Se acostumbra decir que los jóvenes deben aprender de nosotros los viejos y de los adultos. En general eso es correcto. Sin embargo, en el Perú hoy, somos los viejos y los adultos quienes debemos aprender de los jóvenes.

 
Hace poco el parlamento aprobó una ley discriminatoria contra la juventud en el terreno laboral. Ella quitaba a los jóvenes conquistas laborales logradas por generaciones anteriores. La lucha juvenil logró la derogatoria de la ley. ¿Cómo lo hizo? Con grandes movilizaciones masivas. Para ello se organizó en la capital y en ciudades del interior, democráticamente por zonas de residencia.
 
En total son 14 en Lima y Callao, y cada zona es multidistrital. En cada zona manda la asamblea, no un dirigente. Las zonas son independientes y coordinadas. Han aceptado el apoyo pero no el mandato de organizaciones gremiales.
 
No apoyan a ningún partido, no tienen objetivo electoral, su método es la movilización social. Conseguido su objetivo central, la derogatoria de la ley discriminatoria de la juventud, manifiestan que la lucha continúa, por la abolición de otras leyes de discriminación laboral: Contra los trabajadores de las PYME (Pequeña y Mediana Empresa). Contra los trabajadores de la agroindustria. Contra los trabajadores estatales.
 
No hubo resistencia organizada general de los sectores afectados en los dos primeros casos. En el tercero sí, pero se le encomendó a directiva la continuación de la lucha. La directiva hizo que la resistencia se apagara.
 
Algunas zonas han protestado contra atropellos a otros combatientes. Se manifestaron multitudinariamente contra la empresa minera Yanacocha por la agresión a una campesina que presta resistencia a su acción depredadora. Posteriormente protestaron contra el asesinato de un estudiante de la Amazonía en una protesta contra la contaminación petrolera. Por inspiración de estas luchas juveniles surgió en Lima una movilización multitudinaria contra la TV basura, que entre otras cosas exigió que se respete la ley que prohíbe en determinadas horas la emisión de programas que afecten negativamente a los niños.
 
En Arequipa se manifestó también contra la prensa basura. Esperamos que estas organizaciones juveniles no se contaminen con el verticalismo, la burocratización y el electorerismo de las organizaciones gremiales y políticas de sus mayores. Esperamos que contagien su horizontalidad democrática y su combatividad a las generaciones anteriores. Aprendamos de los jóvenes.
 
LUCHA INDÍGENA No 103