El “acuerdo de unidad nacional” promovido por el gobierno Santos no pretende, únicamente, unificar a la clase burguesa tradicional con la clase burguesa emergente; se propone, además, institucionalizar a los sectores organizados de los movimiento sociales en función de los intereses corporativos del establecimiento político, por medio de una estrategia de cooptación.

No son pocos los esfuerzos que se vienen realizando para acercar, institucionalizar y reprimir a los sectores de izquierda en aras de la tan aclamada “prosperidad democrática”. Esto se viene realizando en el marco de una transición política donde se empieza a consolidar una forma de gobierno más burgués que terrateniente, pero que, a la par, seguirá implementando la violencia necesaria que le permita imponer y normalizar, mediática e institucionalmente, su proyecto político. Esto no es nuevo, sin embargo, es una iniciativa de cooptación que se muestra contraria al sentir de los pueblos que, históricamente y en legítima defensa, han rechazado el saqueo, la militarización de la vida y la represión social y económica que sobre ellos recae. Los sectores de oposición se encuentran, en ese sentido, frente a un reto histórico de unidad para construir, políticamente, las condiciones adecuadas para que los pueblos ejerzan el poder y garanticen la soberanía y la supervivencia de sus gentes.

Es por esto que Colombia necesita unificar esfuerzos y construir una propuesta de país que recoja las esperanzas latinoamericanas y de todos los pueblos del mundo que luchan y resisten. Hoy, luego de 518 años de resistencia indígena y 200 años de lucha popular, herencia histórica de un pueblo que construye vida digna, el pueblo colombiano se prepara para el Congreso de los Pueblos, verdadero escenario de construcción y movilización social.

El Congreso de los Pueblos es la posibilidad misma que tenemos de generar propuestas de mandato popular y social sobre el futuro de este país, para así avanzar hacia una Colombia digna y soberana. Convoca a diversas expresiones populares y a diversos sectores de la sociedad para construir una agenda común. Son trabajadores y trabajadoras, campesinos y campesinas, negros y negras, jóvenes y viejos y, en general, hombres y mujeres las que proponen un “plan de vida digna nacional” contrario al plan de muerte impuesto por el gobierno, las mafias, el paramilitarismo y el capital extranjero. Con el objetivo de integrar diversos procesos sectoriales, regionales y nacionales, este Congreso de carácter comunitario propone la construcción de un Mandato de Mandatos que reúna las diferentes iniciativas en función de una plataforma unificada de movilización y acción para los próximos años, orientando su horizonte más allá de las fronteras nacionales para avanzar hacia la integración de todos los pueblos del mundo.

Colombia tiene que ser pensada, caminada y transformada radicalmente. La crisis ecológica, económica y social, resultado del desarrollo capitalista, es el eje central de la propuesta de país que los pueblos queremos construir para restablecer el equilibro social y natural del planeta. En ese sentido, negamos el ejercicio de poder oficial que niega a los pueblos su derecho a existir y a vivir dignamente, imponiendo modelos productivos insostenibles, que mediante el despojo usurpan las bases materiales y culturales de nuestras comunidades.

El llamado del Congreso de los Pueblos es a que construyamos, todos y todas, un nuevo país, un nuevo continente y un nuevo mundo. Del 8 al 12 de octubre se estará realizando en Bogotá la sesión de instalación de este congreso popular, que nos permitirá fortalecer y unificar un proceso de oposición coherente y propositivo que le hable al país, en todos sus dialectos y expresiones culturales, para que sea el mismo pueblo, caminando la palabra, el que legisle desde y para la vida.

“En camino hacia la instalación del Congreso de los Pueblos”
Bogotá, del 8 al 12 de octubre

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