En el III Foro Internacional Armenia y Cajamarca, Colombia: “Comunidades, Extractivismo Y Paz”, realizado los días 26 y 27 de septiembre, se presentaron diferentes movimientos que luchan contra la minería en el continente, que amenaza las fuentes de agua, los territorios y los pueblos; hacia la articulación de estas iniciativas para la defensa de la vida.

 
Javier Márquez de la Corporación Ecológica y Cultural – Penca de Sábila,  participó en este foro con la siguiente ponencia sobre el Agua:
 
¿Preguntémonos qué es el agua? El agua no es un recurso, no es un servicio, porque solo somos agua, estamos hechos de ella, ¡es la vida misma!
 
El agua es un derecho humano fundamental. De hecho el agua tiene derechos, el primer derecho es el de existir, ella nos dio la existencia por lo tanto tiene ese derecho; también el derecho a su habitad, a correr libremente por el mundo pues es un planeta hecho de agua; además el derecho a realizar su contribución vital a la comunidad y a todos las formas de vida. Entender esto es  considerarla una sustancia sagrada, intocable, invendible, que no sea una mercancía y un negocio, Porque volverla recurso económico implica poder comerciar con el agua, y es precisamente esto lo que están haciendo el banco mundial, la organización del comercio con el capital trasnacional. Al mismo tiempo los gobiernos, y más específicamente el de Colombia, están renunciando al control de las agua que les compete administrar con la aprobación de acuerdos comerciales como los TLC , dándole a las multinacionales un acceso sin precedentes al agua y todos los recursos de la naturaleza .
 
Muchos dicen que en el futuro las guerras serán por el agua, cuando las guerras del pasado y del presente son por este sagrado líquido. Todas las luchas en contra de la minería tiene también sus bases en la defensa del agua, no hay que ir muy lejos para darse cuenta que esta es la locomotora a la que le apuesta el actual gobierno de Santos, y la aceptación de la minería en nuestros territorios implica la entrada a las multinacionales en nuestros territorios.
 
En Colombia las luchas que se han dado por el agua y el territorio no pueden quedar aisladas de las actuales luchas. En el 2005 se cursaba en el gobierno una ley presentada por la parlamentaria Nancy Patricia Gutiérrez que pretendía vía legislativa consolidar un modelo privatizador de servicio del agua potable y saneamiento básico, se recogieron firmas y se puso una alerta que hizo que en la comisión quinta fuera archivado el proyecto, de todas formas se venía y viene dando un proceso de transformación empresarial del servicio del agua. 
 
Con el referendo del agua del 2008 donde se recogieron más de 2 millones, exigiendo al gobierno unos puntos muy específicos para renovar la constitución:
 
Primero: El agua es un bien público y común, “El Estado debe garantizar la protección del agua en todas sus manifestaciones por ser esencial para la vida de todas las especies y para las generaciones presentes y futuras.
 
Segundo: “El acceso al agua potable es una condición esencial para la vida humana. El Estado tiene la obligación de suministrar agua potable suficiente a todas las personas, sin distinción alguna y con equidad de género. Para ello el Estado deberá garantizar un mínimo vital.
 
Tercero: “Todas las aguas en todas sus formas y estados; los cauces, lechos y playas, son bienes de la nación, de uso público. Se respetará una franja de protección de los cauces de ríos, lagos y humedales. Las aguas que discurren o se encuentren en territorios indígenas o en territorios colectivos de las comunidades negras son parte integrante de los mismos sin menoscabo de la propiedad de ese recurso hídrico en cabeza del Estado y de la utilidad del mismo con prevalencia del bien común e interés general. Se garantizará además el valor cultural del agua en la cosmovisión de los grupos étnicos”.  
 
Cuarto: “Los ecosistemas esenciales para el ciclo del agua deben gozar de especial protección por parte del Estado y se destinarán prioritariamente a garantizar el funcionamiento de dicho ciclo, sin vulnerar los derechos de las comunidades que tradicionalmente los habitan, procurando modelos de uso sustentable, de tal manera que se disponga de agua para todos los seres vivos”.  
 
Sin duda lo que más molestaba a los empresarios del agua y al capital trasnacional es que el servicio de agua potable y saneamiento básico solo podía ser prestado por el estado y las comunidades organizadas sin ánimo de lucro. Esta lucha por el agua se convierte en una lucha entre los que ven en el agua vida y los que la ven como mercancía. Con lo que no era una casualidad que en el mismo año (2008) la minga de resistencia social y comunitaria con más de 60 mil indígenas movilizados apropiaran el referendo del agua, ya que el primer punto de la minga era el rechazo absoluto de los TLC y el modelo económico privatizador, pues como vemos hoy estos atentan contra nuestra cultura, nuestros territorios, nuestra soberanía, la entrega de nuestras riquezas y recursos naturales a intereses corporativos trasnacionales, se atenta contra la vida. No nos cansemos de recordar cuales fueron estos cinco puntos por los cuales las comunidades indígenas salieron a las calles haciendo minga, el segundo de ellos fue:  
 
“No más terror y guerra. Rechazamos la política de seguridad democrática, el Plan Colombia, la parapolítica, la guerra sucia, la represión, la militarización de la vida social y la criminalización de la protesta. Verdad, justicia y reparación integral frente a los crímenes cometidos. La guerra no es el camino.”
 
El tercero “Derogación de toda la legislación de despojo. Las reformas constitucionales y legales y las leyes que privan a los pueblos de sus derechos y libertades deben ser reemplazadas por leyes para la vida y defensa de la soberanía, y de los derechos y bienestar de los pueblos.”
 
Cuarto “Cumplimiento de Acuerdos y Convenios. A través de años de lucha, los pueblos y procesos hemos logrado ganancias y derechos que son violentados e ignorados de manera continua y recurrente. Exigimos que el resultado de estas luchas, plasmado en acuerdos y convenios sea respetado.” 
 
Quinto “Creación de Mecanismos de Soberanía, Paz y Convivencia de modo que podamos elaborar y hacer realidad nuestra Agenda a través del Congreso Permanente de los pueblos.”
 
Así como el referendo del agua, los cinco puntos de la minga son más vigentes que nunca, pues estos surgieron del sentir y las necesidades de las comunidades, desde la voz de la gente, desde la asamblea y la conciencia cada persona. Hoy el rechazo a los TLC  debería ser tan contundente como lo son sus nefastos resultados ante los pueblos. No somos las organizaciones quienes luchan por la vida, son la diversidad de pueblos quienes lucha por ella y los únicos capases de construir una verdadera paz empezando por la casa, de lo que muy poco tiene los negociadores en la Habana, sin decir que la dejación de la armas sea importante. Cada vez más la lucha de los movimientos convergen en que la resistencia es contra el modelo económico, ante la privatización de los recursos promovidos en última instancia por el gobierno y la acumulación por desposesión de los territorios y los bienes comunes. 
 
Tejido de Comunicación – ACIN