En el diario ”La República“, del 25 de febrero, leemos que una comisión multisectorial ha informado a los indígenas representantes de setenta comunidades kukama kukamiria de la cuenca del río Marañón, que ratifica la denuncia de ellas de que ninguna comunidad cuenta con agua para el consumo humano. La comisión informó esto en presencia  de representantes del Ministerio del Ambiente, de la Autoridad Nacional del Agua, DIGESA, del Gobierno Regional de Loreto, de la Defensoría del Pueblo, entre otras instituciones.

La comisión señala la presencia de cloruros y plomo en casi todas las “cochas” (lagunas) y quebradas del Marañón, además de mercurio cerca de las zonas de operación petrolera.
 
“Los estudios también se hicieron en las instalaciones del lote 8X que es operado por la empresa Pluspetrol desde 1996. Este lote se encuentra en el interior de la Reserva Natural Pacaya Samiria, la más grande del país. Fue creada el 25 de febrero de 1972.”
 
¿Las autoridades tomarán medidas para que nuestros hermanos y hermanas amazónicas beban agua limpia?
 
Sabemos que esto no sucederá, pues la tarea de las autoridades no es velar por la salud de los peruanos, sino porque las ganancias de las empresas transnacionales, de las cuales so n fieles sirvientes, ganen más dinero.
Sabemos el entusiasmo por matar peruanos de Ollanta y de Nadine, la encantadora “próxima presidenta”. Sabemos de la ley que hace poco se dio, garantizando la impunidad de policías que maten.
 
En ellos no nos sorprende esa actitud, lo que sí nos duele es la indiferencia del pueblo peruano ante el exterminio de nuestras hermanas y hermanos amazónicos. Esto se da por el fuerte racismo existente en nuestra población.
 
Hace poco hubo un escándalo por el racismo contra un  jugador brasileño, lo que produjo la protesta de la presidenta de ese país. Eso hizo recodar el racismo ejercido contra una diplomática jamaiquina y un parlamentario de EEUU, por ser personas notables.
 
Pero el racismo en el Perú es tan inherente como respirar.  Además se combina con el desprecio regional del costeño contra el serrano y el selvático. “Cholo”, “serrano”, “llama”, son denominaciones despectivas cotidianas y normales.
 
Esto también afecta al discriminador. De vez en cuando se “redescubren” las virtudes alimenticias de alimentos o medicinas “de indios”, como la maca, la quinua, la uña de gato. Pero no se ve en los restaurantes limeños anunciado el mote como en Ecuador; la nutritiva qañiwa, el tarwi o chochos, todavía son “comida de indios”. Los productos de coca no pueden tener certificación de alimentos ecológicos.
 
Algunos congéneres míos quechuas, agradecen a Ollanta quien dice que en la sierra no hay indígenas y que por lo tanto los quechuas no podemos usar el derecho reconocido por el convenio 169 de la OIT a los pueblos indígenas, de ser consultados sobre medidas que afecten a nuestro territorio.  
 
Afortunadamente los aymaras y los amazónicos sí, están orgullosos de su identidad como pueblos.
 
Por conveniencia de todos los oprimidos nos corresponde hacer esfuerzos para superar el racismo y luchar juntos en defensa del derecho al agua y a la vida que tienen nuestros hermanos y hermanas del Marañón. Evitemos su muerte masiva.
 
Autor: Hugo Blanco
Fuente: Editorial Lucha Indígena 91