foto: Archivo del Tejido de Comunicación
Lleva más de tres décadas haciendo periodismo entre veredas (zonas rurales de entre 50 y 1.200 habitantes) y territorios alejados de las urbes centrales que a veces no aparecen en los mapas.
Su árbol genealógico fue el que le guió en su carrera profesional y ésta fue la que le orientó para indagar más en su árbol genealógico. Gracias a ese binomio, que surgió cuando apenas tenía 22 años, sus inquietudes por adentrarse y dar a conocer un pueblo ancestral con siglos de historia que ha sufrido por todos lados en Colombia ha sido lo que le ha movido en la vida.
José Navia Lame ha llenado páginas de periódicos y revistas en forma de crónicas -crónicas al estilo de Latinoamérica- con el fin de acercar los orígenes del pueblo indígena nasa y sus resistencias en un territorio -el departamento del Cauca- querido por todos los bandos del conflicto armado que arrastra este país. Esta zona sur occidental de Colombia se caracteriza también por una desigual tenencia de la tierra, siendo los grandes terratenientes los principales poseedores de ella a pesar de que la población indígena representa un 20% del total, lo que genera importantes conflictos territoriales.
Desde fuera estas comunidades, coloridas y artesanas, se aprecian con mística y espiritualidad. Se sienten lejanas, distantes y serias y, quizás por ello, atraen aún más para acercarse a entenderlas. Aunque no sea fácil, ni siquiera llevando sangre nasa como nuestro protagonista, quien asegura no comprender muchas de sus miradas y cosmovisiones a pesar de los años de estudio y acercamiento a territorio caucano.
En Colombia existen unos 102 pueblos ancestrales, 18 de los cuales se encuentran en peligro de desaparecer, según la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), representando una diversidad étnica y cultural dignas de admiración para quienes observamos desde fuera.
El territorio donde se asientan, que lo es todo para estas comunidades, ha sido y es el objetivo de numerosos enfrentamientos tanto por el Estado, como por los grupos insurgentes o por las multinacionales, que quieren sus suelos y sus aires para explotarlos. Esto ha hecho que las comunidades indígenas se encuentren más que organizadas para exigir lo que siempre ha sido suyo y que desde la invasión de los españoles, hacia el año 1500, se les arrebató. Desde entonces, la lucha de la Resistencia Indígena se mueve por la unidad, la tierra, la cultura y la autonomía.
Navia Lame, que escribe para medios como El Tiempo, Semana, El Malpensante, Colpresa y Soho y ha recibido numerosos premios por su trabajo, acaba de publicar La fuerza del ombligo. Crónicas del conflicto en territorio nasa, y con él y sus piezas periodísticas viajamos hasta la zona del río Cauca, lugar originario del pueblo nasa.
José, ¿qué son los pueblos indígenas?
Los indígenas son los pueblos ancestrales, los pueblos que habitaban este territorio antes de la llegada de los españoles. En estos momentos son comunidades que mantienen resistencias frente a una serie de amenazas.
En primer lugar el conflicto armado. Por otro lado, el avance de los procesos productivos de orden capitalista que avasallan sus territorios y casi que les exigen que formen parte de ese modelo de producción. Y por otro lado, también resisten a la aculturación que llega por todos lados, especialmente por los medios de comunicación.
¿Qué podemos encontrar en su último libro La fuerza del ombligo. Crónicas del conflicto en territorio nasa?*
En el libro hay 22 crónicas del conflicto en el territorio indígena nasa del norte del Cauca, donde se desarrolla una guerra insurgente desde hace 50 años y donde estas comunidades han resistido y sobrevivido. El libro cuenta cómo ha sido ese proceso de resistencia, desde la cotidianidad, porque la resistencia existe todos los días y en todos los actos cotidianos en la comunidad.
Cuenta también los procesos de emprendimiento que las comunidades indígenas han desarrollado en medio de la guerra para crear empresas de lácteos, ganaderas, de café orgánico, de jugos naturales, de artesanías, de truchas que venden en mercados de Cali…
También cuenta cómo se dan algunos rituales como los de armonización o como el lavado de bastones, al que ellos le llaman el refrescamiento de las varas.
El bastón es un pedazo de madera especial que ha tenido un ritual por parte de la persona que representa el ‘teguala’, que es como el guía espiritual y médico tradicional de la comunidad. Ese bastón representa autoridad y los miembros del Cabildo lo cargan durante su mandato de un año, que es el gobierno indígena. Pero según los tegualas, ese bastón va recibiendo una serie de impurezas durante el gobierno, por lo que al finalizar el mandato hacen un refrescamiento especial. El gobernador del Cabildo y su séquito van a una laguna con un teguala y realizan un lavado ritual de la vara para que los viejos cabildos se lo entreguen a los nuevos.
Los bastones de la guardia indígena son símbolo de justicia, respeto y orgullo./ Sam
¿Por qué específicamente usted se ha interesado por el pueblo nasa a lo largo de su trayectoria como periodista?
Habiendo tantos pueblos indígenas en Colombia, estando tan alejados y siendo tan diverso es muy difícil que uno abarque todo. Yo he trabajado sobre varios pueblos indígenas pero insistentemente me he centrado más en las comunidades nasa porque soy del Cauca, que es donde hay mayor parte de indígenas nasa, porque he tenido algunas intenciones políticas al visibilizar estos temas, y porque además tengo sangre nasa por el lado materno.
Pero aun así, el tema es muy complejo. Llevo años hablando con ellos y no logro entender algunas cosas de su pensamiento y del concepto tan diferente que tienen del mundo.
¿Cosas como cuáles?
Por ejemplo, para ellos una piedra no es sólo una piedra, es mucho más. También lo que tiene que ver con las tempestades, con los tiempos de cultivo, con el saludo… Cuando un indígena te saluda, no te mira; eso en lo occidental eso puede ser una grosería, mientras que para ellos es así como perciben a la otra persona. No me preguntes cómo lo hacen, pero a veces el indio sabe si esa persona trae o no buenas intenciones.
En esta tierra ningún indígena nasa -y Sofía Valencia lo es hasta los tuétanos a pesar de su apellido de aristócrata payanesa- le mira la cara a un forastero cuando lo saluda. Los blancos y mestizos que pisan por primera vez estas montañas del norte del Cauca asumen ese gesto como una descortesía. Pero a los nasa, que rigen su vida por las costumbres ancestrales y por la aspereza de sus montañas, los tiene sin cuidado el protocolo occidental. Para ellos, el instante del saludo encarna algo mucho más profundo: es la oportunidad para calibrar el talante del recién llegado. (Navia Lame 2010:91).
¿Cómo son las resistencias del pueblo ancestral nasa?
Son múltiples y dinámicas que evolucionan en función del conflicto. En ese mecanismo de resistencia está la guardia indígena que nació a partir de la llegada de los paramilitares a la zona de Toribío del Tacueyó. Cuando intentaron reingresar, los indígenas actuaron masivamente, crearon unos cuerpos de vigilancia y control desarmados, pacíficos, que a partir del ejercicio colectivo y masivo de autonomía y de dominio del territorio comenzaron a controlar la entrada de extraños.
Hay otro que son los sitios de concentración. Los indígenas del norte del Cauca tienen aproximadamente 26 lugares ya con todos los estudios y hechos la armonización, para que sirvan de refugio en caso de combate. Así, cuando determinadas veredas quedan atrapadas por un combate, la gente ya sabe a qué sitios tiene que acudir a modo de refugio. Puede ser una escuela, un centro de salud, un territorio comunal… Y ahí se quedan dos o tres meses perfectamente organizados, hacen salidas únicamente para traer más comida y seguir manteniendo el lugar de concentración. Esto les permite mantenerse en su territorio, es un método para resistir a los combates.
Además, al lugar lo rodean con banderas blancas y crean comités para atender a los niños, para las mujeres, para el aseo, para la alimentación, para traer víveres, para la logística, para la comunicación… Así, a pesar del conflicto no abandonan su territorio. Y el indígena nasa en Colombia se ha caracterizado por eso, incluso ha preferido morir que salir de su tierra.
¿Por qué es tan importante el territorio para este pueblo?
El título del libro La fuerza del ombligo. Crónica del conflicto en territorio nasa lo define bien. Cuando un niño nasa nace, la mamá entierra el cordón umbilical debajo del fogón de su rancho y lo hace con la intención de crear un vínculo atávico entre el niño y la tierra. Y eso hace que él o ella no se vayan de su territorio porque ahí tienen enterrado su ombligo. ‘Mi ombligo está enterrado en tal vereda’, dicen.
Por ello, para el pueblo nasa el mayor castigo es el destierro. Si expulsan a alguien del territorio indígena se convierte en una persona sin apego a su territorio, ni a lo colectivo, ni a su comunidad. Así, ese acto que realiza la mamá con su bebé le da fuerza a la persona para resistir en tu territorio ante cualquier amenaza.
Indígenas de Colombia se manifestaban en Bogotá junto a campesinado y comunidad afro durante la Cumbre Agraria Campesina, Étnica y Popular celebrada a principios de septiembre./ Constituyentes por la Paz.
¿Cómo ha visto los procesos de resistencias indígenas en Colombia a lo largo de sus tres décadas de trayectoria periodística?
Bueno, cuando uno sube a estos territorios sabe que puede encontrase en cualquier momento una balacera. Ahora estamos en proceso de diálogos de paz y el ambiente está más tranquilo.
Aun así, los indígenas han dejado muchos muertos y mucha sangre por defender sus tierras. A los indígenas nasa les ha matado la policía, el ejército, los paramilitares, la guerrilla, con esta última en una buena cantidad por controlar el territorio y ejercer formas de justicia diferentes.
¿Cómo es desde dentro el papel de las mujeres indígenas?
Bueno, es un papel algo complejo. En el mundo indígena no todo es bonito, existe mucho machismo y hay maltrato, pero por otro lado, siempre han formado parte de la resistencia de manera activa, tanto en el Gobierno como en los grupos armados, como el de Quintín Lame, ya desaparecido. Hay connotadas lideresas como Aida Quilcué, muy reconocida en el Cauca.
Y las abuelas son las que empiezan a presionar cuando pasa algo y los dirigentes no hacen nada, son las que más apoyan en lo logístico o como guardia indígena.
Mujeres indígenas participantes de la Cumbre Agraria exigen al Gobierno que cumpla con sus promesas de mejorar la vida en lo rural./ CxP
¿Cuáles son las principales diferencias entre los 102 pueblos indígenas de Colombia?
Hay indignas de montaña, de desierto, de valle, de selva… Lo geográfico podría ser la diferencia pero cada territorio les entrega elementos distintos. Mientras que para los del Amazonas el elemento ritual grande es la anaconda, para otros es la montaña o el sol, por lo que cada territorio le entrega unos elementos distintos para sus rituales.
¿Y qué responsabilidad tenemos las y los periodistas nacionales e internacionales para conocer y hablar de estas comunidades, para escribir sobre las narrativas ancestrales?
La responsabilidad es ir hasta allá y conocer de cerca. Pero hay que documentarse muy bien para no abordarlo desde la óptica occidental porque para ellos una piedra no es una piedra, es algo sagrado, tiene vida, y eso hay que tenerlo en cuenta, conocerlo.
El asunto es la financiación. Siendo realistas los territorios indígenas en Colombia generalmente están en zonas muy apartadas, hay que llegar en lancha o avión, transportes costosos, y además hay que dedicarle unos buenos días, por lo que no siempre es fácil.
Pero lo primero es estudiar los pueblos indígenas, sus características, cuáles son sus principales problemas, a cuáles se puede llegar… En internet hay mucha información y las organizaciones como la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC), el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) tienen web y muchos datos al respecto.
José Navía Lame, periodista colombiano especializado en narrativas de pueblos originarios, firma un ejemplar de su último libro publicado./ Sam.
foto: José Navía Lame
fuente: https://aecosextremadura.wordpress.com/2015/11/19/escribir-sobre-pueblos-indigenas-no-es-abordarlo-desde-la-optica-occidental-porque-para-ellos-una-piedra-no-es-una-piedra/
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