En días que las semillas se estarían privatizando a manos de transnacionales, en Valdivia la capital de la Región de Los Ríos, se realizará por tercera vez el intercambio de semillas y saberes, que busca rescatar y acercar a la comunidad al autoabastecimiento.
El Trafkintu, hace referencia a un rito propio de la cultura mapuche, el cual acontecía al momento que cada comunidad presentaba bienes a intercambiar. La situación previa a este encuentro se daba cuando la comunidad que lo pedía, mandaba a su werken (mensajero) a invitar a la comunidad con la cual se realizaría el intercambio. Esta forma de permuta permitía ponerse de acuerdo en las especies a intercambiar lo que consolidaba la economía comunitaria pudiendo complementar sus recursos con los de otras comunidades locales.
Con el tiempo esta ceremonia ha experimentado cambios los que han permitido que se realice en cualquier momento que se necesite intercambiar semillas o plantas, configurándose actualmente en “una práctica social y cultural, que representa una instancia colectiva donde ese potencial de conocimiento y sabiduría tradicional, se pone en acción en un evento en que la participación de las personas, es un hecho concreto”.
A partir y entorno a este evento, las comunidades de distintos lugares se organizan durante el periodo de otoño y primavera, los cuales coincidirán mas tarde con las temporadas especificas de siembra.
Los cuatro pasos del Trafkintu
Al observar en qué consistía un Trafkintu antiguamente y uno actual, es posible vislumbrar que su estructura es bastante similar, y sufre tan solo algunos cambios dependiendo del contexto en el cual se situé. Las cuatro partes de las que se compone esta ceremonia son; el Yeyipún, intercambio, Misawun y Purrun.
El Yeyipún consiste en una pequeña ceremonia ritual en la que se ofrendan las semillas para luego ser intercambiadas, generalmente es realizado por una autoridad sagrada de alguna de las comunidades. Luego de esto se presentan los participantes del intercambio de semillas, dando a conocer su lugar de procedencia y las semillas y/o plantas que trajeron para intercambiar, concluido esto se da paso al intercambio.
Es en el intercambio cuando las personas realizan el cambio de las semillas y plantas, pero además es donde se entregarán los conocimientos y saberes que van con estas ellas, generando un espacio de permuta único.
Finalmente se realiza un Misawun, donde se comparten alimentos entre los participantes, creando un ambiente de confianza y familiaridad. Actualmente y frente a los distintos conflictos que existen en torno a la tenencia de semillas, se genera también un Purrun, que es la conversación y discusión en torno al resguardo de la biodiversidad, el conocer e informarse sobre las semillas transgénicas y sobre la tenencia de estas, entre otros temas.
En este último caso, la ley UPOV 91, aun no aprobada, es el tema más controversial, debido a la falta de información por parte de las comunidades indígenas y de las personas en general. Esta contemplaría dentro de sus propuestas, no permitir a las personas que no posean la patente de una semilla, intercambiarla y comercializarla sin la autorización del dueño de esta patente.
Es en este punto, en torno al cual se han generado reacciones por parte de las comunidades indígenas, al ser ellas, las que han conservado y preservado las semillas, mejorándolas y adaptándolas a través de los siglos. Además de que el trafkintu o intercambio de semilla es considerado como parte de la tradición. Entendida como “valores, creencias, costumbres y formas de expresión que posee una comunidad”.
Es a partir de la realidad tanto local como global en torno a la semilla, que se han sumado distintas organizaciones incluidas personas de origen urbano que han decidido comenzar a sembrar para autoabastecerse de distintos productos, contribuyendo así, a la soberanía alimenticia y a conservar la biodiversidad de nuestra zona. Además, de la asistencia de las personas de origen rural, dentro de las cuales podemos destacar la participación de un grupo de mujeres llamadas “curadoras de semillas” las cuales toman un valor fundamental en esta ceremonia.
Curadoras de semillas, las guardianas del patrimonio local
La importancia de estas mujeres radica en la capacidad que tienen estas para renovarse, cambiar y a la vez mantenerse frente a nuevos conocimientos que dejan de lado lo tradicional. La tradición es una herencia, que va ligada a la identidad que se encuentra en ésta, para seguir manteniéndola.
En este caso puntual es posible encontrar la tradición de la agricultura, hoy llamada orgánica con métodos tradicionales, en donde se defiende la naturaleza en tanto que es fuente de recursos vitales para la subsistencia, uniendo al pensamiento de sostenibilidad ecológica y de resguardo de la biodiversidad, que se ha ido perdiendo.
Hay que destacar que estas son mujeres campesinas y/o mapuche que poseen un gran acerbo cultural y que se han identificado entre ellas como curadoras de semillas, respondiendo principalmente a un orden globalizante que ha ido dejando de lado las tradiciones. Aun así, independiente de que se denominen o no curadoras de semillas, hay una gran cantidad de mujeres campesinas y/o indígenas, que mantienen los conocimientos en sus comunidades y que realizan una labor de cuidado en torno a ellas.
La misión de las curadoras de semillas es proteger las plantas que le han sido encargadas por personas que le han traspasado ese conocimiento, sobre todo, en los que se refiere a medicina, alimentación, cuidado de la semilla y compartirlos con otros para asegurar la continuidad de estos en la tierra, entregándolo responsablemente a personas que los van a conservar y mantener para que perduren en el tiempo.
Las curadoras no solo se encargan de proteger las semillas sino que cumplen múltiples funciones, por una parte el conservarlas y protegerlas significa no solo cuidar las que se poseen sino que también toda semilla que exista y mas aun, las que son parte de la zona y que con el tiempo se han ido perdiendo. Es necesario destacar, que su labor va a conservar las semillas propias de la zona u orgánicas, en desmedro de las semillas transgénicas que han ido ocupando una posición privilegiada hoy en día, y han ido eliminando las propias.
Este punto hace que la curadora posea también el rol de cuidar el patrimonio local que existe, el estar a cargo de el significa rescatar y preservar lo que es propio, que es la diversidad de semillas que existen y por otra parte, resguardar el conocimiento que se tienen respecto a como cuidarla ya que son un importante elemento dentro de este contexto, no solo por su relevancia en el abastecimiento alimenticio, sino porque esta semilla esta ligada a un valor que en ningún momento se separa de su uso, “este valor consiste principalmente en el saber que está vinculado a ella”.
Las curadoras de semillas toman un rol fundamental dentro del contexto rural, ya que mediante la difusión y revalorización de los conocimientos locales, aportan directamente a la creación de estrategias de real desarrollo sustentable y un sistema de autonomía alimentaria, todo ello enfocado principalmente al campesinado y a las zonas rurales.
Es así como el ser curadora de semilla esta unido a una actitud frente a la naturaleza, de respeto a la tierra. Las comunidades indígenas, específicamente en este caso la Mapuche, poseen esta visión en donde hay un gran respeto a la tierra y una disposición a cuidarla y protegerla por ser parte de sus vidas cotidianamente. Las curadoras de semillas representan esto, ya que la cosmovisión que tienen sobre la naturaleza y la cultura se relacionan mas bien con tradiciones Mapuches y pensamientos dirigidos a autosatisfacer las necesidades básicas a través de la naturaleza, lo que crea un respeto ante esta y que a la vez la considera como parte de su cotidiano.
Una unión entre la naturaleza y cultura
Finalmente el ser curadoras de semillas y la ceremonia del Trafkintu, están relacionadas con el contexto en el que se encuentran, estas mujeres traspasan conocimientos locales los cuales son propios del ámbito rural y de las tradiciones Mapuches, pero por otra parte se incorporan aspectos que no son parte de la ruralidad, como son las redes de contacto que manejan.
Esto lleva a que existan desencuentros entre las culturas locales y las formas culturales provenientes de la globalización, provocando respuestas de las comunidades que no obedecen a patrones comunes de lo que sucede en un ámbito solamente rural por ejemplo el deterioro, contaminación y degradación del medioambiente que se dan de manera habitual en estos nuevos espacios rurales.
A partir de este choque “surge una revalorización de lo rural tanto en relación a los ambientes naturales como a los estilos de vida de sus poblaciones, provocando nuevos patrones de asentamientos humanos” y a la vez nuevas concepciones de cómo ver la naturaleza y la cultura.
Estos conocimientos locales al igual que el Trafkintu, están basados en tradiciones como los hemos entendido e incorporado, son parte de un patrimonio cultural, entendido como “el conjunto de bienes materiales e inmateriales propios de una cultura determinada que le dan vidas y sentido, y que por lo mismo merecen ser preservados o cautelados para la posterioridad”.
Este patrimonio que está integrado por bienes tangibles e intangibles es parte de un legado histórico, es parte de la herencia cultural recibida por antepasados que son testimonio de su visión de mundo y de sus formas de vida. La importancia que este ejerce se deriva principalmente de su contribución a conservar la diversidad y los saberes que son imprescindibles para grupos determinados o para toda la humanidad.
El patrimonio de los conocimientos que se transmiten son considerados como intangibles al ser traspasados a través de costumbres, tradiciones, cosmovisiones etc., por otra parte el mantenimiento de la biodiversidad que proponen las curadoras de semilla y que se realiza a través del Trafkintu es considerado como tangible, en cuando las semillas orgánicas recolectadas, intercambiadas y resguardadas son expresiones materiales de los conocimientos locales que se poseen en torno a esto.
El patrimonio nace también de la identidad, en cuanto “las ideas, los objetos, y cuanto rodea al individuo, son la base de la identidad, pues representan el legado de quienes estuvieron antes”. Es así como las curadoras de semillas, sus conocimientos locales y como se configuran estos con los conocimientos globales son parte de una identidad y de un patrimonio ya que conservan tradiciones, costumbres, cosmovisiones y modos de vida.
El III Intercambio de semillas y saberes Valdivia 2013 se realizará el 7 de septiembre, en el Liceo Armando Robles Rivera, ubicado en Arauco 474, desde las 10:30, hasta aproximadamente las 15:00 Hrs. Este evento es posible gracias a un proyecto presentado y auspiciado por la Dirección de Extensión de la Facultad de Filosofía y Humanidades, de la Universidad Austral de Chile.
La invitación es abierta a todos quienes quieran participar del intercambio y compartir con los asistentes llevando sus semillas y plantas orgánicas y si no las tienen algún alimento para compartirlo en el Misawun. La idea final es generar un conversatorio respecto a temáticas como el autoabastecimiento, la soberanía alimenticia, los transgénicos, el rescate del patrimonio cultural y biológico entre otras temáticas
Cualquier información o consulta, se puede hacer a traves del facebook: Trafkintu Valdivia, e-mail: trafkintuvaldivia@hotmail.com o teléfono 63961123
Ver también: Foro y Trafkintu en Valdivia: Del trafkintu como práctica ancestral al intercambio de semillas y saberes ciudadanos -27 de agosto y 7 de septiembre / http://www.mapuexpress.net/?act=publications&id=8282
MAPUEXPRESS
http://www.mapuexpress.net/?act=news&id=10822
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