El Consejo de Autoridades Tradicionales Indígenas de Risaralda CRIR, declara a la opinión pública nacional e internacional nuestro apoyo solidario a la digna lucha de los caficultores y cacaoteros, que se mantienen valientemente en paro en las diferentes zonas del país desde el pasado 25 de febrero, a la vez que expresamos nuestra indignación por la forma en que el Estado colombiano ha tratado injustamente el asunto, dándole respuesta represiva a las manifestaciones de protesta de los campesinos por reclamar razonables demandas.

 
Rechazamos los atropellos contra los manifestantes, como los que se han presentado en el sitio de Remolinos, Belén de Umbría (Risaralda), donde violentamente el ESMAD, con fuerza desmedida, golpeó una niña embera, agredió varias mujeres, además de lesionar y detener varios campesinos y solidarios. También han herido y maltratado a varios manifestantes en diferentes partes del país, como en Huila, Cauca, Quindío, Antioquia, además de estigmatizar a través de los medios masivos de comunicación al movimiento de dignidad cafetera y desvirtuar la justeza de sus reivindicaciones, buscando crear en la “opinión pública” el ambiente para criminalizar sus acciones de protesta.
 
La protesta de los caficultores es justa y necesaria: jornales bajos con salarios de hambre, sino es que los jornaleros trabajan por comida; los bajos precios internos de la carga de café de 700.000 pesos, amarrado al precio internacional que ha estado por debajo de 1,40 dólares la libra, lo que llevan a que los caficultores trabajen a pérdida y no tengan cómo sostenerse de manera alguna; las importaciones de 900.000 sacos el último año para el consumo interno, lo que hizo que cuatro millones de sacos se dejaran de producir en el país; el alto precio de los insumos agrícolas, sumados el abandono estatal del gremio ante la falta de incentivos en la producción con estímulos de subsidios estables y las interminables deudas asfixiantes con los bancos que amenazan con quitarles sus tierras.
 
Ante este panorama desolador los pequeños y medianos caficultores se vieron obligados a dejar sus tierras y tomarse las carreteras del país. A pesar de los golpes y el maltrato del ESMAD, el Estado no ha podido romper la unidad del pueblo trabajador, su espíritu de lucha y la voluntad de resistir a los planes económicos del imperialismo de destruir la producción nacional.
 
El empobrecimiento de los cafeteros es reflejo de la situación dramática que viven indígenas, campesinos, jornaleros agrícolas en el campo y trabajadores asalariados de las ciudades, los desempleados en el país y la mayoría de la población colombiana. La crisis del sector cafetero manifiesta la deteriorada situación en que se encuentran otros sectores agrarios y productivos del país, como el de los arroceros o el sector manufacturero. La crisis es estructural, producto de problemas históricos que no hemos resuelto aún, como la concentración de la tierra en manos de terratenientes, el burocratismo de un Estado clientelista, la gran dependencia económica y política del país a los dictamines de sistema financiero internacional.
 
El sistema económico dominante que responde a la lógica del capital, de poner la ganancia al mando, en una de sus mayores crisis de su historia, ha distorsionado la economía nacional y la ha puesto a su servicio, imponiendo una política extractivita de saqueo sin límites de las riquezas naturales de la nación. Esto con la complicidad del Estado que agencia las políticas de despojo, que protegen la gran minería de las transnacionales, con su “locomotora minero-energética” y los planes de desarrollo, que le han abierto las puertas a la inversión extranjera, profundizando la dependencia de la nación al gran capital y que ha llevado al fracaso del sector productivo por los tratados de libre comercio (TLC) que arruinan más y más el agro colombiano, lesionando la soberanía nacional, abriendo las puertas a las importaciones de productos agrícolas que se producen en el país y así destruyendo la producción nacional y profundizando la mayor dependencia económica de la nación.
 
En medio de la permanente y profunda crisis capitalista se agudizan las contradicciones sociales en el país, sentando las bases para una gran explosión social de inconformismo y rebeldía popular.
 
Hacemos responsable al gobierno nacional por cualquier agresión a los manifestantes. Exigimos se respete el derecho a la protesta y las libertades y derechos democráticos del pueblo. Rechazamos el Tratado de Libre Comercio que arruina el agro colombiano. Llamamos al pueblo colombiano a resolver de una vez por todas el histórico problema agrario de la nación y buscar construir una verdadera soberanía alimentaria. Nos sumamos a las diferentes voces que luchan por detener las políticas extractivistas de despojo que se promueven con los planes del gobierno de la locomotora minera, que se pretende incrementar en los territorios cafeteros.
 
Llamamos a las organizaciones defensoras de derechos humanos y organizaciones sociales y comunitarias a que acompañen y se manifiesten en defensa de los derechos de movilización y protesta que ejercen los campesinos, y que se atiendan sus peticiones justas que les permita llevar una vida digna. Finalmente, hacemos el llamado a las autoridades tradicionales de los territorios ancestrales y sus comunidades indígenas a que nos sumemos a este heroico acto de soberanía y defensa de la producción nacional.
 
Muchos indígenas de los resguardos y parcialidades de Risaralda (Mistrató, Pueblo Rico, Belén de Umbría, Marsella, Quinchía, Guática) tienen que salir a buscar su sustento económico jornaleando en las fincas cafeteras de la región, y han sentido el rigor de la crisis cafetera, al verse esquilmada su fuerza de trabajo con pagos miserables. Los Emberas de Risaralda también se han sumado al paro y mantendrán hasta el final su apoyo incondicional a las demandas planteadas en el movimiento de dignidad cafetera.
 
Consejería Mayor CRIR
Consejo de Autoridades Tradicionales Indígenas de Risaralda
Pereira (Risaralda), 2 de marzo de 2.013
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