De tiempo atrás se señala, se reconoce y se habla de la precariedad y de la labilidad del Estado colombiano. También se reconoce que tanto fuerzas del mercado, como élites de poder, naturalizan de tal forma la debilidad del Estado colombiano, que insisten en someterlo aún más a los siempre mezquinos intereses de grandes empresarios y banqueros, articulados como nunca al sistema financiero internacional.