Los días 16 al 21 de junio, una comisión de delegaciones de procesos sociales, del nivel nacional e internacional, visitó varias zonas humanitarias, albergadas por familias campesinas desplazadas por el paramilitarismo entre los años 1997 y 2004, en el departamento del Chocó, al occidente de Colombia.

 

Con alegría y abrazos recibieron los campesinos a las visitas de varias delegaciones  que llegaron de países como la India, Bolivia, Honduras, Canadá y procesos de resistencia sociales del nivel nacional de los departamentos del pueblo nasa del Putumayo, organización campesina de Antioquia, Valle del Cauca, sur de Bolívar, Chocó, redes de alternativas por la paz y el Tejido de Comunicación para la Verdad y la Vida del norte del Cauca.

 

Con una temperatura variada de lluvia y sol que caracteriza esta importante región del Choco Colombiano, se inició una caminata por las extensas zonas ganaderas y cultivos de palma. Mientras recorríamos los lugares, mujeres y hombres campesinas recordaban con los  brazos extendidos señalando los sitios donde aún había huellas de viviendas y terrenos que les arrebataron. El dolor que les recuerdan estos rastros les aumentan la esperanza de recuperarlas.

 

También se visitaron tres zonas humanitarias de las cuencas del Curbaradó chocoano, todas rodeadas con cuerdas de alambre con un área de 400 metros aproximadamente y señalizadas con vallas alusivas a los derechos humanos. Se logró hacer la verificación del tiempo que tienen las familias en cada una de las  zonas. Las Camelias: siete meses, San Onofre y Costa Azul con soloquince días de llegados, cubiertos con carpas de plásticos, cocinas al aire libre, o en muchos de los casos hojas de palma.

 

Durante las tardes se hicieron intercambio de experiencias de resistencias pacíficas, al  rededor de fogatas que prendían los campesinos como símbolo de unidad y alegría por sentir ese respaldo humanitario.  Fue entonces cuando entre dolor y lágrimas, recordaron que jóvenes, mujeres, hombres y ancianos  tuvieron que huir de sus predios, al ver a sus vecinos o familiares ser
asesinados por paramilitares pagados muchas veces por hacendados de la región.  Asesinados también, muchas veces por las FARC  y el ELN, que señalaban a la gente de informantes, donde la real estrategia era tener el control territorial de la zona. Familias enteras víctimas, que no pudieron sepultar a sus seres queridos porque podían correr con la misma suerte, el horror los obligó a huir dejando que sus familias vayan a parar a fosas comunes y en el peor de los casos a los ríos.

 

Familias enteras que emigraron a varios departamentos del país colombiano, a mendigar abrigo y alimentos. Algunos pocos tuvieron suerte y han recibido apoyo. Otros quedaron en el olvido sin la más mínima protección del estado. Todo esto ocurría por el terror del paramilitarismo, quemas de casas, amenazas como “vendan las tierras o las compra la viuda” es una de las que más recuerdan. “Todo se daba en complicidad del ejército nacional, policía y hasta notarías donde llevaban a la gente a que firmaran su venta de las tierras, ofreciéndoles seiscientos mil pesos por hectárea que al fin le terminaban pagándole doscientos mil o en peor de los casos nada” relata uno de los ncampesinos.

 

Aún en el  2013 sigue latente el paramilitarismo en la región,  pese a la supuesta desmovilización de los paramilitares que se siguen con el terror, con otros nombres como los rastrojos, águilas negras, entre otros que les dicen bracrim como si las miles de víctimas no pudieran identificarlos. Siguen los asesinatos selectivos, persecución.

 

Las familias pidieron mucho acompañamiento nacional e internacional para volver sus tierras, reclamaron la conciencia y el compromiso a todas las organizaciones visitantes, no sólo para visibilizar su situación sino para entender que lo que vivieron de manera tan agresiva ellos en realidad es parte del mismo sometimiento y desarraigo que se viven en todos los rincones del país y de nuestros territorios.

 

Tejido de Comunicación -ACIN