no regulado por la edad sino como factor de sobrevivencia sin responsabilidad, nos lleva cada día a caer y seguir cayendo. La ausencia de identidad llámese étnica, económica, política, ideológica nos da calidad de “trompos zarandengues”, quien nos tira la cuerda, nos rige. La costumbre de buscar el muerto río arriba nos ha perdido aún más de nuestra realidad real. El sometimiento fanático a la ofertona de los medios masivos ha zombitizado la vida del colombiano promedio, casi todos.  La imposibilidad de una vida en dignidad, nos ha transformado en “burros sufridos y resignados” o en denunciantes ocasionales, “llamaradas de hoja seca”. La indiferencia y la desunión, productos de la rebatiña, nos deja casi siempre como perdedores y enemigos. Para concluir esta definición, reconocer que nos asiste una moral indescifrable y una ética ocasional que nos hace señalar, llorar, aplaudir, enjuiciar, idolatrar  para luego en círculo vicioso asumir las características ya expresadas, nos hace una cultura decadente, y la información no se analiza, se traga entera.
 
Que estas debilidades no las padecen todos, es cierto, pero también es cierto que no padecerlas ha conducido a señalamientos, desapariciones, encarcelamientos, muertes, producto de las características mencionadas, agravados por la ignorancia y los fanatismos. 
 
La noticia, el otro elemento de la información es la situación de las comunidades indígenas y campesinas  vivida recientemente en el norte del Cauca. Ella ha padecido de los vicios informativos de los medios y  del “análisis de los receptores”, colombianos con las características culturales ya mencionadas. 
Para aquellos que no hemos perdido la ruta, que asumimos los derechos no como cosa a merced del señor de turno, sino como aquello que se debe defender, está el compromiso de apoyo y respeto por la defensa de la soberanía nacional. La denuncia contra las mañas informativas. La invitación al ejército nacional, conformado por hijos del pueblo, a evaluar qué intereses defienden, qué bienes protegen. Somos una nación libre, digna y soberana, como lo dice la consigna, no un campo al servicio de las trasnacionales. El TLC, solo agravará la caótica situación socioeconómica del país.  
 
Para el resto de la población colombiana, la que decidió que son raza pura, sin indios ni negros en su rastro genético, aquellos “blancos de orilla” como decían los documentos coloniales vigentes en el siglo XXI, la recomendación a recordar el pasaje bíblico donde Jesús entra a Jerusalén montado en un burrito, todos los que se sirvieron de él lo aplaudieron, lo aclamaron y le batieron palmas, a los días, orientados por los medios de esa época lo señalaron y lo condenaron a la muerte.   
 
No repitamos historias vergonzosas. ¡Viva la defensa del territorio emprendido por las comunidades indígenas y campesinas! ¡Este país es mío, este país es tuyo y mío! ¡Este npaís No es de ellos! ¡Este país es tuyo y nuestro! ¡Fuera trasnacionales con sus torres de nuestro país!
 
Amanda Moreno
Educación – Cauca