“No va a saber yo, mayoría, de más de 70 años engañado por el gobierno, que este retorno no sirve… Si no han construido ni quieras la primer casita, no han subido ni el primer palo, otra vez engañados. Cuánto tiempo no esperaron en Bogotá y mire, se vinieron sin nada…. Y allá estuvieron peor, como castigados, como en cárcel. Ahora vienen con un mercadito, pero eso se acaba… lo único que trajo el gobierno con el retorno fue más hambre y enfermedad” – Maximiliano Dominichá. 

 
Al resguardo indígena Tahami, ubicado en el municipio de Bagadó del departamento del Chocó, retornaron hace aproximadamente dos meses, 306 indígenas Embera Katio que se encontraban en condición de desplazamiento en la ciudad de Bogotá . La espera de regresar a sus territorios y reencontrarse con sus seres queridos a algunos les llevó más de tres años, a otros cerca de 10 y hasta 13 años.
 
Los Katio son dueños de un territorio rico en agua y oro, de allí el interés de empresas privadas nacionales e internacionales en obtener un territorio libre de obstáculos para su intervención extractiva. Los constantes enfrentamientos entre diferentes grupos armados que se disputan esas selvas, la minería ilegal, el hambre, la enfermedad, la miseria y la falta de oportunidades se manifiestan no como consecuencias sino como estrategias (perversas) que en últimas pretenden despojar al indígena de sus territorios de origen. Si a esto se suma la corrupción y la discriminación generalizada, la ausencia de proyectos o programas estatales y la poca atención que reciben, que además es asistencialista y genera dependencia, mantiene a los Katios, a estos guerreros milenarios que por tantos años han luchado por sus tierras, sumidos en el destierro y la miseria a punto de un exterminio físico y cultural inminente. 
 
Desde el año 2005 empiezan a llegar familias Embera Katio del Alto Andagueda a la ciudad de Bogotá en aras de salvaguardar sus vidas y recibir un poco de atención; los actores armados, legales e ilegales sumados a la negligencia del Estado fueron los causantes del etnocidio y los desplazamientos forzados emberas. Encontramos que no es el primer retorno Embera, en anteriores desplazamientos el tema se ha manejado con mayor cautela y los indígenas son devueltos a sus tierras sin mayor alboroto, en un silencio descarado los mandan en un bus con un mercado y se acabó el problema.
 
Pues los indígenas Katio continuaron con hambre, con enfermedad y sus niños muriendo ya no por la guerra producto del enfrentamiento armado sino de muerte natural, por enfermedades que “naturalmente” en estos tiempos de desidia se continúan presentando en la mayoría de territorios indígenas del país, es decir, de cólera, paludismo, sarampión, tuberculosis, y demás enfermedades e infecciones diarreicas y respiratorias que al permanecer ignoradas o mal tratadas se convierten en factores que alimentan esta espiral de desplazamiento. 
 
En el 2008 luego de un retorno improvisado y sin garantías, los indígenas denuncian la muerte de dos de sus niños que, al regresar a sus territorios se contagian de cólera y fallecen; estos hechos y el cúmulo de acuerdos incumplidos por parte del gobierno, como la construcción de escuelas, puestos de salud, proyectos productivos, vías de acceso y electricidad, entre otros, causan nuevos desplazamientos y en mayor número a las grandes urbes.
 
Para finales del 2010 e inicios del 2011 cientos de indígenas llegan a la ciudad de Bogotá, en su momento fueron atendidos por el distrito quien dispuso alojamiento y alimentación para estas familias que se encontraban en mayor riesgo de vulnerabilidad por las condiciones de mendicidad y desnutrición que presentaban en las calles de la ciudad. Luego, el gobierno nacional a través de la UARIV (Unidad Administrativa para la Reparación Integral de las Víctimas) fue el encargado de coordinar un proceso de retorno bajo condiciones de seguridad, voluntariedad y dignidad.
 
Mientras que en la ciudad, se programaban decenas de reuniones para que funcionarios “expertos” buscaran solución al “problema embera” desde sus oficinas. En territorio, miles resistían y en la ciudad cientos se veían nuevamente violados con una atención que los convertía en presos, obligándolos a permanecer encerrados en unas bodegas en sectores deprimidos de la capital. Los Katio permanecieron encerrados durante casi tres años por la ausencia de un concepto de seguridad, en el cual se manifestaba que no existían las condiciones de seguridad en territorio y que la presencia de actores armados ilegales perjudicaría la ruta establecida para el retorno. Ese fue el gran obstáculo que impidió el retorno en anteriores fechas programadas y que a su vez fue causa de una propuesta que agravaría su riesgo de exterminio físico y cultural, de su desarraigo y despojo de territorio. Los indígenas fueron firmes en rechazar cualquier ruta de reubicación a otro lugar, sugerida por funcionarios inescrupulosos de la UARIV. En su lugar, se comprometieron a fortalecer la guardia indígena y el gobierno propio para de esta manera garantizar control territorial y agilizar de alguna manera el reencuentro con sus seres queridos. 
 
En el último año, 2013, la guardia indígena en diálogos y reflexiones con la XV brigada militar de Choco obtienen un concepto de seguridad favorable, aunque sólo para la zona 1 (el resguardo está dividido en tres zonas. Los indígenas desplazados son el 30% de zona 1 y 70 % de zona 2) y a su vez exponen una reflexión muy importante. El concepto de seguridad debe trascender la presencia militar por un concepto de seguridad integral acorde a las necesidades y problemáticas actuales en el territorio: Seguridad alimentaria, salud, educación, proyectos productivos, etc… El conflicto armado ya no es la principal causa del desplazamiento de los Katio, lo es más que nunca, el abandono y la negligencia del Estado.
 
¿Por qué en los últimos meses se aprueba el retorno por la UARIV en representación del gobierno nacional y se agiliza improvisadamente el mismo, si no existen las condiciones de seguridad, voluntariedad, ni dignidad, exigidas en sus propias leyes? La seguridad que fue el principal obstáculo, no está garantizada en la totalidad del resguardo. La voluntariedad responde al cansancio de verse ignorados en una ciudad a la que a nadie le importa su tragedia, al agotamiento que causa los constantes incumplimientos de parte del gobierno en su larga espera. Y la dignidad ¿Cuál dignidad?
 
Los Embera retornaron a morir en su territorio, ya no a causa del conflicto armado sino de muerte natural, “naturalmente” de hambre, diarrea, asfixia y vómitos. A menos de dos meses de cumplirse el retorno en el Alto Andagueda fallecieron 25 niños menores de 5 años. ¡¡¡Veinticinco!!! Y a nadie le duelen esos muertos.
 
El retorno fue improvisado, “el retorno no sirve, porque lo único que trajo fue más hambre y enfermedad”. Y llegó el día del show del “estamos cumpliendo”. Foto, mercadito, risas, llantos y abrazos con las instituciones que acompañaron sólo hasta el lugar dónde los dejó el bus… Docabú – en el departamento de Risaralda. De ahí para arriba, para el lugar del que habían sido desplazados: Aguasal, Conondo, Cascajero, Pescaito, Pasagueda, Irakal – en el departamento del Choco, faltaban horas y hasta días de camino. No se presentó el acompañamiento que se había prometido y que los indígenas esperaban. 
 
A menos de dos meses del retorno, han muerto 25 niños. Hay un médico para más de 8.000 indígenas, no hay puesto de salud, como no hay medicamentos, no hay suficientes escuelas, no hubo mejoramiento de viviendas, ni construcción de puentes, ni de vías de acceso, tampoco hay proyectos productivos, no hay trabajo, ni siquiera se cumplió con los albergues temporales que debían estar antes del retorno, para que los indígenas esperaran allí la construcción de sus casas, no hay nada, sólo hay enfermedad y hambre. El “Retorno Exitoso” del “estamos cumpliendo” fue un fracaso. Lo que mal empieza mal termina. De seguro habrán más desplazamientos y en mayor número. Y el despojo y el destierro serán una realidad = Territorios libres de obstáculos para la inversión o extracción extranjera.
 
Es paradójico que sean más los muertos que ha dejado en estos diez años el retorno que el mismo conflicto armado.
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Notas:
1. Maximiliano Dominichá. Mayor Embera Katio, médico tradicional de la comunidad Conondo del resguardo indígena Tahami del Alto Andagueda, Chocó. 
2.Retorno Embera: 10 de diciembre del 2013
 
Por: mochilambulante
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