Las flores, los chocolates, las cenas y poemas con tiernas palabras, que por el día institucional de la mujer, expresan algunos hombres y con lo cual se busca exaltar la grandeza de la mujer y reivindicar de alguna manera las faltas y abusos cometidos hacia las mujeres en toda la historia, aunque valiosas y significativas no son suficientes. Definitivamente todas estas expresiones deben seguirse transformando en verdaderas acciones y actitudes que posibiliten las condiciones de verdadera igualdad y garantía de los derechos.
Es la exigencia que desde el 25 de marzo de 1.911, iniciaron 146 mujeres de Estados Unidos, quienes murieron en el incendio de la fábrica de camisas donde laboraban, entregaron su vida exigiendo condiciones laborales justas. Esta exigencia, se ha convertido en lucha y se ha extendido a diversos espacios y a muchas mujeres del mundo, sobre todo a mujeres invisibles, mujeres que no conocemos, mujeres que solo por el maravilloso hecho de generar vida, son ya las protagonistas del origen de las familias, las comunidades y los pueblos. Sin embargo, la exigencia de los derechos no se trata de un hecho simple en sí, esta lucha histórica y sobre todo imposibilitada, ha sido aún más negada a las mujeres.
En esta ocasión, no por ser más importante, pero en si significativa, referenciamos la ardua lucha de la mujer indígena, desconocida y negada en la historia, sometida y violentada, sin embargo por este mismo hecho fuerte, aguerrida y valerosa. Vemos reflejadas estas características en la historia de lucha de la cacica la Gaitana, mujer guerrera, que en el siglo XVI conformo y lideró todo un ejército de casi 10.000 indígenas para cobrar venganza por el asesinato de su hijo a manos de Pedro de Añazco y en resistencia a la opresión española, que se aposentaba sobre sus territorios.
Sin embargo la lucha por los territorios nos es la única lucha que han liderado las mujeres indígenas, en cada espacio de vida como la familia, la comunidad y los procesos, las mujeres han dado una dura batalla para alcanzar un lugar. En muchos pueblos, entre ellos el pueblo indígena se heredaron practicas colonizadoras que se convirtieron en grandes enfermedades de sometimiento y desigualdad, históricamente a la mujer se le ha negado el derecho a la educación, por ser destinada solo para la procreación, las labores domésticas y agrícolas, también se acostumbraba a escogerle el compañero, negándole por completo el derecho a la libre elección y decisión. Todas estas prácticas de imposición y sometimiento han ido marcando la vida de muchas mujeres hasta llegar al punto de aceptar y considerar dichas actitudes como normales. Y por parte de los hombres a sentir por la fuerza de la costumbre que son procedimientos apropiados y correctos.
De igual manera encontramos desde la historia, que han convertido a la mujer en el botín de guerra de los grupos armados. Son incontables las mujeres viudas, huérfanas, maltratadas, abusadas, asesinadas y reclutadas, como también mujeres a quienes las armas le han arrebatado sus hijos. Es así como también existe un gran número de mujeres mártires desconocidas, olvidadas e invisibilizadas.
Aun así, vemos mujeres que continúan dando ejemplo de vida, desde el amor en la crianza de sus hijos, mujeres valerosas que arriesgan sus vidas por la defensa de un sentir colectivo, que valientes denuncian abusos e injusticias, que sin temor se lanzan a las calles en exigencia de respeto, mujeres que confrontan con sabiduría y fortaleza imposiciones autoritarias.
En la actualidad consideramos que ciertas situaciones han mejorado significativamente, sin embargo no ha sido un simple hecho de voluntad o consideración, han sido espacios ganados a fuerza por las mismas mujeres, contra la voluntad de muchos hombres. Y aunque cada vez el desafío se hace más fuerte, con gran satisfacción encontramos a muchas mujeres liderando no solo espacios familiares, también sociales, organizativos y políticos donde la dedicación y el empeño que ponen a cada una de las responsabilidades asumidas, se constituye en aporte fundamental para el logro de los derechos que siguen aún siendo negados.
En este sentido nos negamos a sentirnos objetos, productos, resultado de prototipos para el mercado. Por el contrario somos mujeres también responsables de las acciones y decisiones conjuntas, encargadas de dar vida a los sueños colectivos, desde nuestras vivencias, desde nuestra mirada como mujeres, sin manipulaciones ni condicionamientos. Mujeres comprometidas con el futuro de las familias, las comunidades y los pueblos.
Tejido de Comunicación – ACIN
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