Sitios sagrados resisten a la minería. El 51% de los bosques naturales de Antioquia están en la mira de las multinacionales. Los indígenas emberas de Antioquia protegen sus sitios sagrados.

 
Los que están bajo protección indígena son los mejor preservados, aunque esto supone una amenaza para los defensores.
 
Cuando se sobrepone la imagen de los territorios indígenas en el mapa de Antioquia y la de las concesiones mineras que operan en el departamento, es posible ver una mancha verde, que aunque minúscula, contrasta con lo demás (ver mapa).
 
Esa huella, más visible en el occidente, corresponde a los bosques naturales mejor conservados, aquellos que la fiebre del oro no ha podido contagiar. Así lo detectó un grupo de la Organización Indígena de Antioquia (OIA), que busca proteger el patrimonio natural.
 
De acuerdo con información de la entidad, el 23% del departamento es bosque natural. De esta fracción, un 17% pertenece a indígenas y más de la mitad de esa porción (730.724 hectáreas) está siendo solicitada para explorar y explotar minerales.
 
La mayoría hace parte del Sistema de Sitios Sagrados Naturales de la etnia embera, cuyos miembros se han encargado de protegerla frente a las solicitudes de empresarios nacionales y multinacionales y a las amenazas e intimidaciones de grupos armados.
 
Según Hernán Posada, investigador de la OIA, da la casualidad de que estos territorios (donde los indígenas practican ceremonias, encuentran el equilibrio ecológico y espiritual y de donde extraen las bases de su medicina ancestral) son los mejor preservados y, en su mayoría (un 75%), no han podido ser penetrados por la avanzada minera que asedia a Antioquia.
 
Palabras más palabras menos, los sitios sagrados que protegen los indígenas en el departamento, pese a estar en la mira de las compañías, presentan las mejores condiciones ambientales de la región.
 
Dichas áreas, entre Urrao, Vigía del Fuerte, Murindó, Mutatá, Dabeiba y Chigorodó, tienen la particularidad de que no están fragmentadas, sino que conforman un corredor gigantesco de bosque virgen, lleno de picos, hondonadas, valles y ríos, con un valor ambiental y cultural incalculable.
 
Jorge Ceballos, director territorial de Andes Occidentales en Parques Nacionales Naturales, dice que gracias a la conservación que han hecho las etnias, el departamento tiene una importante reserva ecológica para el futuro: “Ese manto verde tiene un nivel de biodiversidad altísimo, allí se salvaguardan especies amenazadas y sus ríos surten de agua dulce a gran parte del occidente y el Urabá antioqueño”.
 
Quienes por estos bosques han transitado, dicen que entre tanta espesura se pierde el horizonte y todo aquel que desconozca el camino. Acceder es tarea ardua.
 
Esta es una de las razones por las que las compañías con interés en explorar los sitios sagrados indígenas de Antioquia han tenido que retroceder.
 
Pese a las condiciones geográficas de los sitios sagrados, el interés y presencia de las mineras en territorio indígena es inminente.
 
En enero de 2009, por ejemplo, la Muriel Mining Corporation comenzó a desarrollar en el Cerro Careperro (el sitio sagrado más importante para los embera del occidente de Antioquia, ubicado entre los municipios de Carmen del Darién y Murindó) el megaproyecto “Mandé Norte”. Su ingreso vino acompañado por la presencia de miembros de la Brigada Quince del Ejército.
 
Según Nury Yagarí, líder y abogada embera, aunque la multinacional tenía el permiso para intervenir nueve sitios, no siguió el proceso de consulta previa con las comunidades , como lo estipula la ley que salvaguarda las minorías étnicas. Yagarí asegura que en cambio los empresarios intentaron comprar con comida, licor y dinero a los líderes indígenas.
 
A propósito, la OIA no tiene registros de que alguna empresa haya consultado a las comunidades antes de emprender un proyecto. En respuesta, los indígenas se han opuesto y han impedido por vía legal y mediante movilizaciones dichos agravios.
 
Nury Yagarí, líder y abogada embera, dice que cuando los indígenas manifiestan resistencia, temen por su seguridad. En 2011 hubo 20 líderes amenazados, mientras el Ejército los tacha de pertenecer a bandos contrarios, cuenta ella.
 
No en vano, este año la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) advirtió que, entre otras causas, el conflicto armado y la presencia de multinacionales ponen en peligro la supervivencia de 34 pueblos indígenas de Colombia.
 
Según cuenta Yagarí, hay un médico tradicional de Dabeiba que dice haber visto en sueños a un gran dragón debajo de la zona del Atrato antioqueño, diciendo que si lo molestan, si perforan el subsuelo, podría manifestarse y causar una tragedia para los emberas. Tal vez el médico no esté delirando. Hernán Posada asegura que de entrar las mineras a los sitios sagrados, se rompería todo el equilibrio espiritual y ambiental de las comunidades, la salud de los niños se deterioraría, las fuentes de agua se agotarían y el tejido social tendría una ruptura. “Estaríamos condenados al exterminio de los indígenas”.
 
Por: Mariana Escobar Roldán