El pasado sábado 6 de julio, a las 10h30 de la mañana, explotó un artefacto en la vía Santander de Quilichao – San Pedro (vereda), frente al balneario “Los Amigos”. Según Proclama Cauca, trece personas – civiles y policías – resultaron heridas y fueron atendidas en urgencias del Hospital Francisco de Paula Santander y algunos en Cali, por cuestión de gravedad.

 
Dentro de los civiles heridos los más afectados fueron los comuneros indígenas, en particular el administrador de la AIC, Libardo Cuetia, su esposa Lorena y su hija Valentina, quienes presentan heridas en todo el cuerpo, y lesiones en los miembros, así como Diego Dagua, comunero de Huellas – Caloto quien iba a una reunión a la finca comunitaria Gualanday.
 
La consejería de la Asociación de Cabildos Indígenas del norte del Cauca – ACIN, denuncia y rechaza estos hechos de guerra que afectan en primer lugar a los pueblos. Es «un atentado contra la población civil, porque la guerra va más dirigida a la población civil» expresó el Consejero Gersain Cuetia.
 
Otra vez, la población civil paga con sus vidas una guerra que no es suya. Una lógica de terror y guerra que sirve los intereses de unos pocos, para controlar y despojar nuestros territorios y acabar con los pueblos. Además de las masacres, asesinatos selectivos, desapariciones, violencias, amenazas y señalamientos, los pueblos tienen que soportar combates y arriesgar su vida cada día, con el temor de la bala pérdida, de la bomba escondida, que puede terminar con la vida de cualquiera, incluso la de nuestros hijos. Esa lógica es cotidiana en el territorio, y también se agudiza en la ciudad, ya que en la madrugada del jueves 11 de julio, otra bomba explotó en el Barrio el Canalón de Santander de Quilichao, en la puerta del “Rapitienda Surtimarket”.
 
Además, como lo señala Liliana Pillimue de la AIC, de víctimas de la guerra, los civiles pasan a ser víctimas del sistema de salud. Es el ejemplo de Libardo Cuetia, que no pudo ser atendido antes de la 6 de tarde en la clínica Saludcoop, en Cali, y si logró ser atendido por el cirujano, fue por la intermediación del personal de la AIC. «Como está la salud en este país uno tiene que estar pendiente de sus pacientes» comentó Liliana Pillimué. Otra lógica es la de la privatización y la comercialización de la salud, que en vez de ser considerada como un derecho, se maneja como un negocio, dejando muertos centenares de personas en las puertas de los hospitales. Sin embargo, no es una lógica diferente a la de la guerra, pues cada vez se trata de privatizar y transformar la vida – de las personas o del territorio – en un negocio: desplazar a las poblaciones por la guerra para explotar sus tierras, generar ganancias con la salud y la muerte de la gente. Lo que termina beneficiando al capital transnacional, acumulado por unos pocos: multinacionales mineras, laboratorios farmacéuticos transnacionales, etc… Igual los dueños de aquellos son los mismos.
 
Liberar nuestros territorios y nuestras vidas de los agentes multinacionales del despojo es fundamental para acabar con este terror. Recuperar nuestros bienes comunes – las tierras, el agua, la salud, la educación, la cultura, etc. – para que sean realmente colectivos, públicos y comunitarios es urgente para vivir en paz.
 
La familia Cuetia sigue en la clínica en esperas de otras cirugías, por las múltiples heridas que sufrieron en el atentado.
 
Tejido de Comunicación – ACIN