Privatización de las semillas*. Epigrama. Bajo la óptica neoliberal todo debe ser considerado como negocio, incluso la vida. El autor.

 
Introducción. Algunos bienes son tan esenciales para la vida, que se los ha considerado tradicionalmente como bienes de uso común, de libre acceso: el aire, el agua, la comida, las semillas, el amor. Sin embargo, la ideología neoliberal pretende reducir toda actividad humana a negocio.
 
A fines del siglo 19 Carleton colectó gratuitamente de campesinos rusos muestras de trigo que constituyeron luego la base de la industria triguera de Estados Unidos y de Canadá, devastados por el tizón. Ver de Paul de Kruif, Los vencedores del hambre, 1940.
 
Cuando China llegó en el siglo 16 a trecientos millones de habitantes, el Emperador ordenó colectar semillas alimenticias, de donde hoy día se siembran en China plantas que ahora llamaríamos cultivos olvidados de América.
 
La teoría de los centros de origen, de Vavilov, década de 1920, terminó de orientar a las expediciones mundiales de colecta de semillas, a cuya consecución acudieron agencias gubernamentales y empresas privadas. La mayor expresión de almacenaje de recursos genéticos se localiza en los 18 centros de investigación del Banco Mundial, que acaparan las veinte principales fuentes de alimentos del mundo: maíz, papa, fríjoles, yuca, pastos, sorgo, trigo, ganados…
 
Poseer semillas es poseer poder y renta, y así lo han entendido las principales transnacionales de las “ciencias de la vida”.
 
Todas las colecciones de germoplasma del mundo han sido obtenidas gratuitamente en entornos campesinos, que son los creadores de las semillas ancestrales, coevolucionadas con el ambiente. El libre acceso campesino ha venido siendo cerrado por una malla de disposiciones que pretenden proteger los derechos de propiedad intelectual de los investigadores y empresas en el campo de las semillas.
 
1. Antecedentes recientes hacia la privatización. La convención de Paris, 1883, para la protección de la propiedad industrial jamás consideró patentable la materia viviente: solo se pensaba entonces en inventos mecánicos y químicos.
 
El monje Juan Gregorio Mendel, 1822 – 1884, facilitó el fitomejoramiento clásico. Con Thomas Hunt Morgan, 1866 – 1945, Nobel en fisiología y medicina en 1933, se dan las bases para los primeros patentamientos en USA de plantas “mejoradas”, es decir, manipuladas por intelectuales. En efecto, en 1930 se produce en USA la Plant Patent Act, por la cual se protegen plantas de reproducción asexual, excepto tubérculos. La Plant Variety Protection Act, posterior, protege plantas de reproducción sexual, excepto hongos e híbridos. El Tratado de Budapest permite patentar sobre microorganismos. No ha faltado quien defina la célula como microorganismo para cubrirse con el Tratado de Budapest. 
 
2. Telaraña de la propiedad intelectual. La noción de propiedad intelectual nace del privilegio humano de su capacidad de creación mediante el razonamiento.
 
En 1962 algunos gobiernos de países hegemónicos crearon la Organización Mundial para la Protección de la Propiedad Intelectual – OMPI,  adscrita a la ONU en 1974. Hacen parte de OMPI una serie de uniones, entre ellas la UPOV – The Convention of the International Union for the Protection of New Varieties of Plants, fundada en 1961. La UPOV ha tenido “mejoras” de poder en sus versiones 1978 y 1991. Esta última fue refrendada por el Congreso Colombiano como ley 1518 de 2012, apresuradamente, pues era condición impuesta por el TLC con Estados Unidos: nadie puede sembrar una semilla “protegida” sin pagar regalías; las patentes se amplían a 25 años: avance máximo a favor de las multinacionales de las semillas. Esta ley 1518 es congruente con la 1032 de junio de 2006 que protege la propiedad industrial. La manipulación de semillas ya es considerada industria, y la ley 1032 ampara a los productos “similarmente confundibles” a los naturales, una trampa contra las semillas campesinas.
 
La vía a la patentabilidad de formas de vida fue aprobada en 1880 por la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos cinco votos contra cuatro.
 
En la década de 1980, las rondas del GATT – General Agreement on Trade and Tarifs – introdujeron el concepto de propiedad intelectual, que su heredero la OMC –  Organización Mundial del Comercio – ha llevado a su máxima expresión.
 
Desde 1983, la FAO introdujo su teoría de que los recursos genéticos constituyen “herencia común de la humanidad”, trasferible a ser administrado por las Naciones Unidas, teoría que abandonó en 1991 a favor de la de “propiedad de los Estados”, en vísperas de la reunión de Río 1992: de ambas maneras se trataba de desposeer a las comunidades campesinas de sus bienes ancestrales: en el futuro estos bienes serían sometidos a la codicia de las transnacionales en alianza con los gobiernos. Es el caso de la Resolución 313 de 1992, del Pacto Andino, proclive a las “inversiones extranjeras”. Al Pacto Andino asisten burócratas sin representación popular, validos de las atribuciones que se toman las “democracias” representativas, los cuales comprometen el patrimonio popular a su “leal” saber y entender.
 
Cabe mencionar el Protocolo de Nagoya, 2010, contra la biopiratería, del que Colombia es firmante.
 
Es tal la entrega colombiana a otorgar confianza a la inversión extranjera, que la Resolución 970 de marzo 10 de 2010, del ICA – Instituto Colombiano Agropecuario – transforma dicho instituto, que fue diseñado por la Fundación Rockefeller con fines de investigación, en instrumento policial para decomisar semillas populares e imponer semillas empresariales.
 
3. Conclusión. El cerrojo de disposiciones a favor de la propiedad intelectual en la industria semillera se perfecciona cada vez más, obligándonos a responder con actividades de resistencia popular, reivindicando los derechos de los agricultores, y, en especial, haciendo del intercambio libre de semillas una actividad concientemente rebelde.
 
El derecho fundamental del agricultor es el de decidir libremente su sistema de producción.
 
El asunto de las semillas es básicamente un asunto de libertad. Las transnacionales intentan controlar, someter a la Humanidad, por las semillas, por el alimento.
 
Consigna: SEMILLAS ANCESTRALES LIBRES YA. ATRÁS LAS REGULACIONES Y PRIVILEGIOS A FAVOR DE LAS TRANSNACIONALES DE LAS SEMILLAS.
 
La epigenética (teoría de Nithouf, 1990, Lipton, Montaigner, posteriores, sugieren que la herencia no depende del ADN, sino del ambiente, de donde las verdaderas semillas son las ancestrales, es decir, las coevolucionadas con el ambiente, no las inventadas en los laboratorios
 
Por Mario Mejía Gutiérrez
Noviembre de 2012
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* Preparado para el curso de semillas de Dic. 1 y 2 de 2012, finca orgánica La Brumana, corregimiento El 30, municipio de Dagua, Valle, a solicitud del Sr. Biólogo Jorge Hernández.