Una intromisión de la fuerza pública en la universidad, más que una canallada, es una ofensa, a la posibilidad de un pueblo de formarse libremente; es un atentado a la libertad.
Cierto es en señalar a Medellín como “el milagro social”, tal como se denominó el fenómeno celestial en el que Medellín paso del miedo a la esperanza; pero la esperanza, que además fue un espejismo, no duro mas de unos segundos porque volvió, casi de inmediato, a la misma tragedia, la exclusión y sobre todo a la misma estigmatización de la población juvenil.
Como lo hemos dicho antes, ser joven a nivel histórico, a pesar de lo importante que ha sido, a representado evidentes riesgos; claro que no tanto como lo que es vivir hoy en Medellín; por un lado las balas de lado y lado en los barrios; pero lo más grave, además de correrle a las balas, también hay que correrle a los camiones del ejército que vienen calle por calle, haciendo batidas a diestra y siniestra, montando al camión a todo el que encuentran.
Jóvenes estudiantes, padres de familia, menores de edad; en fin, todo lo que hemos denunciado desde hace vario tiempo; pero además hay también que correrle al ESMAD que cuando uno menos piensa abre sus arpas, y se lanza en ristre en contra del estudiantado.
Nada más bárbaro que los atropellos de la fuerza pública en contra de la población juvenil; si están en rumba después de las 2 de la mañana, si se fuman un pucho, si son gays o lesbianas, si llevan dredds en su cabeza, si son anarquistas, si son estudiantes.
La conclusión es que esta sociedad nos tiene miedo; esta ciudad conservadora, anquilosada en los valores patriarcales paisas, fachosa, nos reprime, porque nos tiene miedo. Les da miedo de que pierdan el poder, el control, la injusticia que han perpetrado por años los mismos; que más puede esperarse de un Gobernador que autoriza a la fuerza pública para entrar a la universidad “publica” a masacrar a los estudiantes; que más puede esperarse de un alcalde que ha sido capaz de llenar esta ciudad de policía y mas policía, mientras la gente no tiene agua potable, escuela o comida.
Corre joven corre; que en esta ciudad es un delito ser joven; si no te llega la bala de un lado te llega del otro; si la macana no te cae encima por culpable te cae por inocente y es lo mismo, el comandante de la policía a dicho que los jóvenes de los barrios son perezosos que no quieren trabajar; así mismo dice la clase politiquera de esta ciudad que los estudiantes son unos anti-fascistas bandoleros.
Corre joven corre; pero no te apures que si no te coge el policía, te coge el paraco mas arriba, o te para el camión, y si aun así te salvas, terminaras en una de las empresas de los poderosos de esta ciudad que son unos cuantos, con un salario miserable.
Eso es lo que quieren, reprimirnos, dominarnos, someternos, adoctrinarnos, volvernos sus empleados; pero ahí estamos los jóvenes, proponiendo, y sobre todo corriendo, yendo más rápido que ustedes, más audaz que usted señor gobernador.
Este mes de septiembre, debería de ser declarado el mes anti-joven en Medellín, el mes en el que trataron de aniquilar la juventud en Medellín; después de más de 1500 jóvenes muertos en año y medio, llenaron la ciudad de camiones para llevarse a la guerra a los que habían quedado vivos; ¿Qué hacer con los universitarios?, militarizaron la universidad pública, el espacio del saber, un lugar para la diversidad de ideas; gracias a dosterratenientes de machete terciado enredado en las corbatas que hacen de alcalde y gobernador, también ultrajaron el alma mater y el corazón de esta ciudad.
La platíca destinada a jóvenes se la gastaron en proyectos baratos para los combos, y lo poco que quedo se lo llevaron las elecciones del CMJ, que no sirven más que para adiestrar los futuros camaleones de los partidos políticos tradicionales; otro tanto se fue en unos conciertos, y lo poco que quedo lo alcanzaron a mendigar una que otra organización que aspira a seguir respirando de cuenta del presupuesto participativo.
Pero que se puede esperar, si aquí el patrimonio cultural son unas flores que traen de las afueras de Bogotá y el eje cafetero; quien espera que alguien salga a proteger los espacios públicos? A liberar los espacios de la presencia militar? Mientras esta sociedad siga viendo en la militarización, la arbitrariedad, la represión y la violencia, la forma de resolver las diferencias, estaremos en la guerra del eterno retorno y por tanto en el eterno retorno de la movilización, la conciencia popular y la resistencia.
Esperamos que el gobierno local y el departamental, sean capaces de darle la cara a la ciudad y decirle el por que quieren, por medio de sus decisiones, de sus políticas, y de sus subordinados salidos de control, aniquilar a la juventud, si no lo hacen, entonces tenemos razón… nos tienen miedo!!!!!!!
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