Tal como suena y de tiempo atrás, basta tan sólo recordar las demandas y condenas internacionales contra corporaciones como la Chiquita Brandas y la misma Drummond, para dar cuenta que estas empresas son MOTORES que vienen alentando la guerra en Colombia.

 

E JAIR KLEIN A LA DRUMMOND

“…las exorbitantes exenciones que el gobierno anterior concedió a las multinacionales del Ramo (…) han despertado una fiebre que amenaza desplazar el narcotráfico a un segundo lugar en la economía ilegal”-dijo Cristina de la Torre en su columna titulada “Alma de Esclavos”, El Espectador (http://elespectador.com/columna-230281-alma-de-esclavos).

La columnista (haciendo referencia a las exenciones fiscales, por ejemplo; para el caso de la Drummond -que según la Contraloría General dela República- “recibió beneficios tributarios por 920 mil millones entre 1995 y 2007 mientras que por regalías, sólo pagó 283 mil millones en el mismo período”), se quedó corta en su lectura porque este nuevo sitial concedido a las multinacionales que desplaza al narcotráfico del primer puesto, no solo se deriva de asuntos fiscales sino que también debe referirse a su actuar como máquinas de guerra e instigadoras de amenazas, asesinatos y desplazamientos de las comunidades que se han opuesto a su presencia.

Ni qué decir del impacto a la naturaleza, que sin duda supera a los generados por los narcotraficantes a la hora de expandir cultivos y procesar la droga.

Tal como suena y de tiempo atrás, basta tan sólo recordar las demandas y condenas internacionales contra corporaciones como la Chiquita Brandas y la misma Drummond, para dar cuenta que estas empresas son MOTORES que vienen alentando la guerra en Colombia, todo ello a nombre de un supuesto desarrollo que, por lo visto, se queda en  las cuentas bancarias de los países de origen de dichas multinacionales. Casos se han visto, aquí y allá, ahora que Colombia pretende convertirse en una cantera minera es importante atender la experiencia de otras naciones que, al haber propendido por lo mismo, han entregado su país, su soberanía y recursos, Perú es un ejemplo a la mano: es tal su importancia y capacidad para desestabilizar gobiernos, que (…) escogen cuándo acatar regulaciones ambientales o laborales. Sus miembros han preferido comprar seguridad, propiciando el florecimiento de enormes empresas de seguridad privada que cuidan minas, “supervisan” huelgas y detentan un pie de fuerza superior al del Estado peruano. A diferencia de la antigua minería (…) la nueva minería peruana no necesita de mano de obra municipal. Los técnicos vienen de afuera, junto con los materiales y las directivas, incluso con la comida. A cambio, dejan pasivos ambientales e inflaciones locales.

La mina –que chupa agua y consume tierra- ha dado al traste con las agriculturas locales“ (http://elespectador.com/columna-230647-no-todo-brilla-oro)

El Cabildo Cerro Tijeras da fe de este genocidio corporativo disfrazado de desarrollo, que está generando muertes, viudas, dolor, bombas y corrupción. El más reciente de estos casos nos remite al comunero Leandro Guetio apuñalado varias veces, el compañero -al igual que todo el cabildo- está amenazado y con medidas cautelares luego de amenazas proferidas por las Águilas Negras por oponernos; según ellas, al generoso desarrollo que las multinacionales nos ofrecen con sus megaproyectos.

Ahora que se habla de parapolítica y de farcpolítica, exigimos que se abra un nuevo capítulo: el de las multinacionales como generadoras de violencia. El indio perdona…pero no olvida.

CABILDO CERRO TIJERAS
Correo e: cabildocerrotijeras@yahoo.es