Los muiscas, “descendientes originarios de Bakatá, sembramos con chicha un trago de humanidad”, expresaron las comunidades de Suba, durante el ritual de homenaje al maíz como fuente de vida y alimento sagrado.
Los muiscas recorrieron el sendero de sus ancestros, territorio sagrado; el maíz, el agua, el sol y el venado, entre otros, fueron epicentro de este Primer Festival del Maíz, realizado en esta localidad de Bogotá, el pasado 27 de junio.
De las tradiciones populares del Pueblo Muisca el Festival del Maíz cobra especial trascendencia, como lo indican sus autoridades tradicionales al rememorar su origen, como descendientes del gran imperio Chibcha y linaje maya. Miryam Triviño, gobernadora del Cabildo Muisca de Suba, señaló que la celebración de este primer Festival, es una oportunidad para reivindicar el legado cultural de un pueblo que se aferra a sus raíces ancestrales y es, ello su razón de ser. Es fundamental para los muiscas institucionalizar esta ceremonia, que antes practicaban como ritual en familia. Niños muy pequeños, jóvenes, mujeres y ancianos salieron con gran entusiasmo a recorrer el camino el sendero que marcaron sus ancestros y que hoy les identifica como hijos de Zhue, Padre Sol, y la diosa Jizca Chia (Luna), que unen sus vínculos cósmicos con la Creación o noche de los tiempos, cuando los dioses Chiminiguagua, Bochica y la diosa Bachue, dieron origen al universo.
Es trascendente, además, para los muiscas, pues su máxima festividad coincide con el periodo de equinoccio; en el cual los días duran igual a las noches en todo lugar de la tierra, excepto en los polos, según el calendario agrícola muisca. Por ello rinden tributo a la Madre Naturaleza, ofrendan el cereal emblemático de su dieta tradicional: el maíz, grano sagrado que dio origen a la vida de muchas civilizaciones aborígenes.
Este festival se realizó en el marco del trabajo de recuperación de memoria histórica que realiza el Pueblo Muisca; el ritual del maíz viene acompañado de un recuento de ascendencia familiar, donde cobran vigencia apellidos como Yopasá, Triviño, Muzuzu, Ospina, Venado, Cuenca, Landecho, Sera y Cabiativa, entre otros, de los cuales son orgullosos portadores. El Tejido de Comunicaciones ACIN, acompañó esta ritual sagrado muisca, que se suma al legado tradicional de nuestros pueblos para tributar la Creación: ofrendar a los espíritus, armonizar con las semillas nativas y ganar una abundancia de cosechas para nuestras comunidades.
El Festival estuvo acompañado de un día soleado y centenares de personas que marcharon desde el Humedal Juan Amarillo, lago sagrado, hasta el Parque Fundacional de Suba, otrora centro sagrado del gran imperio Chibcha. El maíz tostado y la chicha fueron protagonistas, al igual que la danza y la música. Desde la laguna sagrada, atravesando Suba Rincón, barrio mayoritariamente muisca y hasta llegar al parque central de la localidad desfilaron niños, jóvenes, mujeres y ancianos danzantes para recrear un pilar cultural de la tradición aborigen: el rito a su majestad el Maíz.
Hubo comparsas de todos y para todos los gustos: la del Venado, del Maíz, del Agua… diferentes expresiones culturales como la Obra de Teatro: el Maíz, realizada por los niños muisca y que recreó el origen de los tiempos, grupos autóctonos de música y el ritual del Agua que dio inició al Festival, amenizaron el gran día Maíz. Lo mayores recordaron el valor que sus ancestros atribuían a la vida, resaltaron el respeto por los derechos humanos y la reivindicación de la identidad como pilares de su proceso organizativo. No obstante evocaron con nostalgia, el gran acervo cósmico, cultural y espiritual que poco a poco la globalización ha tratado de borrar y que hoy se convierte en el gran reto para este pueblo milenario, que en hora buena, rescata una solemne tradición. El siguiente Poema del Pueblo Muisca habla por sí solo de sus añoranzas y esperanzas:
Quiero con mi mente recorrer aquellos lugares, aquellos sitios sagrados con el olor a monte, que mis pies visitaron ansiosos desde niño; ver las hojas que destilan gota a gota un líquido precioso mejor que la miel; oír el murmullo, el trinar de los pajarillos, hacerme una casita entre las arzas y tunos y contarle al mundo que siente.
Pero… ya mis pasos no pueden caminar por allí; ya no están los montes, ni aquellos arbustos; destruyendo los senderos amados por mi infancia; las gotas de de vida, que felices caían, ya no existen; agonizan los cuerpos, ya no hay cantos, ya no se pueden hacer casas entre las zarzas y tunos ¿qué podré contarle a mis hijos?, Gonzalo Gómez Cabiativa, indígena muisca, Suba.
Bakatá – Cundinamarca
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