El rector de la etnia nasa Aníbal Bubú Ramos, del Instituto Departamental de Educación Básica Indígena Comunitaria, Idebic, El Gran Sueño de los Indios, de la zona rural de Florida, y el docente de matemáticas de la Institución Educativa José Holguín Garcés, del barrio Terrón Colorado, de Cali, serán premiados en la segunda edición del Premio Compartir al Maestro Regional Valle, en ceremonia que tendrá lugar hoy, desde las 5:00 de la tarde, en el auditorio principal de la Cámara de Comercio de Cali.

 
Ellos fueron los dos únicos profesionales del Valle del Cauca destacados en el prestigioso concurso Premio Compartir al Maestro. ¿En qué consisten sus proyectos? Se los presentamos:
 
Educando en la diversidad
 
El indígena nasa Aníbal Bubú Ramos, oriundo de Florida, es uno de los tres rectores candidatizados a mejor rector del país en el premio Compartir al Maestro, cuya gran final será el 30 de mayo en Bogotá.
 
Con su propuesta ‘Educando en la diversidad’, este licenciado en ciencias sociales de la Pontificia Universidad Bolivariana de Medellín, logró destacarse entre 480 rectores postulados del país.
 
Su iniciativa consiste en reflejar el proceso de construcción de un sistema educativo propio, que responda a las necesidad, realidades y particularidades de la comunidad indígena del Valle.
 
Él, rector de escuelas indígenas de 18 municipios del Valle, en compañía de cinco coordinadores, ha logrado implementar un sistema educativo en el que, esencialmente, no se atropellan las culturas nasa ni embera, de donde provienen sus aproximadamente 2100 estudiantes.
 
En el Insituto Departamental de Educación Básica Indígena Comunitaria, Idebic, El Gran Sueño de los Indios, en zona rural de Florida, al igual que en sus colegios y escuelas satélites, se cumplen con las asignaturas fundamentales exigidas por el Ministerio de Educación Nacional como matemáticas, ciencias sociales o química y paralelamente, sus estudiantes ven materias como cosmovisión indígena, lengua materna (de cada étnia) y ética y valores propios de la comunidad indígena, “para hacer que la cultura de nuestros mayores no se pierda”, explica el rector.
 
Docentes de la comunidad indígena y otros que no lo son, fueron preparados para afrontar el reto de articular los conocimientos y conceptos de la cultura occidental con los de la indígena. Es así como en una clase, por ejemplo, se comparan los pensamientos de Aristóletes o de Platón con los de los indígenas caídos en la lucha por los derechos de los nativos.
 
“Los muchachos salen perfectamente preparados para presentarse a una universidad, pues manejan tanto la línea indígena como la línea occidental”, apunta el rector con orgullo y añade que en los últimos cinco años, el centro educativo que lidera “ha estado entre las mejores instituciones públicas del departamento en categorías alta y superior, y hemos tenido 10 o 15 muchachos entre los mejores estudiantes de todo el país”.
 
El hecho de liderar una institución que en buena parte es autosostenible con una producción cíclica, también llena de satisfacción a este hombre de piel cobriza de 43 años, padre de tres hijos.
 
En el Idebic, en zona rural de Florida, los estudiantes tienen cultivo de pasto, cría de ganado (unas 45 reses) que les proporciona una 67 toneladas cada 60 o 70 días de abono orgánico.
 
Con ese abono orgánico cultivan café, que hoy ya les está arrojando cosechas de dos, tres o cuatro millones de pesos; además cultivan banano, base de la alimentación de los estudiantes de la institución; siembran verduras, caña, crian cerdo y producen panela orgánica, muy apetecida en el mercado local.
 
La meta ahora es subsidiar siembras en las parcelas de los padres de los estudiantes, para que cuando los muchachos se gradúen no solo tengan un título, “sino un cultivo al cual dedicarse”.
 
Matemáticas para la vida
 
Óscar Collazos Vivas se apartó hace ya varios años de la enseñanza tradicional de las matemáticas. No quiere que sus alumnos repitan errores enseñados en el pasado como que “para sumar siempre se empieza por la derecha” o que aprendan resultados de memoria.
 
Desea que ellos, por sí mismos, lleguen a la solución de los problemas de una manera práctica (muy relacionada con su vida diaria), científica y por qué no, divertida. “Aquí solo usamos un 5 % de memoria, las tablas, por ejemplo, no se aprenden de memoria, eso no es matemáticas. Aquí los estudiantes comprueban los resultados”.
 
Docente de la Institución Educativa José Holguín Garcés, este licenciado en matemáticas de la Universidad Santiago de Cali, presentó al Premio Compartir al Maestro su proyecto ‘La trigonometría y su articulación en la arquitectura’, con el que fue destacado a instancia regional (no irá a la final en Bogotá).
 
Con su proyecto busca que los estudiantes sean conscientes de que los conceptos y ecuaciones de las matemáticas, les sirven para resolver problemas de la vida cotidiana.
 
Para ello enseña la matemática “sin errores”, de forma articulada, “como familia, como lo es ella, teniendo en cuenta por ejemplo, que la geometría es la abuela de las matemáticas”, explica. Mostrándoles a los alumnos cómo a través de ella se hace ciencia, tecnología e informática; cómo ayuda a mejorar las artes y los oficios. Mediante anécdotas de grandes científicos (“Newton fue huérfano y miren todo lo que hizo”); a través de la lectura de gráficos y de la lúdica, “para que aprendan a disfrutarla”.
 
El ‘profe’, por ejemplo, a muchachos del bachillerato los envía a tomar fotografías de sitios arquitectónicos emblemáticos de Cali como la Catedral de San Pedro o el Puente Ortiz, acompañados de sus padres. Con base en una imagen escogida, hacen una maqueta a través de cuya elaboración aplican conceptos como simetría, altura, proporcionalidad, dilatación, traslación, seno, coseno, tangentes… Analizan la geometría de la estructura: “por ejemplo, saben cuánto tiene o debe tener la inclinación del techo para que el agua no se devuelva”.
 
En un trabajo interrelacionado con docentes de otras asignaturas, les pide que presenten un informe de su trabajo por escrito, que puede ser una crónica sobre cómo les fue en la salida, ya sea en español y / o en inglés; se les enseña sobre la historia de las edificaciones escogidas y su importancia arquitectónica… Es decir, hay un trabajo en el que “las matemáticas se relacionen con otras áreas del conocimiento”.
 
Su proceso educativo ya ha dado frutos: “En los últimos dos años, por lo menos 27 de nuestros estudiantes han ingresado a la Universidad del Valle por el buen puntaje que sacan en matemáticas. Uno de ellos fue John Tierradentro, que sacó 90 puntos en matemáticas en el examen del Icfes y hoy estudia arquitectura”.
 
Por: Meryt Montiel Lugo