Al cumplirse 3 años de la implementación del TLC con Estados Unidos, los pronósticos de quienes manifestaron oportunamente que Colombia iba a perder en esta negociación no solo se cumplieron, sino que los efectos negativos del acuerdo superan las predicciones más pesimistas. Desde la firma era sabido que el acuerdo no había cumplido con los principios fundamentales de los acuerdos internacionales que debe seguir el Estado: reciprocidad, equidad y conveniencia nacional.

Las críticas nunca han consistido en negar la importancia del comercio entre ambas naciones. El punto es sí la forma como se relacionan trae beneficios mutuos. La evidencia, la teoría y ahora los hechos, comprueban que en la asociación establecida con el TLC, Colombia es un perdedor neto.

El comercio es importante como mecanismo de transmisión de riqueza, pero no de creación de la misma. Si un país fabrica aviones, que otro no puede producir, el comercio libre de estos favorece a ambas naciones. Sin embargo, no se puede perder de vista que la riqueza generada, resultado de la transformación de energía, materiales y mano de obra en una manufactura, es para el país que lo fabrica, no para el que lo compra. Por eso el acceso a los mercados es un aspecto a tener en cuenta pero no el único. De nada sirve tener las puertas abiertas al comercio, si no existe qué ofrecer en esos mercados.

Frente al balance comercial, el Gobierno Nacional ha intentado argumentar que los beneficios del comercio no pueden medirse por las cuentas negativas que registra Colombia, porque también hay ganancia en las importaciones. Pero las cifras son contundentes: en los 3 años de vigencia del TLC con Estados Unidos, las compras superan ampliamente las ventas, lo que trae como consecuencia un balance neto negativo.

Adicional a los aspectos comerciales, en los que se mostrará la pérdida significativa que ha tenido Colombia, es importante recordar que éste es solo 1 de los 23 capítulos del acuerdo, en los que también están contenidos asuntos de propiedad intelectual, ambientales, telecomunicaciones, entre otros, los cuales se analizarán brevemente.

1) EL BALANCE COMERCIAL: NADA QUE VENDER Y MUCHO QUE COMPRAR

En el año 2011, antes de implementarse el TLC con Estados Unidos, el superávit comercial de Colombia con ese país había alcanzado US$ 8.111 millones. Para 2014, tres años después, el déficit comercial superó los US$ 3.303 millones y en los primeros dos meses de 2015 sobrepasó los US$ 1.200 millones. Significa que el TLC podría ser responsable de la pérdida de US$ 12.622 millones en comercio para Colombia, equivalentes a $25 billones de pesos. Desde que inició el TLC, en mayo de 2012, no ha habido un solo mes con superávit comercial.

Para 2014, las exportaciones colombianas hacia el país del Norte, por US$ 14.105 millones, fueron similares a las ventas de 2008, cuando no se contaba con el acuerdo. Por otra parte, desde 2011 las exportaciones han caído a un promedio de 13% anual. Es una prueba de la ineficacia del TLC, porque durante años el argumento que se utilizó para defenderlo era que Colombia tendría la posibilidad de acceder a un mercado más grande y con más ingreso per cápita que el nacional, lo que haría disparar las exportaciones.

En contrapartida, durante el mismo periodo las compras que Colombia ha hecho a Estados Unidos vienen creciendo al 10% promedio anual, desde US$ 13.593 millones en 2011 a US$ 18.192 en 2014. Es decir, no solamente se está vendiendo menos sino que se está comprando más, agravando el equilibrio comercial y mostrando que el único que está aprovechando el acuerdo es Estados Unidos, como se había previsto.

Hoy Colombia participa menos que en 2012 en las compras que realiza Estados Unidos al mundo, pasando de 1,08% en ese año a 0,69% en 2014. Por el contrario, el comercio desde Estados Unidos hacia Colombia aumentó con relación al comercio total de ese país, desde 1,06% a 1,11%.

Las exportaciones colombianas hacia Estados Unidos durante 2014 fueron de US$ 14.105 millones alcanzando un nivel cercano al presentado en 2008 US$ 14.052 millones, luego de presentar montos de US$ 21.705 millones en 2011, sin tener ningún acuerdo comercial vigente. El déficit continúa en lo corrido de 2015, y solo en dos meses es casi la mitad del total presentado en 2014. Lo anterior evidencia que tras la implementación del TLC, las exportaciones de Colombia son cada vez menores, como se evidencia en la Tabla 2.

El comercio no minero energético, acumula en los 3 años del TLC un déficit por US$ 20.917 millones, y el industrial, durante el mismo periodo, un déficit por US$ 23.682 millones. Para el agro, el superávit pasó de US$ 1.625 millones en 2011 a US$ 788 en 2014, es decir, una pérdida de US$ 837 millones de comercio agrícola durante este periodo.  Para 2014, mientras Colombia exportó 953.000 toneladas de alimentos a Estados Unidos, importó 5.100.000 toneladas desde ese país. Pero más grave es el hecho de que los principales bienes que se están comprando al país del Norte, como maíz, trigo y arroz, son productos que se pueden producir en Colombia y cuyas importaciones están reemplazando producción y empleos locales.

El 73% de las exportaciones, correspondientes al sector minero energético, las había realizado solo el 3,2% de las empresas exportadoras. Mientras las empresas industriales solo exportan el 7,7% del total, pero representan el 65% de las empresas. En el agro el 26% de las empresas suman el 17% de las exportaciones. Lo anterior significa que el sector industrial y agrícola, aunque representa a más empresas, tiene menos acceso al mercado estadounidense que el sector minero. Además, prueba que la mayor parte de las exportaciones hacia EE.UU. está concentrada en muy pocas empresas. Es decir, que es un grupo muy reducido de empresarios quienes se benefician realmente del comercio exterior con dicho país.  Así se muestra en la Tabla 3.

¿Cómo se compone el comercio entre ambos países?

La composición del comercio es la causa fundamental que explica los desequilibrios anunciados y que se están materializando en el TLC entre Colombia y Estados Unidos. En una economía abierta, el intercambio de mercancías entre dos naciones tendría que realizarse entre bienes equiparables en su fabricación, a nivel técnico y tecnológico, para que ambos fueran ganadores. Pero cuando las mercancías de una nación superan de manera sustancial el grado de sofisticación de la otra, la primera obtendrá más beneficios del comercio, pues cada unidad de bienes exportada se traducirá en más riqueza para su economía en comparación a la exportación de bienes sin valor agregado. Es el típico caso de lo que está ocurriendo entre Colombia y Estados Unidos.

Según el análisis realizado por Astrid Martínez y José Antonio Ocampo, menos del 30% de las exportaciones de Colombia tienen altos niveles de sofisticación, mientras el 70% de las exportaciones de EE.UU. están por encima del promedio de sofisticación. Así, según los analistas, lo que ofrece Colombia “no alcanza los niveles para que las exportaciones sean un motor del crecimiento económico”.

Para 2014 el 54% de las ventas de Colombia hacia ese país fueron productos minero-energéticos. El 17% manufacturas y el 12% agro. Durante 2013 el 81% de las exportaciones hacia EE.UU correspondían a productos minero-energéticos. El 7% a manufacturas y el 11,9% agro. Para 2012, las proporciones fueron: 6,2% ventas de productos manufacturados, 84% productos minero-energéticos, y 9,7% agro.

Según Procolombia, como consecuencia del TLC el país vendió 434 nuevos productos a Estados Unidos, de los cuales el 92% son manufacturas. No obstante, revisando el listado completo de productos y sus valores, se puede observar que entre mayo de 2012 y diciembre de 2014, el producto con mayor valor de exportación, hace parte del grupo de farmacéuticos, con ventas totales en ese periodo por US$ 32 millones de dólares. Entre los 434 productos, durante la vigencia del TLC, no suman más de US$ 200 millones de dólares que –por supuesto- es casi 60 veces menos que lo que se ha perdido en comercio durante el mismo tiempo.

Procolombia también afirma que hay 1.844 nuevas empresas exportadores, pero la que más ha exportado hacia Estados Unidos entre mayo de 2012 y diciembre de 2014, vendió tan solo US$ 13 millones. Es decir que solo 1 empresa de las nuevas que exportaron, logró vender US$ 406.250 por mes. Pero el 98% de las nuevas empresas exportadoras en el TLC con Estados Unidos vendió menos de US$ 1 millón durante el mismo periodo y el 28% exportó entre US$ 2.000 y US$ 5.000 dólares. En definitiva, el 87% de estas empresas vendió menos de US$ 100.000 en dos años y medio. Así se ve en la Tabla 4.

2) INVERSIÓN EXTRANJERA
Otra de las promesas del TLC fue el aumento de la inversión de Estados Unidos en negocios en Colombia. No obstante, desde 2012 la Inversión Extranjera Directa proveniente desde ese país cayó 10,6%.

Durante 2012, Estados Unidos se ubicó como el segundo inversionista en el país con US$ 2.476 millones. En 2013 fue el principal, con inversiones por US$ 2.861, y para 2014 cayó al tercer puesto con US$ 2.213 millones, por debajo de Panamá y Suiza.

Según datos del Banco de la República, entre 2011 y 2014 la inversión directa de Colombia en Estados Unidos, presentó una caída del 72,7%, al pasar de  US$ 1.024 millones sin Acuerdo a US$ 280 millones con Acuerdo.

3) OTROS PUNTOS DEL BALANCE DEL TLC LESIVOS PARA COLOMBIA

 Como se mencionó en la introducción, el TLC con Estados Unidos no solo se refiere a asuntos comerciales, sino a temas que sobrepasan este ámbito. Algunas decisiones que se han tomado en los últimos años, que hacen parte del marco legal del acuerdo, también afectan el desempeño económico del país y limitan la capacidad del Estado para implementar políticas públicas en beneficio de los intereses nacionales. Se analizarán algunas de ellas:

1. Resolución 970 del ICA: en 2010, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) expidió dicha resolución que hace parte de las obligaciones del TLC en materia de propiedad intelectual, mediante la cual se prohíbe almacenar semillas que provienen de cosechas para sembrarse nuevamente. Por cuenta de las imposiciones estadounidenses en el acuerdo, esta resolución acaba con una práctica ancestral, para beneficiar a multinacionales como Monsanto, Dupont y Syngenta.  El tema salió a la luz pública gracias al documental 9.70, de Victoria Solano.

2.  Ley Lleras: en 2011, el entonces Ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, radicó ante el Congreso una iniciativa gubernamental, que era un compromiso del TLC, para regular los derechos de propiedad intelectual en internet. El proyecto fue archivado en noviembre de 2011, tras las críticas que generó. Sin embargo, como exigencia de Estados Unidos para implementar el acuerdo, aprovechando la visita del presidente Obama a la Cumbre de las Américas en Cartagena en abril de 2012, el Congreso aprobó en 20 días la Ley Lleras 2.0. En enero de 2013, la Corte Constitucional tumbó la Ley por vicios de trámite y de fondo, acogiendo las demandas de los senadores Jorge Enrique Robledo y Camilo Romero. En mayo de ese mismo año, el gobierno de Santos radicó nuevamente la Ley Lleras 3.0, en donde se prohíbe la retransmisión en internet de señales de televisión, el almacenamiento temporal de información protegida, y en general el acceso a la información y a su difusión.  Este proyecto también se retiró, porque fue considerado como una censura. Un cuarto intento, conocido como la Ley Lleras 4.0, fue realizado en mayo de 2013, el cual se encuentra archivado actualmente.

3. Minería en Páramos y Licencias Exprés: el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2014-2018, aprobó dos artículos especialmente nocivos en materia ambiental, en concordancia con el capítulo 18 del TLC con Estados Unidos sobre Medio Ambiente. En este se afirma que los países deben asegurar que “las políticas comerciales y ambientales se apoyen mutuamente”, en el sentido de que la legislación ambiental no afecte el comercio. Además, el TLC otorga el carácter de mercancía a los recursos naturales, brindando derechos a los inversionistas para su “explotación, extracción, refinamiento, transporte, distribución o venta”. De no cumplirse, sería considerado por inversionistas estadounidenses como una innecesaria barrera no arancelaria.

En consecuencia, el PND en su artículo 173 permite que los títulos mineros que fueron otorgados en zonas de páramos, “podrán seguir ejecutándose hasta su terminación”. Mientras tanto, el artículo 179, otorga 20 días hábiles para evaluar los estudios de impacto ambiental, en lo que ha sido considerado como “licencias exprés”.

4. Cuota de Pantalla: el PND también incluía un artículo que disminuía la cuota de televisión destinada a la producción nacional en la franja de los fines de semana y se la aumentaba a la producción extranjera, una imposición del TLC con Estados Unidos. Gracias a la discusión que lideró la Asociación Colombiana de Actores (ACA), se logró tumbar este artículo en el Plan. Sin embargo, el compromiso del gobierno colombiano con Estados Unidos se mantiene, y es previsible que el presidente Santos presente una iniciativa legislativa en este camino.

5. Las industrias de licores departamentales: en la actualidad existe un monopolio en la producción de licores en los departamentos, que tiene una señalada función social. El PND intentó acabar con esta condición al disminuir los impuestos a productos extranjeros en más de 50%, obligando a una competencia desigual con las empresas regionales. Este también es un requerimiento del TLC, porque el acuerdo obliga a otorgarle Trato Nacional a la inversión extranjera, lo que limita la posibilidad de que el Estado privilegie a ciertos sectores nacionales. Este artículo también fue derrotado en el PND.

6. El decreto sobre biotecnológicos: en septiembre de 2014 el Gobierno Nacional anunció la regulación de medicamentos biotecnológicos, para imponer requisitos a la hora de expedir registros sanitarios. Así mismo, se abrió la posibilidad de permitir el acceso al mercado de biosimilares, con eficacia igual a los medicamentos de marca, pero 60% más baratos. Sin embargo, el gobierno estadounidense, a través de su Vicepresidente Joe Biden, envió una carta al Presidente Santos manifestando su preocupación por temas relacionados con el TLC, entre ellos el de los biotecnológicos.

Biden aprevechó la carta para referirse también al decreto de chatarrización, que “está lastimando nuestro comercio bilateral”, según el vicepresidente. De igual forma cuestionó la resolución que restringe las importaciones de etanol mientras que la oferta local no atienda el 100% de la demanda y critica que no se haya logrado aprobar la Ley Lleras.

De hecho en el Reporte Especial de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos de 2015, Colombia se mantiene en la lista de vigilancia de ese país, por los mayores esfuerzos que debe hacer en materia de Derechos de Propiedad Intelectual y especialmente por la piratería en línea y móvil.

7. Plan de Acción Laboral: los presidentes Barack Obama y Juan Manuel Santos firmaron el 7 de abril de 2011 este plan, como condición para que el Congreso de Estados Unidos aprobara el TLC. El plan incluye 37 recomendaciones para mejorar las condiciones laborales en Colombia, las cuales, según las centrales sindicales, no han sido cumplidas. Se mantiene la persecución y violencia en contra de líderes sindicales, los obstáculos para la conformación de organizaciones de trabajadores y las distintas formas de subcontratación. Las cifras de subempleo, que superan el 50% de los trabajos en Colombia, son prueba de la ineficacia de dicho plan, que parece haber sido solamente un requisito protocolario para darle paso al TLC en Washington.

8. Aprovechamiento de negocios: el gobierno creó, en julio de 2013, un Centro de Aprovechamiento de Acuerdos Comerciales, dirigido por Eduardo Muñoz, exnegociador del TLC con EE.UU. y que reemplazó a la Oficina para el Aprovechamiento del TLC, que fue dirigida por Hernando José Gómez, jefe de la negociación de ese acuerdo.  Estas dependencias se han dedicado a detectar la oferta exportable en cada región, ejercicio que se ha debido hacer antes de la firma del TLC y que el gobierno había anunciado que ya se había realizado. La labor de ellas no ha rendido ningún fruto  y se encuentran en permanente crisis.

CONCLUSIONES

Los presupuestos más pesimistas elaborados antes de la implementación del TLC con Estados Unidos, se quedan cortos con relación a los resultados presentados tras 3 años de vigencia. La pérdida para Colombia supera los $ 25 billones, las promesas de nuevos mercados y clientes con más capacidad adquisitiva no se han cumplido, y los avances en nuevos productos y nuevas empresas exportadores no pasan de ser valiosos esfuerzos individuales, pero que no compensan ni de cerca las pérdidas de la economía nacional.

La aprobación del Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018 dejó en evidencia que tampoco habrá una verdadera política para estimular el desarrollo productivo, al cual se le otorgó el 1% del presupuesto, mientras a la fracasada locomotora minera se le inyectó el 11%. Bajo esta circunstancia, no existen hechos reales, con excepción de la devaluación, que permitan inferir que habrá una recuperación pronta de la balanza comercial.

El 2014 cerró con un déficit en Cuenta Corriente por US$19.780 millones  y un déficit comercial por US$ 6.293 millones, los más altos en la historia del país. Es notorio que las relaciones económicas internacionales de Colombia no atraviesan por su mejor momento.

Se hace necesario que el Congreso de la República realice controles políticos a los resultados de los TLC implementados y se cree un mecanismo técnico de seguimiento a los mismos.  También, los gremios de la producción como la Andi, Acopi, Proindustria, Asinfar, Acolfa; las centrales sindicales CUT, CGT, CTC; organizaciones académicas, estudiantiles y campesinas, deben trabajar unificadamente en la idea de proponer una política para la recuperación de la producción nacional en la agricultura y la industria, como única posibilidad de salir de la crisis económica actual.

 

http://www.recalca.org.co/balance-de-los-3-anos-del-tlc-con-estados-unidos/