Malvinas Argentinas es el nombre de una pequeña localidad rural ubicada en el centro de Córdoba, en el corazón sojero de Argentina.
Hasta hace poco era conocida principalmente por ser un suburbio de la capital provincial.
Pero en los últimos dos años este poblado de 12.000 habitantes cobró fama internacional por liderar una de las principales batallas ecológicas de América Latina.
Los vecinos de Malvinas Argentinas lograron algo que muchos consideran titánico: frenar un emprendimiento de la multinacional Monsanto.
Esta empresa es la mayor productora de semillas genéticamente modificadas (o transgénicas) del mundo y una de las principales fabricantes de agroquímicos.
Muchos grupos medioambientalistas la consideran el enemigo público número uno, aunque sus productos gozan de popularidad entre un gran número de agricultores.
En 2012, Monsanto anunció la construcción de la mayor planta de semillas de maíz transgénico de América Latina, que iba a funcionar en Malvinas Argentinas.
Sin embargo, la resistencia de la comunidad, liderada por la Asamblea de Vecinos Malvinas Lucha por la Vida, ha logrado frenar este proyecto.
La Asamblea comenzó el acampe en septiembre de 2013 y recibe apoyo de activistas de varios países.
Bloqueo
En septiembre pasado, los asambleístas de Malvinas Argentinas organizaron un festival de música para conmemorar el primer año de su gesta: entre idas y vueltas, el proyecto de Monsanto está paralizado desde 2013.
Y los vecinos aún siguen movilizados, con un campamento de protesta que frena el acceso a la planta y con la organización de una serie de marchas.
Eduardo Quispe, uno de los asambleístas, le dijo a BBC Mundo que el bloqueo se mantiene gracias al apoyo internacional que han recibido.
“La mayoría de quienes realizan ‘el acampe’ son activistas que han venido de toda Argentina y de países como Francia, España, Colombia, Ecuador, Chile y Uruguay”, contó.
“Además, han venido a hacer documentales sobre nuestra lucha realizadores de Australia, Bélgica, China, Japón…”, señaló Quispe.
A pesar de que algunas de sus protestas fueron reprimidas por la policía provincial, las autoridades locales terminaron cediendo a sus reclamos.
En enero pasado, la Justicia ordenó que se detenga la obra de Monsanto, haciendo lugar al amparo interpuesto por la Asamblea.
El fallo exigió al municipio que paralice el proyecto hasta que se realice un estudio de impacto ambiental y se celebre una audiencia pública.
Según un sondeo, el 65% de los vecinos está en contra de la instalación de la planta de Monsanto.
En tanto, después de que Monsanto cumplió el primero de esos requisitos, fue el propio gobierno provincial -que apoyó la llegada de la multinacional- el que le quitó su aval.
La Secretaría de Ambiente de Córdoba rechazó, en febrero, el estudio de impacto ambiental presentado por la empresa, bajo el argumento de que tenía carencias técnicas.
En particular, afirmó que Monsanto no aclaraba cómo se tratarían los desechos y el agua contaminada con agroquímicos.
Pero dejó abierta la posibilidad de que se presente un segundo estudio.
En una declaración enviada a BBC Mundo, la empresa señaló que está trabajando en la preparación de un nuevo estudio, con la colaboración de “reconocidos expertos y con la mayor excelencia, para cumplir y superar los más altos estándares de calidad exigidos”.
También aclaró que aún no hay “fecha determinada para su presentación”.
Los asambleístas de Malvinas Argentinas reclaman que la intendencia organice un plebiscito sobre el futuro de la planta.
Una encuesta realizada en septiembre a pedido de la ONG internacional Avaaz, que fomenta el activismo global, mostró que nueve de cada diez vecinos exige una consulta popular.
Y el 65% dijo que votaría en contra de la instalación de Monsanto.
Malvinas Argentinas es una pequeña ciudad rural de 12.000 habitantes, al lado de la capital de Córdoba.
Transgénicos
¿Por qué es tan fuerte la oposición a esta planta?
Los asambleístas afirman que los agrotóxicos utilizados durante la producción de semillas transgénicas contaminarán la zona.
“Las semillas reciben un baño químico y durante el proceso de secado se desprenden partículas que son dañinas para la salud”, explicó Gastón Mazzalay, uno de los voceros de la Asamblea, en diálogo con BBC Mundo.
“El pueblo está a solo 700 metros de la planta, y 310 días del año el viento sopla en esta dirección”, agregó.
Sin embargo, Monsanto niega que la planta contaminará al pueblo o presentará “un riesgo para la población”.
“En sus instalaciones no se va a sembrar maíz ni se producirán agroquímicos, ni se contaminará el medioambiente… Cumplirá con las más exigentes normas requeridas por los gobiernos municipal, provincial y nacional”, señaló a este medio.
La multinacional agregó que la planta “es similar a una que la empresa tiene en la localidad de Rojas (Buenos Aires) y que opera desde hace más de 20 años, sin que se hayan registrado antecedentes de contaminación”.
En las primeras Asambleas participaron cientos de vecinos.
Y aseguró que “existen otras 42 plantas procesadoras de semillas de maíz de otras compañías en funcionamiento” en Argentina.
No obstante, Malvinas Argentinas no es la única comunidad del país que se opone a los organismos genéticamente modificados (OGM).
Tres localidades argentinas ya se declararon oficialmente “libres de transgénicos”: San Marcos Sierra (también en Córdoba), El Bolsón (en la patagónica provincia de Río Negro) y Villa de Merlo (en San Luis, provincia vecina de Córdoba).
Pero estos lugares representan una minoría en este país agroexportador.
Según el investigador Pablo Ariel Pellegrini, autor del libro “Transgénicos: ciencia, agricultura y controversias en la Argentina”, la nación sudamericana es la que mayor proporción de OGM tiene en el mundo.
Semilla soja (foto archivo)
Las semillas transgénicas causan polémica en el mundo (foto archivo)
El 100% de la soja argentina es transgénica, al igual que el 92% del algodón y el 84% del maíz.
Las 23,9 millones de hectáreas de cultivos transgénicos que tiene el país representan la tercera mayor superficie sembrada con OGM del mundo, después de Estados Unidos (69,5 millones) y Brasil (36,6 millones).
Sin embargo, en proporción a la superficie cultivada es la número uno en uso de transgénicos, ya que tres cuartas partes del total sembrado son OGM, dijo el autor a BBC Mundo.
Argentina también es pionera en el uso de transgénicos, ya que fue el primer país en adoptarlos, junto con EE.UU., en 1996.
Peligros
El cultivo con transgénicos ha llevado a que se multiplique el uso de agroquímicos, ya que las semillas se usan en conjunto con estos plaguicidas, como parte de un “paquete”.
La mayoría de las semillas son modificadas genéticamente para ser resistentes a herbicidas, que se usan para matar las malezas.
La Red de Médicos de Pueblos Fumigados de Argentina estimó este año que en las últimas dos décadas el uso de agroquímicos en el país aumentó un 858%.
Según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria de Argentina (INTA), cada año se usan más de 300 millones de litros de herbicidas en el campo.
Según los asambleístas, debido al bloqueo solo logró construirse un 30% de la planta de Monsanto.
El más utilizado es el glifosato (desarrollado por Monsanto en 1976), cuyo uso ha estado rodeado de controversia.
En agosto de 2012, la Justicia de Córdoba condenó a dos hombres por fumigar de forma indebida con este producto.
Ocurrió en un campo cercano a un poblado llamado Ituzaingó Anexo y se trató de la primera condena por uso de agroquímicos en América Latina.
Lea también: Qué cambiará realmente con la condena por el uso de agroquímicos en Argentina
Los pobladores de Ituzaingó Anexo aseguran que hubo un grave aumento de enfermedades como el cáncer desde que comenzaron las fumigaciones.
También el ministro de Salud Pública del Chaco, otra zona agrícola en el noreste argentino, expresó a la BBC su preocupación por el aumento de enfermedades y malformaciones que algunos atribuyen al uso de agroquímicos.
“Queremos que una comisión independiente venga y realice análisis exhaustivos”, dijo Antonio Morante en mayo pasado, antes de renunciar a su cargo en junio, por diferencias políticas con el gobierno.
Controversia
Los defensores de los cultivos transgénicos afirman que han permitido que se multiplique la producción agropecuaria, lo que ayudaría a paliar el hambre en el mundo.
Y entidades como la Royal Society de Londres, la más antigua sociedad científica del Reino Unido, y la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA) de Estados Unidos determinaron que los transgénicos no son riesgosos para la salud.
Sin embargo, el uso de agroquímicos asociado a la práctica agrícola es cuestionado por muchos.
Un estudio realizado por el experto en embriología Andrés Carrasco, expresidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet), indicó acerca de peligros del glifosato.
El trabajo, publicado en 2010 en la revista Chemical Research in Toxicology, encontró que causaba malformaciones en embriones de anfibios y advirtió que podría pasar lo mismo en humanos.
El 100% de la soja argentina es transgénica.
Las autoridades de Argentina desmerecieron los estudios y descartaron que este agroquímico sea peligroso si se utiliza correctamente.
Tanto la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (Conabia) como el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) avalan su uso.
El diputado y productor de soja Jorge Srodek dijo a BBC Mundo que la clave está en que la aplicación sea la apropiada, y en ese sentido consideró “arriesgado” utilizar aviones para fumigar con este herbicida.
Por su parte Monsanto también resalta que el glifosato es seguro.
“Está clasificado en la Categoría de Menor Riesgo Toxicológico (Clase IV), es decir, productos que normalmente no ofrecen peligro, según el criterio adoptado por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, señala la empresa en su página de internet.
Planes
A pesar de la resistencia que enfrenta, Monsanto dijo a BBC Mundo que “mantiene su vocación de construir una planta modelo en la localidad de Malvinas Argentinas, y de ser una oportunidad para el desarrollo sustentable de la comunidad”.
En abril pasado, el presidente para Latinoamérica Sur de la empresa, Luiz Beiling, había sugerido que podrían cambiar la obra de lugar.
“Estamos comprometidos con Córdoba, pero estamos empezando a mirar, si no sale, cuál es el plan B, C, o D”, dijo en su momento el ejecutivo a la prensa.
Un estudio de sangre realizado por los asambleístas reveló que 7 de cada 10 habitantes ya tiene presencia de agroquímicos por las fumigaciones en la zona.
La multinacional, que opera en Argentina desde hace más de 50 años, tiene actualmente otras cuatro sedes en el país.
Y según el diario Clarín, “ya recibió ofertas de otras provincias donde instalar su planta, entre ellas, San Luis y Buenos Aires”.
Lo cierto es que Monsanto aún tiene que presentar su nuevo estudio de impacto ambiental para esta planta, que tiene que ser aprobado donde quiera que se construya.
Y más allá de eso, también tendrá que enfrentar el bloqueo de los asambleístas, que mantienen cerrados los dos accesos a la planta.
Si por decisión propia o ajena la empresa no pudiera seguir adelante con su proyecto paralizado –en el que ya invirtió US$60 millones, según Clarín- sería una de las mayores noticias en la historia del movimiento anti-transgénicos.
Y daría razones para celebrar a la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida, un grupo que se ha ganado la atención de ecologistas de todo el mundo.
Veronica Smink
BBC Mundo, Argentina
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2014/12/141128_argentina_transgenicos_monsanto_vs?ocid=socialflow_twitter
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