Antioquia fue el primer productor de café, ya no lo es: en 2011 y 2012 fue el segundo. En cambio, Antioquia es ahora el departamento con mayor concentración de la propiedad de la tierra, con un índice Gini de propietarios de 0,91 (entre 0 y 1).
Ahora, el Huila es el departamento colombiano que más produce café y el que tiene la mayor área sembrada. En cambio Huila ocupa el lugar 20 entre los departamentos con mayor concentración de la propiedad1.
El primer puesto de la caficultura del Huila, no se debe tan sólo a la declinación de la producción en el Eje Cafetero, sino a un continuado incremento de las siembras. En el 2002 el área cultivada de café en el Huila era de 79.067. Cinco años más tarde con la el área sembrada alcanzó a 96.427 hectáreas. En 2012 el área sembrada llegó a 138.067 hectáreas.
En 2011 cuando la producción nacional de café llegó apenas a 7,81 millones de sacos, la producción del Huila llegó a 1,26 millones, por encima de la de Antioquia de 1,24 millones de sacos. El Huila se había ubicado en el primer lugar de la producción nacional con 16,15%, superando a Antioquia que llegó al 15,89%. En el 2012 el Huila obtuvo de nuevo el primer lugar con el 16,3% de la producción nacional. Huila ocupa también el primer puesto a nivel nacional en nuevas siembras de café y en renovación y reconversión de cafetales desde 2011 es líder a nivel nacional.
No se trata solamente de cantidad, sino de calidad. La mitad de la producción huilense es de cafés especiales y más de 11 mil caficultores han sido internacionalmente reconocidos como ambiental, social y económicamente sostenibles.
El avance de la caficultura del Huila ha estado fundamentalmente en manos de los pequeños productores, sin contar con grandes extensiones de tierra ni grandes recursos económicos. El 96% de los caficultores huilenses son pequeños propietarios con 1,5 hectáreas sembradas en promedio y responden por el 82 % de la producción del departamento2.
El éxito de la pequeña agricultura huilense parecería contradecir el repetido dogma según el cual la gran propiedad es siempre la más productiva. Una visión meramente técnica no da las mejores perspectivas al Huila frente a otros productores. Cuando se midió con esta visión el “índice de competitividad cafetera”, el Huila apenas ocupó el undécimo lugar. Quindío encabeza ese índice, seguido de cerca por Valle del Cauca y Caldas y a continuación por Risaralda y Antioquia. Las fincas que producen más toneladas por hectárea están en Caldas, en los municipios de Chinchiná y Palestina. El Huila está muy retrasado en vías de comunicación, queda más lejos de los puertos de exportación y tiene peores condiciones de seguridad. Pero, a pesar de todo eso las ventajas del Huila se impusieron: mejor situación ambiental y ecológica y dinámica campesina.
La economía campesina ofrece por una parte diversificación en la producción que permite enfrentar las fluctuaciones de precios; por otra parte se autoabastece de mano de obra e incluso abastece a las fincas grandes que cuando se quedan solitarias en el territorio quedan sin trabajadores o tienen que asumir los costos de conseguirlos. La economía campesina puede adaptarse mucho más a los ecosistemas y adopta más fácilmente programas de sostenibilidad ambiental y puede también producir con más capacidad cafés especiales.
Por eso a la hora de la competitividad práctica, el Huila superó a los departamentos con competitividad aparente, pero con una concentración de la propiedad de la tierra mayor. En Antioquia, el desplazamiento forzado ya venía causando mayor concentración de propiedad desde el final del siglo y el índice de concentración de Gini de propietarios pasó de 0,86 en 2004 a 0,91 en 2009 y así de ser el sexto pasó a ser el departamento de mayor concentración, apenas seguido de cerca por el Valle. Caldas pasó de 0,87 en el 2000 a 0,88 alcanzando a Quindío donde la propiedad ya venía concentrándose desde años atrás. Risaralda pasó de 0,80 a 0,83 y aunque continúa siendo el departamento con menor concentración de propiedad de la tierra en el eje cafetero, paso de ocupar el lugar 15 en el país a ocupar el 11.
La producción de café en Colombia declinó después haber logrado 18,2 millones de sacos de 60 kilos en el año cafetero de 1991-1992. Había tenido un mínimo de 9,9 millones de sacos en el año 1999/2000 y luego una recuperación parcial que se desplomó a partir de 2008. Si nos atenemos a las Encuestas Agropecuarias anuales del DANE, el área sembrada del país también se redujo en forma notable.
En el 2000 Colombia pasó de ser el segundo exportador mundial, al tercer lugar, superada por Vietnam. En el 2009 fue superada también por Indonesia. En el primer semestre del año pasado la India y hasta Honduras sobrepasaron a Colombia.
En esta situación de crisis total, hasta la caficultura del Huila disminuyó la producción (no el área sembrada). Las recetas para solucionar el impase proliferaron y en realidad se aplicaron: sustitución de viejos cafetales por variedades resistentes a las plagas y a los cambios climáticos, siembra de nuevos cultivos tecnificados, desarrollo de los cafés especiales.
Toda la gran inversión en mejoras técnicas y resiembras se vio estimulada por mejores precios en 2011, año que sin embargo la cosecha de café colombiana fue extremadamente baja, solamente comparable a la de 2009 y sólo superior a la de 2012. Pero en 2012 los precios cayeron de nuevo y una gigantesca amenaza cayó sobre los caficultores, especialmente sobre aquellos que invirtieron en renovación o nuevos cafetales: la ruina y la pérdida de la tierra. El desplazamiento forzado por quiebra de los campesinos y remate de sus parcelas sería masivo sin un precio de sustentación para la cosecha.
Los departamentos con mayores inversiones en renovación y nuevas siembras son Huila (otra vez), Antioquia y Cauca3. Miles de campesinos caficultores de Antioquia pusieron sus esperanzas en estos planes para recuperar su economía y la producción de su departamento. Se les pintaron pajaritos de oro y la realidad fue muy distinta.
No se había garantizado un precio de sustentación para las cosechas y ahora se entiende por qué el paro, el levantamiento cafetero que afecto por lo menos 42 puntos de las carreteras colombianas. Los caficultores lucharon no solamente por tener un ingreso, ellos defendieron su finca, la tierrita, la vida.
Con el acuerdo conquistado hay un respiro transitorio. Pero, en realidad se requiere toda una transformación. Se trata no solamente de rectificar los errores que desmantelaron el patrimonio de la Federación de Cafeteros que antes garantizaba enfrentar los períodos de bajos precios. Se requiere invertir toda la política agropecuaria, reconocer el papel de la economía campesina, recuperar la institucionalidad agropecuaria, proteger la producción nacional en vez de mantener abiertas las importaciones agropecuarias, modificar la política macroeconómica y las prioridades del desarrollo.
De otra forma se profundizarían la concentración de la propiedad de la tierra, el desperdicio de los suelos aptos para agricultura y el acaparamiento de tierras con destino a la especulación, a la vez que el país quedaría convertido en una colonia minera.
Edición N° 00342 – Semana del 8 al 14 de Marzo de 2013
1 PNUD (2011) “Colombia Rural: Razones para la Esperanza”. Informe Nacional de Desarrollo Humano 2011, p. 197.
2 Montoya Falla, Alejandra (2012) “Huila, eje del nuevo mapa cafetero colombiano”; La nación, Neiva, 26 de noviembre de 2012.
3 Ver: Federación Nacional de Cafeteros, estadísticas.
Héctor Mondragón
Consultor de ILSA
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