Medellín es una de las principales ciudades receptoras de población desplazada del campo, producto del conflicto social, político y armado. Este proceso se profundizó en las últimas décadas y llevó a que cientos de miles de familias arribaran a la ciudad a poblar las laderas y construir innumerables barrios, muchos de los cuales hoy siguen siendo desconocidos por las instituciones gubernamentales. Esto ha generado que una de las principales características de las ciudades colombianas sea la autoconstrucción y la informalidad de los barrios y los empleos de un gran porcentaje de las familias. 

 
En la actualidad las ciudades colombianas atraviesan por un proceso de transformación urbana que es liderado por Medellín como supuesto ejemplo de innovación y desarrollo, que en realidad significa la construcción de ciudades para el interés y beneficio de algunos sectores económicos como el constructor, inmobiliario y financiero. Así mismo, los gobiernos buscan embellecer nuestras ciudades mediante la realización de grandes eventos de talla internacional, para generar turismo pero no beneficios para los habitantes. 
 
El desarrollo de grandes obras de infraestructura en diversos sectores de la ciudad ha desplazado a los habitantes de estos territorios a lugares precarios, generalmente ubicados en la periferia de la ciudad, donde el precio de la vivienda se acomoda a sus condiciones de vida, lo que aumenta el déficit cualitativo y cuantitativo de vivienda a la vez que restringe el disfrute de la ciudad a condiciones socioeconómicas. En estos casos el Estado local solo existe para despojar y expulsar a los habitantes de los territorios. 
 
Esta situación se profundiza por las malas soluciones de vivienda de los entes municipal y nacional que ofrecen viviendas ubicadas en zonas apartadas, con un tamaño que no genera condiciones de dignificación para las personas que allí residen, sin equipamiento que permita acceso a salud, educación, recreación, esparcimiento, lo que nuevamente vulnera el derecho al disfrute de la ciudad. 
 
En términos de servicios públicos la situación no es diferente. Aun cuando la ciudad cuenta con las Empresas Públicas de Medellín, reconocida como una de las mejores entidades de América Latina, las tarifas de los servicios públicos domiciliarios siguen siendo muy altas, y año tras año aumenta la cantidad de familias desconectadas mientras importantes sectores de la ciudad no cuentan con servicios mínimos como agua potable. 
 
Esta situación se presenta porque la administración no reconoce a estos territorios, cuando incluso la población que reside allí supera en número la de barrios ya reconocidos. Por lo tanto planteamos que la transformación de la ciudad no está pensada en generar condiciones de dignidad para sus habitantes, lo que nos llama a alzar nuestras voces por una ciudad que ponga al centro las necesidades reales de su gente, que avance en el desarrollo urbano pero centrado en el disfrute de sus habitantes y no en una lógica de acumulación para reducidos sectores de la economía. 
 
Todo esto nos motiva hoy a encontramos y convocarnos a una Audiencia Pública para manifestar nuestra inconformidad frente a la actuación de las instituciones de la Alcaldía y la falta de solución a las problemáticas históricas de los sectores populares.