En el debate en el Senado demostré, por fuera de toda duda, que no se ha restituido ni una sola hectárea de tierra a ninguna víctima de la violencia en Colombia, verdad que aceptó el ministro de Agricultura. Ni una hectárea por vía administrativa (Ley 160/93) ni por la Ley 1448/11. Si antes mencioné 18.361 hectáreas restituidas a 699 familias fue porque así me lo informó el Ministerio, pero el 19 de abril pasado Juan Camilo Restrepo, por pregunta mía, precisó que esas tierras apenas estaban “iniciando el respectivo proceso” (http://bit.ly/MmM4G7).
La controversia no se origina en que con la Ley 1448 no se haya restituido nada, pues ella rige desde 1° de enero de 2012. Lo que se debate son las restituciones por vía administrativa, las metas de restitución y la total falta de veracidad con la que el gobierno y el propio Presidente Santos han presentado las cifras, falsedades que se han repetido tantas veces en los medios de comunicación que los colombianos creen que las hectáreas restituidas superan las 800 mil.
La manipulación empezó en 2010, cuando Santos anunció el llamado “plan de choque” para “restituir y formalizar” 312 mil hectáreas a 130 mil familias en seis meses, plan que muy rápido se convirtió en solo de restituciones en los discursos oficiales (http://bit.ly/KdzM8E). Según el Sistema de Información del Gobierno (SIG) de la Casa de Nariño, el 17 de enero de 2011 Santos “destacó que el plan de choque de restitución de tierras avanza satisfactoriamente (…), con la adjudicación de 121.000 hectáreas”, datos que el mismo día repitieron a pie de juntillas El Tiempo, El Espectador y Semana. Para marzo las falsas restituciones iban en 290 mil hectáreas, en mayo el ministro de Interior anunció que “la meta (…) es restituir 500 mil hectáreas de tierra antes de junio de 2011”, en agosto el SIG afirmó que el “gobierno superó la meta de entregar 350 mil hectáreas de tierras a víctimas de la violencia”, cifra que pusieron en 720 mil en diciembre. En el debate reseñé 14 casos en los que el SIG falseó la información al respecto y cité que el 21 de abril pasado el Presidente le dijo a El País de España que en “nuestro programa de restitución de tierras a víctimas del conflicto, hemos entregado en solo tres meses más de ochocientas mil hectáreas a noventa mil titulares” (http://bit.ly/LaOBUr).
¿Cómo explicar unas diferencias tan grandes, que van de cero hectáreas restituidas a 800 mil? El gobierno se aprovecha de que el país ignora que existen otros seis programas que adjudican tierras rurales pero que no son de restitución a víctimas de la violencia: titulaciones de baldíos a colonos y afros, resguardos indígenas, Dirección Nacional de Estupefacientes, subsidio integral de tierras y Fondo Nacional Agrario. Y pone todo su poder para aumentar la confusión y aprovecharse de ella, utilizando frases calculadas para reforzar la falacia aritmética y anonadar a la gente: “Esfuerzo monumental”, “se está cambiando la faz del país”, “récord histórico”, “una verdadera revolución agraria”, “presidente de los campesinos”, exageraciones que también tapan que en los gobiernos anteriores, desde 1990, el promedio anual de hectáreas tituladas fue de 993 mil, en tanto que las de Santos en 2011 –el año comparable– apenas llegan a 547 mil (http://bit.ly/LBfwMa).
Tan inaceptables como las falsedades descubiertas son los nuevos objetivos de restitución anunciados, por lo menos para quienes somos partidarios de que efectivamente se restituyan las tierras. Según el gobierno, aspiran a restituir 10.500 predios entre 2012 y 2013, cifra pequeñísima que indica que a 2014 no llegarán a las 160 mil restituciones prometidas. Y al reclamarse por esto, Juan Camilo Restrepo afirma que no hay metas de restitución, cuando en el debate demostré que en el Plan de Desarrollo y en otras siete ocasiones el ministro y otros altos funcionarios se comprometieron con el objetivo de restituir 160 mil predios en este gobierno (http://bit.ly/KX9UvL).
La fotografía de las políticas agrarias de Santos se completa al mostrar la honda crisis del sector y los daños que vienen con los TLC, así como su objetivo de concentrar la producción en monopolios, extranjerizar las tierras y preferir semisiervos a campesinos libres (http://bit.ly/Kyzppb). Ante estas realidades regresivas desconocidas, la restitución aparece como una cortina de humo para ocultarlas. Pero podría suceder que la cortina ni humo eche, porque la logren con cuentos.
Moir
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