La paz sólo se construye desde abajo: la palabra de los congresistas para la paz no pueden tener dueño, nacieron para volverse acciones. Las mesas de trabajo del Congreso de Paz fueron los espacios más enriquecedores del encuentro, donde se sentaron a hablar los diferentes movimientos sociales del país, desde sus diversidades y sus divergencias.

 

El día sábado se organizaron siete mesas de trabajo, tocando los temas de Economía para la vida digna; Política para la vida digna; Caminos de vida, justicia y paz (modelo de justicia); Tierras, territorios y soberanías; Derechos de los pueblos para la vida digna; Cultura, identidad y ética de lo común; e Internacional: integración solidaria de los pueblos. Aunque se sectorizaron los temas, los participantes siempre enfocaron sus intervenciones en el análisis de contexto para una lucha por la transformación estructural y contra el modelo neoliberal. “La paz está en el momento que tumbamos las estructuras y que tomemos el poder popular” planteó un señor de Arauca. Esa dinámica se dio el día siguiente en las tres mesas enfocadas sobre los siguientes temas: construcción de movimiento social por la paz; participación política popular en la construcción de paz; solución a crisis humanitaria. A continuación les compartimos unas reflexiones de los tejedores que participaron en las mesas, así como las conclusiones de las mesas donde no estuvimos, en formato audio. Luego haremos unas reflexiones y sugerencias en cuanto a las conclusiones, también se miraran propuestas que se hicieron y que no aparecen en el documento final.

 
Palabras desde las mesas de Trabajo:
 
El Tejido de Comunicación estuvo presente en algunas de las mesas de trabajo, desde nuestro escuchar y desde las palabras de los participantes, queremos presentar algunos de los debates que se dieron en estos espacios.
 
Caminos de vida, justicia y paz (modelo de justicia)
 
En esta mesa se trataron temas de suma importancia, principalmente de la impunidad y la no reparación de las víctimas de la guerra y del modelo económico. Inicialmente se planteó que para que hubiera una reparación real, se exigía libertad en los territorios; ejemplos como la guardia indígena y campesina fueron resaltados por su importancia en el control pacifico a los grupos armados en los territorios y una forma de autonomía y por ende de justicia propia.
 
Se realizó un breve recuento de la desmovilización de los paramilitares y de la impunidad que dejo tras de sí este proceso, además de la poca efectividad que ha tenido la reparación de víctimas. Que la historia se repita en cuanto a las personas que fueron y son víctimas de las FARC-EP es un hecho no muy lejano, de hecho la cuota más grande de sacrificio, sangre y muerte lo ha puesto y la seguirán colocando las diferentes comunidades del país con este proceso de paz negociado en la Habana.
 
Justicia con las comunidades, pero también justicia para los territorios y para la Madre Tierra; que esta no se conviertan en carne de cañón de la codicia del modelo económico.
 
Reparación real a las víctimas del conflicto armado, que la reparación sea integral, es decir reconstruir el tejido social violentado y destruido por la guerra, que la reparación no se convierta en la simple restitución de la tierra y donde los bienes no son restituidos como lo plantea la ley 1448, pero sobre todo donde los mismos actores con diferente nombre siguen delinquiendo y generando guerra en las mismas zonas.
 
Los presos políticos fue otro de los puntos que se trató en la mesa. Una forma del gobierno de cooptar y desmantelar las organizaciones sociales del país, la persecución sistemática usa el aparato judicial como un arma de guerra contra los procesos que se gestan desde las bases, sindicalistas, estudiantes, líderes campesinos etc. Son judicializados por mentiras y crímenes infundados ante ellos, son ya 9500 personas víctimas de este aparato que destruye procesos y a quienes se oponen al modelo económico.
 
A medida que se hacían las intervenciones y los debates, iban saliendo los temas de fondo. El modelo económico en el que está sumergido el país y cómo las consecuencias de este se ven reflejados en las víctimas de este aparato, como también los únicos con propiedad para hablar de paz serían los afectados por la guerra. Con lo que surgían preguntas en cuanto a que partidos políticos y burócratas de izquierda –donde también están los grupos insurgentes- hablaran en nombre de la paz de los pueblos en el marco del modelo económico. ¿Si realmente la paz está en estas “roscas” que hablan en nombre de los diferentes pueblos del país?, que en el discurso están a favor de los distintos procesos de base y que en las acciones no, ya que sus banderas no son las de las comunidades sino las de los TLC y modelo transnacional.
 
Cultura, identidad y ética de lo común
 
En esa mesa de trabajo se trató de reflexionar sobre lo que es la cultura y como participa en la transmisión y en el fortalecimiento de un modelo de dominación. La cultura, entendida como las artes, pero también como comunicación y educación, si es herramienta del sistema también puede ser herramienta de las luchas, y de hecho ya lo es, por lo que solemos llamar la “contra-cultura”. En las discusiones se habló de “erradicar la cultura mafiosa que nos ha enseñado el capitalismo, la cultura del consumismo, del robo y de la violencia”, según las palabras de una actriz de Barranquilla, para quien “el arte no es funcional, no nos va a llenar el estómago, pero si ayuda a transformar la sociedad”.
 
Así la cultura se puede aprehender desde lo económico, lo social, lo político, las artes, la comunicación pero también desde lo ancestral y los saberes y conocimientos.
 
Desde la comunicación se trata de crear medios alternativos a la cultura hegemónica y ahí las propuestas llueven: cine-foros, teatro, educación popular, radios virtuales, periódicos y murales. Un florecimiento de ideas que dan la luz a una acción concreta: una propuesta de encuentros nacionales de cine-foros.
 
Desde los saberes y los conocimientos ancestrales, se planteó la necesidad de recuperar y sanar las tierras, de luchar contra los transgénicos y rescatar e intercambiar las semillas propias, de recuperar las ciudades y la soberanía alimentaria para resistir a la conquista alimentaria. Es necesario respetar la diversidad de los saberes de los pueblos, como, por ejemplo, la medicina tradicional, saber de los The Walas, como se dice en el pueblo Nasa.
 
Construir un nuevo modelo de cultura pasa por la recuperación de la memoria y de la historia, para contraatacar la cultura cristiana resultante de la colonización, la cual va de la mano con la cultura patriarcal y militar. Pasa por tumbar un sistema económico y político que utiliza la cultura como herramienta para su propaganda y para el embrutecimiento de los pobres por el consumismo. Debe ser parte de una lucha global e integral contra la dominación y la explotación.    
 
Construcción de movimiento social por la paz
 
Desde esa mesa también se volvió a plantear la necesidad de un nuevo modelo, que se debe impulsar desde los movimientos sociales, pero sobretodo fortaleciendo y articulando los movimientos y procesos de autogestión que ya existen. El papel de la movilización radica en impedir que la paz solo sea la firma de acuerdos entre los grupos beligerantes, sino que sea una paz integral, desde la transformación social.
 
Lo que más podemos resaltar de los debates de esa mesa es la necesidad de una movilización permanente de todos los movimientos del país para construir una democracia desde abajo. Porque el cambio pasa por la lucha, imponiendo el respeto de los derechos sociales, económicos y políticos de los pueblos, impidiendo la privatización, promoviendo otra economía para el campo y la ciudad, generando justicia agraria para una agricultura soberana. “No hay comida, solo hay hambre”, dijo un participante, y ya no hay más saliva para hablar, solo hay rabia para accionar.
 
Tierras, territorios y soberanías
 
En esa comisión participaron más de cien personas en torno de la pregunta, qué tenemos que hacer para defender el territorio.
 
La mayoría de los participantes dieron a conocer la problemática de sus comunidades y luego el debate y las propuestas.
 
Como propuesta de esta comisión, quedó en que se formaran los lasos de unidad no solo con los pueblos indígenas sino con otros sectores y con otros países. Que se identifique con las mismas causas para defender el territorio y lo que en ella existe, para tener más fuerza en los diferentes espacios. La propuesta más relevante en esta comisión fue mandatar una movilización a nivel nacional, recogiendo los cinco puntos de la minga realizado en el año 2008. Para exigir la salida de las empresas transnacionales que están dentro de nuestro territorio, el retiro de las bases militares y todos los actores armados. Exigir el respeto de los sitios sagrados y en la tenencia de tierra. Que haya una educación gratuita, salud, vivienda digna y apoyo al sector agropecuario. Nombrar una comisión que haga operativo todas las propuestas tratados en el congreso de paz y que la relatoría final no cambie en el sentido de las propuestas trabajadas en cada comisión.
 
Escuchemos los audios de las demás mesas temáticas
 
 
Después de escuchar las propuestas y los debates, la gente comenta que hay que: “accionar más que hablar”. Así sea desde diferentes puntos de vista, desde la variedad de procesos, desde las localidades, regiones o a nivel nacional. Se siente la urgencia de actuar, para que los pueblos no queden por fuera de lo que dicen ser un paso histórico para la paz en Colombia.
 
Por ejemplo, un cafetero del Tolima, miembro histórico de la Asociación Agraria del Tolima (ASAT), nos socializa la idea planteada desde los campesinos: la realización de un paro nacional agrario, para que por fin se les de educación y salud, para que no haya más desalojo de las tierras, para impedir la entrada de multinacionales en los territorios, para que el gobierno reconozca que los campesinos son los que producen la comida, los que permiten la vida. Así mismo, salieron muchas propuestas de acción de las mesas: declarar el mes de octubre como mes de movilización, acciones locales y nacionales contra la minería, un paro minero-económico, así como muchas reivindicaciones relacionadas con los temas tratados en las mesas.
 
Sin embargo, vemos con preocupación la falta de coordinación para realizar esas acciones, ya que en la plenaria, solo se leyeron las relatorías de las mesas y no se tomó decisiones sobre las acciones a desarrollar y los espacios de organización de aquellas acciones. Tampoco se recogieron las propuestas de las mesas y no se escucharon en la declaración final del Congreso de los pueblos para la paz. ¿Entonces qué pasó con las reflexiones de los congresistas? ¿Cómo se va a hacer el seguimiento de las acciones propuestas por los procesos sociales? 
 
Como dice un estudiante de Bogotá, “las conclusiones son buenas, el único problema es que a veces el movimiento del congreso de paz tiende a ser burocratizado y se polariza únicamente el poder de las masas y de las decisiones entre esas cinco personas que se aprovechan de los intereses de la gente. Las conclusiones son buenas, solo en la medida en que esa construcción sea colectiva y que fortalezca el poder de las masas. Y que la toma de decisiones realmente venga de abajo, porque solo así es posible construir la unidad y solo así va a ser posible construir la paz, a través de la unión del pueblo”.
 
Ojalá se dé un seguimiento a las decisiones tomadas por los y las congresistas en las mesas de trabajo y que el congreso de paz sea el reflejo de los y las que participan y no de los que lo organizan.
 
Ojalá se movilice el país para que la paz sea de “los pueblos sin dueños y no de los dueños sin pueblos” como se decía en la Minga Social y Comunitaria del 2008.
 
Tejido de Comunicación – ACIN